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ODAS COMPLETAS versión poética y notas de Alfredo Meyer – QUINTO HORACIO FLACO

253 págs.
Ediciones Épheta
14×20 cm
1992, Buenos Aires
Precio para Argentina.: 50 pesos
Precio internacional: 14 euros 

Considerada por muchos la mejor traducción de Horacio, la versión de Meyer tiene el mérito de conservar su forma y su sentido añadiendo una excelencia linguística castellana y un perfecto conocimiento del latín.

El Pbro. Alfredo Ramón Meyer nació en San José, Entre Ríos el 2 de Abril de 1919. Ingresó al Seminario Conciliar de Paraná en 1930, donde cursó Humanidades Filosofía y Teología. Completó sus estudios en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, obteniendo el título de Licenciado y Doctoren Teología por su tesis sobre la Escatología de San Ireneo. Se ordenó de sacerdote en Concordia el 17 de Abril del944,y ejerció a partir de ese año la docencia en el Seminario arquidiocesano de Paraná con las cátedras de teología, latín, griego y teoría literaria. En 1948 fue destinado por su Obispo al apostolado parroquial con atención preferencial por la campaña como Vicario cooperador de la Parroquia San José de Gualeguaychú. Fue poeta laureado en los juegos florales de Concepción del Uruguay por su Canto a Stella Maris y obtuvo el accésit en el año Sanmartiniano por su poema épico Centauros y Cóndores en Comentes. Desde 1950 es Capellán Vicario de Puerto Yeruá, donde pudo completar su versión poética de todas las Odas de Horacio, el Carmen seaculare, y algunos Epodos, que vieron la luz en 1966, siendo ya Rector del Profesorado “Concordia”. Terminado ese trabajo, sea consagró a Virgilio, el gran amor de su adolescencia, para elaborar como trabajo de madurez la ENEIDA en tercetos por ser el metro y estrofa que mejor refleja la continuidad del epos clásico.
Al crearse la diócesis de Concordia, su primer Obispo, Mons. Ricardo Rosch le confió la tarea de formar como Rector el Instituto de Profesorado “Concordia” con un plan de estudios propio de un fuerte carácter humanista con la introducción del Latín y del Griego en sus tres secciones iniciales, por lo cual vuelve a la docencia en 1962, y desempeña las cátedras de Latín, Griego, y Preceptiva, trabajando al mismo tiempo en su Capellanía de “week-end” en todo el distrito Yuquerí y Yeruá. Para poder disponer de un nivel secundario donde se realizaran las prácticas del profesorado en latín, crea en 1967 el Bachillerato Humanista Moderno como Departamento de Aplicación. El 5 de Julio de 1969 logra poner término a su ENEIDA en tercetos después de once años de comenzada, cuya edición acaba de aparecer después de 23 años de terminada. Desde 1970 es Rector del Instituto superior de Profesorado de Monte Caseros, Corrientes, donde se desempeña como profesor de Latín y de Griego.
La Editorial Entre Ríos le publica en dos fascículos de su colección Libros del Lino en 1989 una selección de poemas patrios y telúricos con el título de CENTAUROS Y CONDORES Y OTROS POEMAS como una promoción de la Provincia para los poetas entrerrianos.
En Julio de 1990, al fallecer el Hno. Septimio, fundador y Presidente de la FUNDACION NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, de la cual era vicepresidente dcsdel981, debe asumir esa nueva responsabilidad estatutaria, y actuar en Buenos Aires como presidente de dicha Fundación, sin perjuicio de la atención espiritual de su Capellanía de “week-end” en Puerto Yeruá.

Actualmente tiene en vista una edición completa de sus Centauros y Cóndores y otros poemas, ya agotados, y de sus poemas religiosos bajo el título de ROSA MISTICA, y de su lírica más intimista y personal con el nombre de POEMAS EN VOZ BAJA, que estaban esperando su turno desde muchos años para poder salir al mundo de las letras en ancas de dos clásicos universales: HORACIO y VIRGILIO.

