NOTAS SOBRE ESTA TRADUCCIÓN
La presente traducción que ofrezco al público hispanoparlante ha sido hecha directamente del frisón tomando en consideración las versiones inglesa y alemana. He introducido en ella una serie de notas explicatorias a pie de página a modo de hacer más significativa y comprensiva la lectura de estas crónicas. En los casos que me ha sido pertinente he incluido algunas notas de las ediciones inglesa y alemana consultadas por mí para la traducción. En tales casos, y para diferenciarlas de las notas que son de mi autoría, he incluido en todas ellas al final una sigla aclaratoria. Así, la sigla NVI significa “Nota de la versión inglesa” y “NVA” quiere decir “Nota de la versión alemana”. En la Introducción la sigla “NAE” significa “Nota del autor del Ensayo”.
PRÓLOGO DE HYRANIO GARBHO
No tengo memoria exacta de cuándo fue la primera vez que oí hablar de este manuscrito. Pero sé con certeza que hacia los últimos días de los años ochenta ya tenía perfecta conciencia de su existencia. Aun cuando ignorara por completo su contenido: el libro me atraía como un imán que atrae a los metales -y que al hacerlo no los atrae a todos, sino sólo a los que por algún motivo algún parecido guardan con él. Y como ha solido sucederme, en este tipo de asuntos, a lo largo de la vida, resultó ser que en esto tampoco me equivoqué. El libro me concernía en todos sus aspectos.
Muchos años después -quizá en 1996 o 1997- pude hacerme con un primer ejemplar del Oera Linda. Tratábase de un libro viejo y ajado, roído en algunas de sus páginas por el paso inclemente de los años. Aun conservo ese viajo libro. Está escrito en gótico, fechado en 1933; a cuyo pie de portada puede verse la rúbrica de Hermán Wirth. Fue éste el primer libro por medio del cual me impuse de las crónicas del Oera Linda. Más de quince años han pasado desde entonces. Y aun sigo descubriendo cosas nuevas en él.
Fue la lectura de Jensma, en 2009, lo que me motivó traducir el Oera Linda. Basado en un cúmulo de especulaciones este autor discute la autenticidad del libro. No era el primero en hacerlo -y con toda seguridad no será el último. Pero las mismas razones que me habían conducido antaño hacia el Oera Linda me decían hoy que, aun cuando pudiera evidenciarse que el papel y la tinta del manuscrito eran posteriores al siglo XIII (cuestión que hasta hoy no ha podido probarse);, las historias que narra no podían ser del todo falsas. Las coincidencias entre lo que allí se afirma y lo que sabemos por otros medios son asombrosas.
Así, puesto en la perspectiva de discutir las hipótesis de Jensma, me di a la labor de traducir el viejo manuscrito, tantas veces leído y releído por mí del ejemplar que conservaba (y aun conservo) de la edición alemana de Wirth.
El primer borrador ya estaba listo para la primavera de 2010. Pero entonces, mientras trabajaba en mi estudio preliminar, y consultaba diversas fuentes, di con un ejemplar digitalizado del Oera Linda en inglés. Se trataba de la versión de W.R. Sandbach, publicada en 1876, la que incluía el texto original del manuscrito en frisón antiguo. Para mí este hallazgo fue emocionante. Me entregué entonces a la tarea de contrastar mi traducción, hecha íntegramente del alemán, con la versión inglesa de Sandbach y el texto del manuscrito original. Y las diferencias entre uno y otro texto no tardaron en aparecer.
Me vi obligado entonces a hacerme de algunos rudimentos de frisón y basar así mi traducción directamente del original. El frisón es una variedad de las lenguas germánicas muy similar al inglés antiguo. Su estructura, su sintaxis, evoca a la lengua de la Isla en más de un aspecto. Aprenderlo fue igualmente fascinante. Así, la versión que hoy ofrezco al público hispanoparlante toma por garantía la de estar basada en el texto original, revisada y contrastada a la luz de las traducciones al inglés y al alemán.
Finalmente, no quisiera clausurar estas líneas previas sin antes referir algunas cosas sobre el contenido del libro en sí. El Oera Linda es un libro apasionante. Tiene el mérito de reescribir la historia de la humanidad. A partir de él muchas cosas oscuras respecto del origen de Europa y América se abren a la comprensión. El misterio que envuelve a la Atlántida, el enigma de los Dioses Blancos en América, la incógnita sobre el origen de los dioses y los héroes de la mitología nórdica y grecolatina -Minerva, Minos, Neptuno, Ulises, Odín-, el misterio de Jesús en Cachemira; y el verdadero origen fenicio de los galos (golen) y druidas; y su rol preponderante en la corrupción de los celtas, son sólo algunos de los temas que trata el Oera Linda. En suma, un libro necesario en todo el sentido de la palabra. Una joya cuya autenticidad -la verdad de las historias que narra- no se ve empañada, en modo alguno, por los oscuros esfuerzos de la ciencia oficial, obstinada en borrar la memoria ancestral y mutarla por burdas hipótesis y falsas teorías. Pues lo esencial no yace en la materia de los hechos; sino en el sentido que éstos evocan, la línea invisible que los configura y los dota de realidad y consistencia.
Hyranio Garbho de Ljvdwerd Primavera de 2013
12.BD.124 EH
Prefacio de William R. Sandbach (1)
La Obra de la cual ofrezco aquí una traducción al inglés ha provocado, en medio de las sociedades literarias holandesas y alemanas, una profunda controversia en relación con su autenticidad -una controversia de la que aún no se pueden sacar conclusiones, pues mientras algunos afirman que contiene evidencias internas de verdad, otros declaran que es una falsificación. Pero incluso estos últimos no insisten en que la obra sea de un fabricante moderno, sino que aceptan que tiene cien años o quizá ciento cincuenta años de antigüedad (2). Si ellos admiten esto no veo por qué niegan que tenga una mayor antigüedad. En lo que se refiere a la inverosimilitud de las historias relatadas en el libro remito al lector a la investigación exhaustiva realizada por el Dr. Ottema en su prefacio.