PRÓLOGO

El padre Alfredo Meyer, párroco de puerto Yeruá hogaño y antaño profesor de humanidades en el Seminario de Paraná, ha traducido con tesón y talento TODAS las ODAS del poeta latino Quinto Horacio Flacco en verso castellano. Su presente edición en texto bilingüe esperamos será muy útil a los que estudian la lengua del Lacio y al público culto en general, principalmente al interesado en la poesía y en la historia antigua; y honrosa a las letras de la Argentina; donde nunca hasta ahora se han traducido las odas del Venusino in totum; y menos con la exce­lencia lingüística y artística de este trabajo.
El P. Meyer es poeta; como lo prueban sus poesías originales; una de las cuales, “El Diluvio”, obra de su juventud, es un poema épico de gran fuste: intento de probar lo que da la lengua castellana en la contienda con el Génesis y el poeta Ovidio al mismo tiempo. Su mano probada ya en arduas lides, ha conseguido verter al difícil Horacio en poesías que en su mayor parte tienen la gallardía de poemas castellanos, conservando los variados metros del original y todas sus ideas, en un empeñoso conato de fidelidad literal. En esto aventaja al mismo Javier de Burgos.
Menéndez Pelayo tiene al sabio Ministro de Fomento del siglo XVIII por el mejor traductor de Horacio entre los castellanos; y la suya, “quizás” la mejor traducción entre todas las de lenguas neolatinas (francés, italiano, portugués, gallego, mallorquín y catalán) por él estudiados por entero. Estimo después de haberlos cotejado, que la traducción de Meyer no le es inferior en primor y le es superior en fidelidad; en la cual Burgos cede a veces en obsequio a una mayor fluidez o llaneza del verso. ¿Podremos proclamar la versión del empeñoso entrerriano superior a la de Burgos, y por tanto, la mejor versión poética existente en nuestra lengua? Es muy posible a mi juicio; puesto que Menéndez dice que “no puede decirse que Burgos tradujera a Horacio como hoy se le puede y DEBE traducir; dado que ahora vemos a la antigüedad cara a cara, y con mayor independencia”- y erudición por cierto – que en tiempo de Voltaire y Campomanes.
El lector juzgará por sí, comparando uno de los mayores aciertos de Burgos, la Oda 2 del libro IV en elogio de Píndaro (“A Julia Antonio”)  con su correspondiente meyeriana:

BURGOS
“De cera en alas se levanta, Julio,
Quien competir con Píndaro ambicione,
Ícaro nuevo, para dar al claro
Piélago, nombre.

Cuál de alto monte despeñado río
Que hinchen las aguas, y sus diques rompe
Hierve, e inmenso con raudal profundo-
Píndaro corre

Por siempre digno del laurel de Apolo
En metro libre, y peregrinas voces,
Los atrevidos ditirambos ora
Férvido entone,-

Ora a los Dioses, a los Reyes ora
Progenie excelsa de los Dioses loe,
De los Centauros y la audaz Quimera
Los matadores,

O llore el joven al amor robado-
Y áureas costumbres, ánimo y blasones
Alce a los astros, donde torpe olvido
Nunca los borre               “ETC.

 

MEYER

“El que se empeña en emular a Píndaro
Con céreas alas, Julio, se levanta
Dador de un nombre al cristalino ponto
Ícaro nuevo.

Como un torrente que del monte corre
Sobre sus costas, por las lluvias criado,
Hierve, e inmenso en elocuencias hondas
Píndaro fluye.

Merecedor del apolíneo lauro –
Ora arrebate peregrinas voces
Con los audaces ditirambos, yendo
Libre de trabas;

Ora a los dioses cante o a los héroes
Sangre de dioses, cuyo justo brazo
Postró Centauros, y postró la horrenda
Ígnea Quimera

Ya nombre a aquellos que la palma elea
Torna famosos; al corcel, o al púgil,
Y les regale un don, que cien estatuas
Más duradero

O arrebatado de la flébil novia
Llore al doncel, y juventud y alma
Y áureas costumbres, desde el Orco negro
Alce a los astros               “ETC.