¿Acaso es más difícil creer que los primeros frisones, siendo duros e intrépidos aventureros marinos, navegaran el mediterráneo e incluso fueran más allá, a creer que los fenicios navegaran a Inglaterra en busca de estaño y al Báltico en busca de ámbar? ¿O creer que una mujer inteligente llegara a ser una legisladora en Atenas a creer que surgió de una diosa, enteramente armada y adulta, del hendido cráneo de Júpiter?
No hay nada en la narrativa de este libro que sea inconsistente con lo que es probable. Sin embargo, pueden haber algunas variaciones respecto de nuestras ideas preconcebidas. Pero si realmente es lo que pretende ser -un manuscrito muy antiguo o una ficción más moderna- es una obra que no deja de ser curiosa e interesante, y como tal la ofrezco al público británico.
A fin de dar una idea del manuscrito he proporcionado fotografías de dos de sus páginas, las que se adjuntan en este volumen (3).
También he seguido el plan del Dr. Ottema de imprimir el original en Frisio en el lado opuesto a la traducción, para que el lector que posee conocimientos de la lengua pueda verificar la corrección de ésta.
Además del prefacio que he traducido el Dr Ottema ha escrito dos panfletos sobre el tema del Libro del Oera Linda. Estos son: 1. Notas históricas y explicaciones; 2. La Real Academia y el Het Oera Linda Bok
Ambos trabajos son invaluables para cualquiera que desee estudiar la controversia relativa a la autenticidad de la obra, pero cuya traducción no he pensado que sea necesaria para la presente publicación.
También ha aparecido en el “Deventer Courant” una serie de doce cartas sobre el mismo tema. Aunque escritas anónimamente creo que son de la pluma del Profesor Vitringa. Ellas han sido traducidas al alemán por el Señor Otto.
El escritor evidentemente abordó su tarea de criticismo con un sentimiento de incredulidad respecto a la autenticidad del libro, pero en su última carta admite que, después de un minucioso examen, está incapacitado de pronunciarse a favor o en contra de ésta.
Sus conclusiones son del siguiente tenor:
“Si el libro es una novela tengo que admitir entonces que ha sido escrito con un buen propósito, y por un hombre inteligente, porque los sentimientos expresados en él son de una alta tendencia moral; y los hechos relatados, en la medida en que pueden ser controlados por la historia regular, no son falsos; y allí donde tratan con acontecimientos de los cuales no hay registros históricos, no ofenden nuestras ideas de posibilidad o incluso de probabilidad”.
W. R. SANDBACH
NOTAS:
1 Prefacio a la Primera Edición del Oera Linda al Inglés
2 Se refiere a ciento cincuenta años a contar de la fecha de redacción de este Prefacio, o sea, a contar de 1876. Si consideramos el año 2013, fecha de la Primera Edición de este Libro en castellano, la antigüedad oficial que se le reconocería a este texto sería de 286 años.
3 Se refiere a las páginas 45 y 46 del Manuscrito original. En esta edición ofrecemos también un ejemplar de las mismas fotografías en el capítulo titulado “Inscrito en los Muros de Waraburgt”.
INTRODUCCIÓN
Sobre la Autenticidad del Oera Linda
¿Es el Oera Linda un manuscrito auténtico? ¿Fue efectivamente escrito (copiado) en el siglo XIII? ¿Vivieron sus verdaderos autores genuinamente entre los siglos VI a.C. y I d.C.? ¿Son las historias que relata registros auténticos de sucesos acontecidos a partir del segundo milenio antes de Cristo e inscrito en los muros de los Burgos de la antigua Frisia? ¿O se trata más bien de una falsificación, de un embuste más o menos ingenioso llevado a cabo con relativo éxito hacia mediados del siglo XIX? ¿Qué evidencias hay en favor de su autenticidad? ¿Cuáles son las pruebas que se invocan para acreditar su falsificación? Mucho se ha escrito al respecto; y variadas son las teorías y explicaciones que se han vertido. Pero lo cierto es que, aunque más sugerentes unas que otras, hasta el presente no se ha podido probar todavía que se trate de una falsificación; como tampoco puede afirmarse con certeza definitiva el hecho de su autenticidad. Esta es la situación actual del debate sobre el Oera Linda. A más de ciento cuarenta años de su primera aparición pública este documento sigue siendo todavía un misterio.
Que no se haya podido probar aún su falsificación no significa que se trate de un documento auténtico. Eso lo sabemos. Pero no podemos dejar de puntualizar, al mismo tiempo, lo sorprendente -y sugestivo-que es para nosotros el que esto no se haya podido determinar aún. En este tipo de casos suele ser más fácil probar que un documento es falso a que es auténtico; y su proceso no toma nunca más que unas cuantas pocas semanas. Por eso, a estas alturas, el que las pruebas llevadas a cabo sobre el papel y la tinta no hayan sido, en ninguno de los casos, concluyentes, debiera motivar en todos nosotros una reflexión muy profunda.
Pero ¿está la moderna historiografía en condiciones de asumir esa reflexión? En nuestra opinión no lo está. Porque el Oera Linda fue desde su origen un texto imposible; un texto que chocó, desde su génesis, con los credos y dogmas más arraigados de las in-formadas mentes del siglo XIX. Ese texto nunca pudo haber sido escrito: esa fue la convicción general a la que se llegó muy tempranamente. El libro ponía a prueba la capacidad de los investigadores de ir más allá de sus propios límites, obligándoles a romper ciertos esquemas habituales de pensamiento. Por eso el libro no podía ser posible; y los intelectuales de la época le arrebataron de entrada todo crédito. Esta actitud, con el tiempo, no ha cambiado mucho. Los intelectuales de hoy, lo mismo que los de ayer, siguen sentados en sus propios límites, aferrados con uñas y dientes a su propia estructura de prejuicios. Temen a cualquier cosa que no encaje bien en sus categorías de entendimiento. Y no estarán nunca dispuestos a abrir sus mentes a lo que pone en cuestión sus convicciones más arraigadas. Es, como muy bien sabemos, una simple cuestión de actitud: en ella se origina -tanto ayer como hoy-todo el sesgo subsecuente.
Uno de los aspectos más curiosos de este debate yace en la soltura con la que se habla de fraudes y falsificaciones literarias. Como si fuera muy fácil llevar a cabo una; sobre todo, una de un libro antiguo. No se repara en la enorme complejidad que supondría hacerlo. Producir un libro hoy y pretender luego que se trata de uno de antaño significaría no sólo servirse de papel y tinta de la época -sin contar que en la mayoría de los casos agenciársela es prácticamente imposible-sino, además, sujetar el manuscrito a efectos que simularan el paso del tiempo -efectos que, en todo caso, debieran no sólo poder engañar al ojo humano, sino, también, a la pericia científica. Y esto último es ya, en la práctica, algo casi imposible. Y digo “casi” como de un modo de expresarme, porque nunca se sabe hasta qué punto el ingenio humano puede “hoy” lograr tales cosas. Ahora bien, tratándose de un fraude de este tipo, en el curso de la segunda mitad del siglo XIX, la posibilidad de lograr el engaño disminuye considerablemente.
La mayoría de las evidencias que se invocan para imputarle falsedad al manuscrito tienen todas un denominador común: no responden a la pericia científica, al dato duro de la prueba, sino que se mueven permanentemente en el dominio de la argumentación. Incluso, cuando éstas se han originado en la pericia científica, como es el caso de algunas investigaciones llevadas a cabo en el último tiempo, desaprovechan esa oportunidad y terminan finalmente apoyando sus conclusiones no en el dato de la prueba, sino en complejas especulaciones, más o menos intrincadas e ingeniosas -por no decir fantasiosas-que se han venido construyendo sobre la “asumida” inautenticidad de este libro. El caso más emblemático de esto último lo constituye el estudio llevado a cabo por Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, cuyas conclusiones fueron presentadas en el Congreso del Libro de la Asociación Internacional de los Historiadores del Papel en 2006, bajo el título de El Oera Linda Boek, una falsificación literaria y su papel 1. Por su relevancia en lo que nos ocupa daremos más adelante al análisis de este estudio una importancia de primer orden.
El eje principal sobre la autenticidad del Oera Linda ha venido a centrarse, en los últimos años, en la tesis de Goffe Jensma. A nuestro juicio el caldo de cultivo para todo el resto de las actuales especulaciones sobre el libro. Según Jensma el Oera Linda es una falsificación que no buscó ser una falsificación2. Su tesis, en extremo bizarra, propone que tres sujetos, presumiblemente involucrados en una disputa religiosa, decidieron confabularse para falsificar un documento y demostrar, con ello, que los puntos de vista de la posición contraria, en estas disensos religiosos, eran falsos o espurios. Buscaban, quizá, parodiar la Biblia, aunque sólo verosímilmente, puesto que esperaban ser descubiertos en el engaño y demostrar así, por la vía de la analogía, que si ellos habían logrado embaucar a un buen número de personas en este fraude, los autores de la Biblia también podrían haber hecho lo mismo. Así, en el trasfondo de toda esta parodia se hallaría la intención manifiesta de probar el carácter espurio, por no decir falso, de las Sagradas Escrituras; a la vez que imponer los puntos de vistas modernistas, ostentados por los falsificadores, por sobre la visión conservadora que dominaba entonces en el protestantismo frisón de la época. Pero he aquí que, por diversas razones, el engaño fue tomado muy en serio; y en poco tiempo había tantos defensores de la autenticidad del libro que ya era muy tarde para retractarse o desdecirse.
Los falsificadores habrían sido, a lo sumo, tres: François HaverSchmidt, Cornelius Over de Linden y Eelco Verwijs. HaverSchmidt, a quien Jensma sindica como el responsable principal del fraude, habría sido el productor intelectual del libro, el inventor de las historias, el creador de los caracteres pseudo-rúnicos en que está escrito el texto; Verwijs habría actuado como editor y corrector de estilo y Cornelius Over de Linden, el menos educado de los tres, como transcriptor o copista del manuscrito.
Restando importancia al hecho de que esta tesis de Jensma, en rigor, no es de Jensma sino de Johan Winkler3, hay, en las líneas generales de este planteamiento, una infinidad de cuestiones que son ampliamente discutibles. En efecto, en la evaluación global que hacemos de los planteamientos de este autor ninguna de sus hipótesis, a nuestro juicio, posee un valor probatorio. Jensma únicamente especula y no deja nunca de hacerlo. Supone motivaciones y las presenta como evidencias. Incurre en observaciones psicológicas de los supuestos falsificadores y explica a través de ellas las razones de un fraude que da por sentado y no se molesta en probar. Construye un contexto histórico y lo hace calzar con sus especulaciones. Y como si todo esto fuera poco, sobre lo único realmente importante -esto es, el papel y la tinta apenas hace unas pocas y muy marginales observaciones, las que carecen de todo valor probatorio, porque incluso allí especula4.
Ciertamente, en este sentido, Jensma no trabaja como un historiador habitual; no, por lo menos, en lo que a este documento respecta. No hay una sola carta, ni una sola confesión o, por último, ni un solo testimonio extraído de alguna declaración que nos permita afirmar o sostener una sola de sus ideas. Todas ellas brotan de su imaginación y de las conexiones que, a partir de ciertos hechos muy circunstanciales, propone a modo de hipótesis; e incluso, en algunos casos, bajo la forma de una “sugerencia”. Pero nada sustancial; y todo, absolutamente todo, especulativo. Como ya ha sido establecido, para construir su hipótesis, Jensma no se basó en ninguna evidencia “empírica”, sino únicamente en especulaciones y sugerencias que le venían pauteadas por las ideas de otro autor, Johan Winkler, las que terminó por reproducir casi al calco5.
Mucho más valioso para nosotros es, en este sentido, el estudio de Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, cuya investigación ya fue mencionada más arriba. Aunque contrarias a la hipótesis que defiende la autenticidad del libro, el trabajo de estas investigadoras tiene, por lo menos, el mérito de basar sus premisas -que no sus conclusiones-en la pericia científica llevada a cabo fundamentalmente sobre el papel; y en una menor medida, también, sobre la tinta.