“Flébili sponsae juvenemve ráptus… “La mayor fidelidad al texto del argentino no admite dudas.
Verdad es que, como dijo Don Andrés Bello (también traductor tímido aunque fidelísimo de Horacio) toda traducción del Latino tiene que ser “una imperfectísima representación del original”, dado que no tienen nuestros modernos latines (el español no es sino un latín moderno, y más el italiano, dice Bello) los recursos de la lengua madre en cuanto al logro de la concisión heroica (máxima prez de un idioma) y de los trazos pregnantes y escultóricos. Por eso justamente hay que estudiar latín; si todo gran poeta es de suyo intraducible, mucho más los latinos y griegos. Y es una vergüenza que en los países germánicos y sajones se estudian a fondo el latín en la adolescencia (que es cuando hay que estudiarlo) y en los nuestros se haya abandonado desastrosamente como se verá al final. Con resultados desastrosos para nuestra cultura, por cierto.
Por tanto, toda traducción castellana convierte a Quinto Horacio Flaco en un Horacio Gordo (como Fray Luis de León) o bien descarnado como el intendente Corregidor de Burgos Ciudad, Don José Antonio de Horcasitas y Porras; el cual se propuso traducir a Horacio con el solo objeto de “mostrarla concisión que cabe en la lengua castellana” y tradujo la famosa Arte Poética en solas 462 sílabas, dejando caer por fuerza una cantidad de ideas o matices della. Puede verse en Menéndez Pelayo (“Horacio en España”,  pag.129) un ejemplo desta tentativa de laconizar nuestra lengua- cuyo resultado es solamente “barbarizarla”.
En la Argentina no se han traducido nunca todas las Odas en verso. Juan Cruz Varela, según Gutiérrez José María, “dejo traducidas las Odas de Horacio en su mayor parte”- no impresas todavía, según Menéndez Pelayo. Don Bartolomé Mitre tradujo, desmayada aunque correctamente, algunas; que están al final de sus Obras Completas- y no llegaron al conocimiento del erudito santanderino. J. M. Larsen,”profe­sor de la universidad, director del colegio Liceo de la Plata”, dejó impresas una versión del “Arte Poética”^1 al alcance de los niños” (?) y el libro I de las Odas, en prosa; y un sacerdote, Policarpo Segovia, los libros III y IV, idem. Como curiosidad anotemos que un misionero franciscano, que vivió largos años en el Perú y en la Argentina, Antonio Oliver, dejó manuscrita una traducción de las “Poesías líricas de Quinto Horacio Flaco, en verso castellano” hecha en el, siglo XVIII y que se perdió en el XIX, sin haber sido impresa: fatalidad que pido a Dios no alcance a la de Meyer, en estos momentos de barbarie argentina.
Esta versión completa de las Odas y algunos Epodos en verso llena pues el vacío entre nosotros; por cierto con gran altura. Por respetos de honestidad, Meyer no ha incluido en su libro los dos “épodos” VIII y XII “Ad anum libidinosam,, e “In anum foedam”,  igual que hizo Javier de Burgos; mas tradujo con gran elegancia el mejor y quizás único maduro del Epodon (obra juvenil de Horacio) el conocidísimo Ep. II acerca de la Vida Retirada, traducido y después imitado por Fray Luis de León:
“Beatusille quiprocul negotiis
Ut priscagens mortalium
¿Qué es lo que hace la inmortalidad y perenne juventud de Horacio? ¿Por qué todos los grandes poetas “de las regiones occidentales del mundo ” (como diría Donoso- y hoy todas las regiones son “occiden­tales”) y aún los escolares escueleros se han doblado sobre sus páginas duras?
Su “curiosa felicitas”: la más breve respuesta es la del rétor Quintiliano; la cual se puede traducir (el latín está lleno de trampas para el hispano semiculto) por “peregrinos aciertos”. Es muy vago por cierto; pues los “aciertos” de Horacio cubren todo el campo de la lírica, y van desde el juguete galante al majestuoso himno; como el grave “Carmen Saeculare”, henchido de un ancho soplo moral y religioso. El poeta invoca en el “tempore sacro” a todos los dioses tutelares de Roma, comenzando por Diana la Virgen Cazadora, y el Sol su hermano, el cual “ojalá nunca pueda ver en su curso algo mayor que la Urbe”
“possis nihil urbe Roma
Vísere majus!”
y después de enumerarlos con sus atributos, y recordar en una henchida estrofa (“Jam mari terraque manus potentes”) las actuales glorias del Imperio, suplica a sus dioses lares el mayor don posible, las sanas costumbres y el retorno a la antigua integridad:

“Jam fides et Pax et Honos Pudorque
Priscus et neglecta*redire Virtus-
Audet apparetque beata pleno
Copia cornu       ”

“Lealtad y Paz y Pundonor antiguo
Y olvidada Virtud, hacia nosotros
Ya osan volver, y la Abundancia vuelca
Cuerno repleto”

Lo que pasa con Horacio es que aprovechó al máximo los extraor­dinarios recursos que da a su lengua la declinación de los nombres, ahorradora del engorro de nuestras preposiciones y nuestros “que” y “de” y el hipérbaton y los quiasmos de tan gran efecto intelectual y poético, que de allí derivan. Dese modo puede hacer poemas como de mármol o de bronce, que al mismo tiempo se mueven en toda clase de ritmos, ora triscadores, ora tiernos, ora majestuosos -ora todo junto; como en la famosa Oda III del I, “A Virgilio”-, de tan espantable actualidad, que parece predecir los peligros y penas del actual tecnicismo, incluso en la audacia de los “vuelos interplanetarios”; que, no olvidemos, Icaro Dedaleo fue el primero que intentó; con mal resultado:

“Audax omnia perpeti
Gens humana ruit per uetitum nefas…
Expertus vacuum Dedalus aera
Pennis non homini datis…

En los fríos corredores del Colegio Salvador, presidiendo como un pretor la peligrosa entrada de los muchachos las mañanitas de invierno (subprefecto de la 7 brigada) me veo en estos momentos de nuevo repitiendo de memoria las mejores Odas para olvidar la escarcha y aprovechar el tiempo: la graciosa, movida y colorida Oda de la entrada de la primavera “a Sexto”, por ejemplo, que interrumpe el perfecto cuadrito de la danza de Venus y “las gracias decentes” en el reflorecer del paisaje, con la campanada sorda y abrupta del recuerdo de la Pálida Muerte

Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas
Regunque turres, O beate Sexti