Esta investigación es relevante fundamentalmente por dos cuestiones: primero, porque fue la primera investigación científica seria llevada a cabo sobre el papel del Oera Linda con medios y tecnología de alta precisión; y segundo, porque ninguno de los resultados arrojados por la pericia científica resultó ser finalmente concluyente. En otras palabras, porque no se pudo probar, con medios científicos, que el Oera Linda era una falsificación.
Antes de esta investigación el Oera Linda había sido ya sometido a otras pericias científicas sobre el papel y la tinta. De hecho, los primeros estudios fueron llevados a cabo entre 1873 y 18766, esto es, apenas unos pocos años después desde su primera aparición pública, en 1867. Entonces los especialistas convinieron en que el documento era falso7; y que tuvo que haber sido hecho después de 1800. Supusieron que el papel había sido fabricado en alguna moderna máquina de la época; y que tuvo que haber estado sometido a algún compuesto químico especial, a objeto de dar al manuscrito el aspecto de ser un texto antiguo. Pero ninguna de estas hipótesis fue finalmente probada en estos estudios; y los especialistas asumieron la inautenticidad del manuscrito independientemente de los resultados de las pericias realizadas sobre el libro. Luego de esto, a excepción de una nueva investigación llevada a cabo en los años treinta, en Alemania, y que confirmó que el papel utilizado en el Oera Linda había sido hecho a máquina (sobre esta relevante cuestión volveremos más adelante), ninguna nueva pericia sobre el papel o la tinta volvió a realizarse en este sentido. De allí la importancia que tiene para nosotros la investigación de Kardinaal, van der Grijn y Porck.
En su estudio, estas investigadoras del papel comparten los prejuicios de sus antecesores. Pero su trabajo tiene un plus que lo distingue de los demás: a partir de él puede obtenerse una información reveladora sobre la dirección de la fibra del papel y la malla de alambre utilizada en su producción, que nos da luces sobre cuál pudo haber sido la fecha más probable de su fabricación -fecha que, en todo caso, está muy lejos de ser el siglo XIX.
Las premisas de la investigación de Kardinaal, van der Grijn y Porck arrancan de la comparación entre el papel utilizado en el Oera Linda y unas “oportunas” hojas en blanco halladas en la finca de los Over de Linden. Ellas buscaban probar que ambos grupos de hojas formaban parte del mismo stock. Si ello hubiera sido posible, habría quedado establecido la procedencia del papel del manuscrito y se habría podido probar, así, su falsificación. Ahora bien, demás está decir que, en esta investigación, esto no pudo ser probado.
En su trabajo, Kardinaal, van der Grijn y Porck tuvieron a su disposición, para la inspección visual del texto, el manuscrito completo. El análisis pericial, sin embargo, se llevó a cabo sobre pequeños trozos de papel desprendidos de los bordes de algunas de las páginas del Oera Linda y de las hojas en blanco halladas en la finca de los Over de Linden. Los trozos de papel del Oera Linda provenían de dos fuentes distintas: en un caso, se trataba de un trozo cuya procedencia no se pudo establecer (en nuestro estudio le llamaremos a éste el “trozo anónimo”); y en el otro, el trozo de papel se había desprendido de una de las cartas del manuscrito, presumiblemente de la página 143, según la opinión de las investigadoras (en nuestra estudio le llamaremos a éste el “trozo epistolar”).
Hay, sobre este “trozo epistolar”, algo muy interesante que apuntar. Fuera de las cartas que se adjuntan al inicio del manuscrito hay otras dos cartas en el Oera Linda: una atribuida a Ljudgêrth y otra a Rika. Herman Wirth, el traductor del Oera Linda al alemán, se negó a traducir la carta de Ljudgêrth, por estimar que su autenticidad era muy dudosa8. Si el “trozo epistolar” de la investigación llevada a cabo por Kardinaal, van der Grijn y Porck se correspondiese con esta carta, ello explicaría muchas cosas. Pero volveremos sobre este asunto más adelante. Por lo que nos concierne ahora, cabe destacar que fuera de estas muestras, las investigadoras del papel del Oera Linda no tuvieron ningún otro material a su disposición, por lo que sus conclusiones se remiten únicamente a estas evidencias.
Sobre el proceso, análisis y conclusiones de esta investigación podemos decir sumariamente lo que sigue: 1) Que se sometieron a prueba todas las muestras de que se disponía: los trozos de papel del Oera Linda (el anónimo y epistolar); y las muestras de las “hojas en blanco” halladas en la finca de los Over de Linden. 2) Las pruebas llevadas a cabo fueron: a) una inspección visual de todo el Oera Linda y de las “hojas en blanco”; b) pruebas de fluorescencia de Rayos X para el análisis de la fibra y medida del grosor del papel; y c) tinciones de Herzberg para determinar el tratamiento de la antigüedad por “supuesta” coloración artificial del papel. Adicionalmente a estas pruebas se llevaron a cabo algunos otros análisis químicos para determinar la presencia de colofonia, alumbre y caolín. 3) La inspección visual arrojó como resultado que todas las páginas del Oera Linda eran idénticas en cuanto a su fuente, composición y propiedades; pero las pruebas de fluorescencia de Rayos X demostraron, de hecho, que existían considerables diferencias entre las dos muestras testeadas (el “trozo anónimo” por un lado, y el “trozo epistolar” y las “hojas en blanco”, por el otro). 4) Si bien es cierto se buscó respaldar, en la observación de los patrones de la dirección de la fibra y la utilización de una malla de alambre, la evidencia de que el papel había sido hecho por una máquina “Foudrinier” equipado con un “égoutteur”, nada de esto fue concluyente, pues los análisis químicos revelaron la ausencia absoluta de resina, alumbre y relleno de caolín, tan esenciales en la fabricación del papel llevadas a cabo por este tipo de máquinas. 5) Aunque las investigadoras insistieron en una supuesta decoloración artificial del papel, a objeto de producir una apariencia de antigüedad en el manuscrito, la “supuesta” sustancia colorante utilizada nunca fue identificada. 6) Tampoco se pudo probar que el papel del Oera Linda era del mismo stock que los papeles en blanco hallados en la finca de los Over de Linden; y aunque estas últimas guardaban una considerable similitud con el “trozo epistolar” del Oera Linda, tenían, también, muchas y esenciales diferencias con el “trozo anónimo”.