y contrapone al tremor de la “vida breve”
“Vitae summa brevis spem nos vetat inchoare lortgam”
un consejo epicúreo; que el Padre De Jouvency expurga por poco casto en su “Horacio ad Delphinum”.
Horacio es simplemente “toda la lira”. Sus Poemas líricos no pueden ser superados ni tampoco vertidos perfectamente. Por bella que sea una traducción de Horacio, será siempre una Bella Infiel.
A los que hablamos un dialecto (aquí muy desportillado) de la egregia lengua que él habló, nos han privado destos tesoros intelectuales hombres groseros y poco educados. El poeta T. S. Elliot y el teólogo novelista C. S. Lewis amonestan a los ingleses del peligro de lanzar a los altos estudios a los jóvenes, desprovistos del contacto con la antigua sapiencia y el ejercicio intelectual (el más fino y sutil que existe) de las luchas y dominio de las lenguas perfectas. Ellos son sajones; nosotros latinos: la monición es aquí diez veces más grave.
Dejemos a los mentecatos que preguntan:”¿Para que sirve el la­tineen las manos vengadoras de Lucy Dowling:
EL DERECHO A NO SABER LATIN
La República Argentina ha conquistado a no poco precio el derecho a no saber latín. No recordamos bien si esa conquista fue hace un sesquicentenario o simplemente hará unos 50 años. Lo que sabemos es que hay que conservarlo y evitar a toda costa que se pierda. “Pérditum non est hallátum”
El operativo “unítas”- nos dicen los locutores de Radio; y está muy bien. Es fácil de ver que esa palabra latina viene de la palabra porteña “cuntas”, y es parienta próxima de “Universitas, veritas, charitas, y bonitas”. Que se embromen los yanquis, los inventores del ya famoso “operativo” que pronuncian “únitas”, creyendo que viene del yanqui “únity”. Le enseñaremos a los yanquis, y mucho más a los antiguos romanos inventores del latín- que fueron todos fachistas como he visto en una vista fenómena- que los argentinos somos independientes en todo, tenemos libertad de prensa y se nos da una de la sintaxis, de la prosodia y de la morfología, como dice Risieri.
El mismísimo día que escuché el “unítas”, un “scholar” inglés aunque nacido en Barracas (que por cierto fue olím alumno mío) dio una conferencia por Radio Nacional, donde dijo que Shakespeare tenía por divisa este mote latino: “Quod te nutrit te destruít”, así, con las dos “ues” largas; y después citó el “Enrique II” de Marlowe (que fue según él que escribió a escondidas todas las obras de Shakespeare, gran descubri­miento moderno que pertenece a la alta cultura) y dijo: “Regem occidere nolite timere”.  La conferencia no fue mala del todo, pero lo, estupendo della fueron los latines. ¡Así! ¡Bien! ¡Meta y ponga! ¡Que se embromen los europeos! Cuando Roberto Payró vino de Europa, cuentan que el vence­dor del Paraguay fue al puerto a recibirlo, y le dijo todo con tentó: “¿Sabes Robi lo que he hecho todo este tiempo? Pues he traducido la Divina Comedia de Dante…” A lo cual Payró que venía medio de copas, le respondió:” Bien hecho mi General! A estos gringos hay quejo”
Dicen que un académico de la Republicana Academia Argentina de Letras, autor de una historia de la Literatura Argentina en ocho tomos (cuyo nombre se sabe aunque se calla) tradujo el “Odi profanum vulgus et arceo” de Horacio en esta forma: “El vulgo profana la oda que da asco”. También dicen y es verdad porque yo lo he visto, que en una edición para las escuelas del Facundo publicada por la casa Estrada, la publicadora y comentadora del libro traduce en una nota el “Quantum mutatus ab illo” virgiliano por “cuantos cambios para ello”! Por ese “labor impróbus” de anotar así el librito, le pagaron no sé cuánto.
Un abogado conocido mío me hizo pedir que le pusiese en un papel unas cuantas razones de derecho natural (no jurídicas pues esas él las debe saber mejor que yo) en contra del secuestro del judío Eichman, con el fin de hacer un alegato; y mechó después las líneas que yo le ofrecí con no menos de 12 latinajos, casi todos pateados, desfigurados, escupidos y traídos por los cabellos… ¡Oh témporas, oh moras!
¿Para qué diablos se meten a decir latines si no saben latín?- dice la gente sencilla. Pues sencillamente para mantener el derecho de la nación a no saber latín, y proclamarlo a todos los vientos; pues ese es uno de los fundamentos de la democracia y la libertad de prensa-¡No faltaba mas!- el cual derecho es uno de los mas característicos y fisiognómicos de nuestra refinada cultura, que tantos millones nos cuesta. Solamente en sueldos para “subsecretarios de cultura”, que hay como 25 y ninguno sabe latín, al contrario (como dijo el gallego cuando le preguntaron en el buque que si ya había comido) se han expendido en el país mas dineros que el que le dan a Monseñor Caggiano para los curas. ¡Y más bien expendido! ¡Jusjusjurandus!
Hace poco han traducido en Buenos Aires un discurso o lección del gran poeta yanquinglés T. S. Elliot dirigido a la Asociación Clásica de Cambridge, en que este famoso escritor proclama el deber del inglés de SABER latín; pues de lo contrario según el dicho poeta se desmejoraría y deterioraría la literatura inglesa.