Con todos estos reveses en la investigación -y digo reveses porque estas investigadoras no buscaban descubrir si el Oera Linda era auténtico, sino probar que era falso-no les quedó otra opción que inclinarse a la especulación y basar sus conclusiones en cualquier otra cosa, menos en los resultados arrojados por su propia investigación. Finalmente, la investigación de Kardinaal, van der Grijn y Porck, se traicionó a sí misma, al terminar por fundamentar sus conclusiones en las bizarras y ambiguas ideas de Jensma, las que en nuestra opinión, culminaron por echar a perder todo el estudio -y todo lo que esta investigación pudo haber tenido, en algún momento, de valiosa.
Hay un único punto en el que este estudio se torna peligrosamente sugerente; aunque no abandona nunca el terreno de la especulación. Sobre las “hojas en blanco” halladas en la finca de los Over de Linden la investigación nos dice que estaban numeradas; y que “probablemente” por lo menos, eso es lo que les sugiere una simple inspección visual-habían sido numeradas por la misma mano que numeró las hojas del Oera Linda. Pero no sólo esto: también estaban cortadas en un tamaño similar a las del manuscrito9. Kardinaal, van der Grijn y Porck sugieren, basadas en esto, que “quizá los papeles en blanco eran aún remanentes de una producción del Oera Linda” y que aunque resta todavía probarlo-estas hojas pudieron haber sido preparadas como “páginas del Oera Linda que nunca llegaron a utilizarse realmente”; como si alguien hubiera querido añadir más páginas al manuscrito, pero luego hubiera decidido abandonar la idea 10 . “Hasta ahora concluyen estas investigadoras-el rol de las hojas en blanco sigue siendo (todavía) bastante misterioso”11.
A partir de la investigación de Kardinaal, van der Grijn y Porck -y contrariamente a lo que habría sido su deseopuede abrirse una línea de discusión en favor de la autenticidad del Oera Linda, antes nunca sospechada por ninguna otra investigación. Ella arranca apenas de una línea, contenida en una de las cartas que se adjuntan al inicio del manuscrito, y que el texto atribuye a Hidde Oera Linda. En ella podemos leerle al copista decir: “para que no se pierdan las he copiado en papel extranjero”. Esta frase, aparentemente inocente, es absolutamente determinante a la hora discutir el tipo de papel de que está hecho el manuscrito del Oera Linda. Si no fuera por ella debiéramos asumir que este libro debió haber sido escrito en pergamino; y la cuestión de su autenticidad, quizá, hace mucho, ya se habría zanjado en favor de una falsificación. Pero he aquí que si fue copiado en papel extranjero, cabe la posibilidad que éste fuera papel de algodón o lino (el estudio de Kardinaal, van der Grijn y Porck probó que el “trozo anónimo” era de lino, a diferencia del “trozo epistolar” y las “hojas en blanco” que probaron contener agentes químicos de procesamiento de la madera, del algodón y la paja), o una mixtura de ambos, como de hecho lo propone Ottema en su estudio.
En la conferencia sobre el Oera Linda dictada en 1871 para la Sociedad Frisona podemos leer una cita de Wattenbach en la que éste aparece diciendo:
“La manufactura del papel de algodón tiene que haber estado en uso entre los chinos desde tiempos muy remotos; y debe haberse hecho conocida por los árabes debido a la conquista de Samarcanda, alrededor del año 704. En Damasco la manufactura del papel constituía una importante rama de la industria, por cuya razón era llamada ‘Carta Damascena’. Este arte fue llevado a los griegos por los árabes. Se ha afirmado que los manuscritos griegos del siglo X escritos en papel de algodón existen, y que en el siglo XIII eran mucho más usado que el pergamino. Para distinguirlo del papel egipcio fue llamado Carta bombicina, gossypina, cuttunea, xylina. Una diferencia del papel de lino no era todavía necesaria. En la manufactura del papel de algodón se usó originalmente algodón crudo. Nosotros encontramos primero papel de harapos mencionados por Petrus Clusiacensis (11221250). Los españoles y los italianos aprendieron de los árabes la manufactura de este papel. Las más celebradas industrias estaban en Jativa, Valencia, Toledo, además de Fabriano en la Marca de Ancona”12.
Y más adelante el propio conferencista agrega:
“En Alemania, el uso de este material no llegó a ser muy extenso, independientemente de que viniera de Italia o de España. Por lo tanto, cuanto más lejos se extendió desde el Este y los países vecinos, mayor necesidad hubo que el lino tomara el lugar del algodón. (…) Bodman considera que el papel de lino puro más antiguo es del año 1324, pero hasta 1350 se utilizó mucho el papel mixto”13.
La investigación de Kardinaal, van der Grijn y Porck probaron que el papel del Oera Linda no contenía ni resina, ni alumbre, ni caolín. Pero sí demostraron que había sido fabricado por algún tipo de máquina, en virtud de la dirección de la fibra y el uso de una malla de alambre. La ausencia total de resina, alumbre, o caolín, unida a la evidencia de que este papel fue fabricado, puede ser el indicador de que haya sido hecho por máquinas infinitamente más modestas, mucho antes de la existencia de las máquinas “Foudrinier”. Sobretodo, considerando que la longitud de las fibras (de 3 a 6 mm) vendría a mostrar, además, que el batido en la preparación del papel no había sido muy fuerte (como se espera que lo sea el de una máquina moderna de comienzos del siglo XIX). Además, las pruebas realizadas por estas investigadoras demostraron también la presencia de almidón, los que aunque pueden considerarse una adición habitual de la colofonia o resina, hablan también en favor de un tipo de papel mixto, como el que se usó hasta 1350.
El lector inteligente advertirá que son estas también especulaciones; pero no dejará de reconocer, al mismo tiempo, que están basadas en hechos que han podido certificarse. Después de todo, mientras no existan resultados concluyentes, extraídos de pruebas debidamente realizadas, nadie podrá hacer otra cosa más que especular. Y el valor de tales especulaciones sólo lo determinará el grado de probabilidad o cercanía con los “hechos” hasta ese momento constatables. En ese sentido creemos que existe un alto nivel de probabilidad que el Oera Linda sea auténtico. Primero, porque las evidencias indican que el papel del Oera Linda fue hecho de una composición de lino y algodón como las que se usaron hasta 1350. Segundo, porque el copista del manuscrito reconoce, hacia el final de su carta, que las ha copiado en papel extranjero, que no en pergamino, disponible en el siglo XIII en vastas regiones de Europa. Ese papel fue llevado al viejo continente por los árabes, pero éstos lo habían aprendido de los chinos. En su composición era típico el uso del lino y algodón; y la utilización de una malla de alambre. El tipo de batido indica que la máquina de fabricación pudo no ser moderna; lo que viene a ser reforzado en el hecho de la ausencia de componentes químicos como el procesado de resina, alumbre y caolín. Tercero, porque al no haberse hallado sustancia química alguna que demostrara una decoloración artificial de las hojas, existen razones fundadas para pensar que éstas pudieron ajar su color en virtud del paso del tiempo (esto no lo afirmamos como cierto, sino únicamente como probable). Cuarto, porque la mayoría de las evidencias para impugnarle inautenticidad al texto vienen extraídas de los resultados de las pruebas aplicadas al “trozo epistolar” (probablemente la carta que Wirth no quiso traducir), que no al “trozo anónimo”, siendo este último más representativo del manuscrito entero, pues pudo haber sido extraído de cualquier parte del Oera Linda, y no de una en específico. Y así, podemos seguir sumando evidencias y especulaciones. Con ello, lo único que estamos en condiciones de probar es que el debate sobre la autenticidad del Oera Linda -un debate que tiene ya más de cien añosestá todavía abierto.
Más allá del papel, no obstante, y de las muy calificadas investigaciones llevadas a cabo a su respecto, existen otras razones que nos llevan legítimamente a sospechar que el Oera Linda podría ser auténtico. He aquí algunas de éstas.
Las Cartas
Hay en las cartas que se adjuntan al inicio del Oera Linda una poderosa coincidencia con la época en que fueron “supuestamente” redactadas. La más antigua de éstas está fechada en el año 803 de la era cristiana y refleja, hacia el final de su redacción, una profunda preocupación por la supervivencia de su pueblo. La otra, fechada en 1256 de la era cristiana, habla de una inundación, y ya no expresa la misma preocupación que la anterior por las persecuciones y los asedios. Esto es muy curioso y amerita una reflexión. Hacia finales del siglo VIII el tristemente célebre Carlomagno había logrado unificar todos los reinos germánicos bajo lo que se conoce como Sacro Imperio Romano Germánico. Se sabe que no fue éste un rey muy pacífico; y que sometió al cristianismo a todos los pueblos y tribus germánicas, a fuerza de fuego y espada. De estos hechos le viene el muy significativo apodo de “carnicero de sajones” con el que fue conocido de antiguo en vastas regiones de Europa. Es altamente probable que las persecuciones y asedios a su pueblo, referidas por Liko Ovira Linda, en 803, hayan tenido que ver, en algún grado, con el despótico poder de Carlomagno, quien sólo tres años antes había sido coronado como Emperador por el papa León III. Si la carta atribuida a Liko Ovira Linda fuera falsa resulta difícil explicarse que otro autor, nacido en otro tiempo y con otras preocupaciones, haya tenido la suficiente sensibilidad como para sintonizar tan adecuadamente con la época de la carta y hacer resaltar, en primer orden, las preocupaciones por la supervivencia de su pueblo. Los mil años que separan el siglo XIX de la época en que está fechada esta carta hacen muy difícil pensar que el “supuesto” falsificador haya sabido “sentir” como alguien del siglo VIII -más todavía, como alguien que por ser frisón padecía en extremo de las persecuciones y hostigamiento del cristianismo, al límite de comenzar a temer por la desaparición de su propio pueblo. Que en esta carta resalten únicamente esas preocupaciones -pues al parecer la carta habla únicamente de esto-puede ser un indicador fiable de que efectivamente haya sido escrita en la época en que se dice fue escrita.
La segunda carta, en cambio, es muy distinta. Fechada en 1256 la epístola de Hidde Oera Linda da cuenta de contextos y preocupaciones muy diferentes. Lo que le preocupa a este segundo copista es conservar los manuscritos, salvados de una reciente inundación, para lo que se ha agenciado papel extranjero. Hay en esto, nuevamente, una asombrosa coincidencia con el contexto y la época en que está fechada esta carta. El siglo XIII fue particularmente conocido en la región noroccidental de Europa por las constantes arremetidas del mar del norte en el territorio continental de los países bajos. Inundaciones catastróficas hubo en 1212, 1214, 1219, 1248, 1282 y 1287. Las había existido antes también, pero muy esporádicamente en 803 y 1164, con un largo intermedio de casi trescientos años de completa estabilidad.