No dudo que será verdad, pero con nosotros eso no corre: que estudien ellos, y que hagan libros y libros y nosotros los traducimos y en un momento los jorobamos a todos los yonis, como dijo muy bien Payró; a cambio de las Malvinas, les robaremos todo lo que ellos estudien. A estudiosos nos ganarán; pero lo que es a vivos….
¿No está mejor dicho “escribido” que “escrito”? No está mucho mejor “reduto” que “reducto”, aunque para ellos es mejor la palabra “reducido”? Y que necesidad de latín hay para saber que “latente” significa “lo que late”?
Digo y afirmo altamente que Homero no sirve para nada, que no sabe escribir, y encima ya está traducido, incluso por nuestro Lugones que no sabía latín; y hoy día se duda mucho, según he leído en “El Correo Vespertino” que Homero haya escrito en latín.
Está probado que el latín y el griego atrasan el desarrollo intelec­tual de la viveza argentina. Un bachiller de Harrows (que aquí es una simple tienda) o de Stonyhurst sabrá hacer hexámetros latinos y podrá leer al griego Carolus Durán en su texto, pero es un niño; tanto que un muchachito nacional de los nuestros es un macho.
No se necesita estudiar mucho latín para saber que “Infandum regina yules” (que está citado en las obras de Freud, traducción Balles­teros) es el final de un famoso hexámetro, como le enseñó el profesor de Psicología Profunda en la Facultad de Idem a mi sobrina Yénifer. Para mí el mejor hexámetro que se ha hecho en el mundo es el de Lope de Vega que dice:
“El amor con el amor El desdén con el desdén Y si te dan escozor Escozoria tu también Y mucho más y mejor”.
Con la mineralogía podemos encontrar petróleo y uranio; con hacer versos latinos no se come, ni siquiera con castellanos, como decía mi amigo el autor de “La grela jailaife”. Estudiando bien y a fondo tres idiomas vivos en el Bachillerato, además de otras 18 materias, les podemos dar 10 vueltas a los que saben 50 lenguas muertas, como los alemanes. Yo, que quieren, de ser mi paisano MacKay, haría estudiar también el lunfardo. ¿Quieren lengua mas viva que esa?
EL Latín es cosa de curas, y ¿que ganan los curas argentinos con saber latín? Fíjense y verán que los curas que menos latín saben son los que llegan a Obispos.
El derecho a no saber latín es para nosotros tan sagrado como la libertad. No sabiendo latín, la lengua “nacional” se diferenciará tanto de la española que no tendrán mas remedio los gallegos que hacerse a un lado con su Lope de Beiga y su Meléndez Pelagio, y representar en Madrid a Florencio A. Sanche, si quieren conocer la América y el nuevo arte de hacer comedias. Allá dicen que nuestro español es muy pobre. Que se esperen un poco: “de la piojosa nace la abundosa”, como dijo nuestro gran vate Carlos de la Púa.
Estudiar latín en una nación joven como la nuestra es un verda­dero pecado contra natura. Que estudien los viejos. ¿Supo latín Urquiza?¿Supo latín Sarmiento?¿Supo latín Mitre? el cual tradujo “Beati Quorum.” por “beatos los que en una asamblea tienen número”? Supo latín el gran Ingenieros, por si acaso? Y no vivieron y engendraron y progresaron? Jinajo; más que los otros que sabían latín!
. Opino y altamente afirmo que el Director general de la Cultura en nuestro país, no menos que el Superintendente Supremo de la Educación Genital y Mental, no deben saber latín (Dios nos libre y guarde!) ni francés, ni castellano, sino solamente idioma nacional y freudismo; tradición que es menester conservar “celociter et velociter”, como si dijéramos. Dios nos libre que perdiéramos ahora la gloriosa tradición de los que nos dieron patria (infandus dictus!); de que otro modo podría llegar el día en que un gallego inmundo como ese Villegas que escribió el “Sarmenticida”, o el otro Carlos Pereyra que escribió “Sarmiento y Alberdi”, o el otro Alberto Junco que escribió “Sangre de Castilla Fecunda”, lleguen a escribir mejor que nuestro gran (ya esta dicho arriba).
Hay que luchar ante todo contra la falsificación. Es el principal mal del país. Es un vicio que está creciendo tanto, que para poner un ejemplo gracioso, allá en mi terruño del Chaco unos avivados se metieron a falsificar la yerbamate con flor de sapo y mío-mío (botánicamente “idyscus”) y le salía más caro que hacerla con yerbamate derecho viejo, y perdieron una ponchada de pesos por darse el gusto de embromar a la gente: símbolo de la enseñanza en nuestro país, dijo el Obispo Iriarte. Pues bien, si llegáramos a estudiar bien el latín falsificaríamos nuestro ser nacional, que nos distinge del mundo entero y nos diferencia telúricamente, (y como si dijéramos ex imis funditus basamentis) de los europeos.
Hay dos clases de argentinos solamente: Los argentinos europeos, y los argentinos que gobiernan. Y los segundos son los mejores,- sin quitarle con esto nada a nadies.

Miss Lucy Dowling
(Copiado por L. C.)