Según lo que han podido establecer los geólogos estas arremetidas del mar del norte fueron a tal extremo profundas que no sólo lograron vencer toda resistencia natural del medio -las dunas de Callantsoog, por ejemplo, fueron completamente arrasadas en las inundaciones de 1248-sino, además, transformaron por completo la geografía de la región, llegando a formar un mar interior que se extendía unos 100 km tierra adentro, con un ancho no menor a los 50 km y una profundidad de 4 a 5 metros. Este mar interior, conocido también como Zuiderzee, tenía un borde costero que alcanzaba los 300 km. a la redonda, abarcando su superficie total unos 5.000 km². El nombre Zuiderzee ya es bastante decidor. Significa literalmente “mar del sur”. Lo que revela que fue puesto por los frisones, que quedaron ubicados al norte de estas nueva formación marítima. La carta de Hidde Oera Linda fue escrita, a juzgar por el propio testimonio de su autor, en 1256. Ello significa que el copista vivió en una época caracterizada por estas inundaciones. Su carta dice literalmente que salvó el manuscrito -presumiblemente el copiado por Liko Ovira Linda-de una inundación. Este dato es plenamente concordante con la época en que está fechada la carta. Hidde Oera Linda habla de una inundación producida el año anterior a la fecha en que escribe. De donde se desprende que tuvo que haber sido 1255. Registros hay de las inundaciones antes mencionadas porque fueron todas catastróficas. Pero ello no quita que hayan habido movimientos menores de aguas en años distintos a los registrados por la historiografía. La clave para definir la verosimilitud de la carta es que está escrita en un siglo en el que estas inundaciones eran moneda corriente entre los habitantes de la costa noroccidental de los países bajos. Ello significa que se producían a menudo, aunque la historiografía sólo haya logrado registrar unas cuantas, fundamentalmente por su carácter catastrófico. Así, es altamente probable que en 1255 haya habido también una inundación provocada por una avanzada del mar del norte, de la que no existan mayores registros históricos, precisamente por tratarse de un fenómeno menor. Claro que siempre cabe la posibilidad que un “supuesto” falsificador haya estado al tanto de estas inundaciones; e intencionalmente haya querido hacer coincidir la fecha de redacción de la carta con una de éstas. Pero incluso así esta cuestión es problemática, porque asumimos que si el falsificador estaba en conocimiento de estos hechos, mínimamente también debió haber sabido algo sobre las fechas. Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué no fechó la carta convenientemente un año después de producida algunas de estas inundaciones? ¿Por qué no en 1220, o 1249 o 1283? Si su intención hubiera sido engañar ¿no habría sido ésta una instancia conveniente? En lugar de esto la carta nos remite a una inundación respecto de la cual no hay registros históricos; pero con ello, contrario sensu de lo que podría pensarse, se torna todavía más creíble, pues aleja considerablemente la posibilidad de que haya sido intencionalmente fechada en 1256, a modo de hacerla coincidir al calco con una fecha de la que se tengan evidentes noticias históricas.
Las migraciones de los magiares y finlandeses
En las crónicas del Oera Linda hay una infinidad de relatos que si tuviéramos que contrastarlos con la historia oficial nos llevaríamos más de una sorpresa. La mayoría de estas narraciones están hechas al margen; y en muchos casos no van más allá de una línea. Todas ellas pueden invocarse irrefutablemente en favor de la autenticidad del libro. Su tenor es muy similar al discutido antes en el análisis de las cartas. Se trata de minúsculas anotaciones que no pudieron haber sido registradas por alguien que no fuera testigo directo de los hechos que narra. El patrón común en todas es que son coherentes con la historia; y en una medida de esa coherencia, altamente probables. Uno de estos apuntes en el Oera Linda atañe a las migraciones de los así llamados “hijos de Finda”. El texto llama así indistintamente a los pueblos de raza amarilla. De ellos dice textualmente que no se atrevían a cruzar el amplio Twisklând -esto es, la Europa Central-porque estaba plagado de densos bosques y fieras salvajes 14 . Estos relatos se corresponden con una descripción de la Edad Dorada en los tiempos antiguos. Pero luego vino la época que siguió a la catástrofe del hundimiento de Âldland. El texto la describe como los “Malos Tiempos”, y habla de una serie de transformaciones del clima y la situación geográfica de la región. Entre ellas la catástrofe trajo aparejada la desaparición completa de los densos bosques que poblaban la Europa Central; lo que redundó en la consecuente desaparición de los animales que dependían, para su subsistencia, de esos bosques. Sin éstos, y sin la densidad de los bosques de antaño, el camino para el avance hacia las regiones más septentrionales de Europa quedó plenamente accesible. En el Oera Linda las migraciones de los hijos de Finda (magiares y finneses) se produce consecuentemente después del hundimiento de Âldland, lo que es coherente con el relato anterior. Estas debieron tener lugar hacia el año 2090 antes de la Era Común, es decir, poco más de cien años después de la gran catástrofe. Una evidencia histórica que habla en favor de estas migraciones es la presencia, en estas regiones, de las lenguas ugrofinesas. Estas lenguas son consideradas hoy una sub-rama de las lenguas urálicas, en cuyo origen se halla precisamente el magiar.
El Disco de Festos
Robert Scrutton, en su famoso libro sobre el Oera Linda titulado “La Otra Atlántida” sostuvo que el Disco de Festos podría invocarse como una evidencia a favor de la autenticidad del Oera Linda. Este Disco, descubierto en Creta el 15 de Julio de 1908, en una excavación realizada en el Palacio Minoico de Festos, por el arqueólogo italiano Luigi Pernier, es un disco de arcilla cocido datado hacia finales de la Edad del Bronce, que contiene misteriosas inscripciones jeroglíficas a ambos lados del plato, cuyo desciframiento -por lo menos de las inscripciones correspondientes en la cara A-corresponden al filólogo húngaro Vladimir Georgiev15. Según Scrutton, el trabajo de Georgiev nos permite establecer que las afirmaciones hechas en el Oera Linda, sobre Minnos, el Rey del Mar, son certeras; probando así, de paso, la autenticidad del libro. Dado que el Disco de Festos fue descubierto recién en 1908 y descifrado por Georgiev en 1977, no pudieron los autores del Oera Linda basar sus relatos sobre Minnos y la isla de Krêtar (Creta) en lo que viene grabado en el Disco. Y no obstante, según Scrutton, los relatos de una y otra fuente coinciden.
Según la interpretación de Georgiev el Disco de Festos está escrito en lengua luvita, una rama perdida de las lenguas indoeuropeas, relacionadas con los Hititas. Los luvitas, según este autor, habrían vivido originalmente en las orillas del Danubio; y sólo muy tardíamente se habrían desplazado hacia la región de Anatolia en el Asia Menor.
Georgiev especula que hacia el 1700 los luvitas habrían tomado el control de la isla de Creta. En su interpretación del Disco de Festos éste nos habla de un profundo descontento social y de luchas intestinas entre dos jefes tribales: Yara y Santadimuwa. Según Georgiev, estos conflictos se habrían resuelto en favor de Santadimuwa; lo que habría obligado a Yara a autoexiliarse en una fortaleza de la isla. El Disco también señala que una vez derrotado Yara habría prometido a Santadimuwa que se aplicaría al cultivo de cereales y que no le causaría ningún tipo de problemas. Hasta aquí lo que viene narrado por el Disco.
Robert Scrutton afirma que Yara es Minnos; y que en lugar de haberse autoexiliado en un castillo conservó su tierra, y recibió allí a todos los luvitas que, identificados con su causa, buscaron en su tierra refugio y protección. Luego, amenazados por la posibilidad de perder sus reinos, los príncipes luvitas habrían pactado con Minnos un código de leyes, mostrándose amistosos con el rey frisón. Mas cuando las leyes dictadas por Minnos fijaron los deberes de los príncipes se habrían vuelto contra él, intentando incluso envenenarle, lo que habría motivado la decisión de Minnos de abandonar Creta y retornar a su patria, en Lindahêm. Unos pocos miembros de su tripulación, probablemente Hititas, se habrían encargado de registrar estos hechos en el Disco de Festos, mudando el nombre de Minnos por el de Yara, y tomando partido por la posición de los príncipes luvitas y Santadimuwa. Así, los hechos relativos a este rey del mar, que dio leyes a los habitantes de Creta, habrían sido completamente distorsionados, prevaleciendo una visión enteramente conveniente a la postura de Santadimuwa y a la de los propios príncipes luvitas.
Robert Scrutton cree que el Disco fue deliberadamente grabado con una escritura hermética porque se buscaba ocultar todo lo relativo a este emblemático rey del mar. Ello explica la diferencia de escritura que hay a un lado y otro del Disco de Festos. La cara A y la cara B, en efecto, están grabadas con jeroglíficos diferentes, pese a que fueron escritas en la misma época. Ello únicamente da cuenta de la coexistencia deliberada de dos tipos de escritura al mismo tiempo: una abierta, profana y demótica; y otra sagrada, jeroglífica y hermética. La escritura hermética (cara B del Disco) contiene, en opinión de Scrutton, la verdadera historia de Minnos, cuyo nombre falseado por el de Yara, en la cara A del Disco, no habría impedido que las generaciones futuras de príncipes le hubiera reivindicado utilizando su nombre, y gestando la famosa leyenda del Rey Minnos que se recuerda hasta el presente.
Pantelaria
Según el relato del Oera Linda cuando los frisones arribaron a las costas fenicias, justo en el año 2000 a.C. -esto es, 193 años después del hundimiento de Âldland-se toparon con una misteriosa isla que por sus pronunciadas bahías dejaba la impresión de ser, en verdad, tres islas. Se establecieron en la parte del medio (la que parecía ser la isla central) y la llamaron Thyrhisburgt, en homenaje a Thyr -el héroe frisón del Oera Linda que los entendidos identifican con Tyr, el mítico Dios nórdico, hijo de Wotan. Allí establecieron una fortaleza y nombraron a su jefe naval, Tünis, como soberano eterno del lugar.
Es probable que las costas fenicias a las que arribaron los frisones en 2000 a.C. hallan sido las costas de Túnez. Después de todo Túnez siempre fue un lugar estratégico en el mediterráneo (allí los fenicios fundaron Cartago, en el siglo IX a.C.). Aunque, por cierto, oficialmente hablando, no hay evidencias de asentamientos fenicios en la costa africana antes del siglo X a.C. El Oera Linda señala que los frisones llegaron a las costas fenicias del mediterráneo 193 años después del hundimiento de Âldland. Pero esto puede ser una referencia imprecisa, a menos que estemos dispuestos a asumir que los fenicios ya habían llegado a las costas del norte de África antes de lo establecido por la historiografía oficial. Otra opción es que las costas fenicias a las que hace referencia el texto frisón sean las costas de Palestina. Pero incluso allí se dice que los fenicios aparecieron recién hacia el siglo XV a.C., esto es, unos quinientos años después de lo referido por el Oera Linda. Cabe destacar, al respecto, que el método tradicional para datar la presencia u origen de un pueblo, en una determinada región del mundo, depende en gran parte de las evidencias arqueológicas halladas. Si éstas tienen una antigüedad determinada de “x” años puede establecerse ésa como la antigüedad del pueblo estudiado. Pero ello no quita que ese pueblo pueda ser más antiguo; todo dependerá del hallazgo de nuevas evidencias. Ello nos pone en la perspectiva de pensar, tomando al Oera Linda como evidencia, que los fenicios pudieron ser más antiguos de lo que hasta ahora ha podido probarse. Ello salvaría al texto frisón de incurrir en un flagrante anacronismo. Si esto fuera así, Túnez o Palestina se nos ofrecen como los lugares más adecuados para situar las tempranas incursiones de los frisones en el mediterráneo. Pero al respecto nosotros creemos que Túnez lleva una ventaja enorme sobre Palestina; y las razones para esto son particularmente interesantes.
Existe en el corazón del mar mediterráneo, frente a las costas de Túnez, y a unos 100 km de Sicilia una Isla llamada Pantelaria. En esta Isla, en 1975, una expedición arqueológica británica halló los restos de una antigua base naval anterior a la ocupación fenicia. Según la historiografía oficial, los fenicios tomaron posesión de esta Isla probablemente hacia el siglo VII a.C. Los primeros habitantes de Pantelaria habrían sido de origen ibero-ligur. Con todo, las evidencias arqueológicas de asentamientos y artefactos en la Isla llegan a tener una antigüedad no inferior a 35.000 años.
Aunque Pantelaria no ofrece hoy con nitidez los rasgos descritos por el autor del Oera Linda -una isla de bahías tan pronunciadas que en realidad dejaba la impresión de ser tres islas-es altamente probable que hace cuatro mil años atrás haya podido tener un aspecto semejante. La mayoría de las islas del mediterráneo han variado mucho su geografía en el curso de los últimos cinco mil años. El Oera Linda habla de una Isla cercana a las costas fenicias. Si esas costas fueron, en efecto, Túnez, la isla de bahías pronunciadas tuvo que haber sido Pantelaria. Además, las ruinas de la antigua base naval descubierta por los británicos en 1975 ofrece el aspecto típico de una fortaleza como las que vienen descritas en el manuscrito frisón.
Pero esta isla es interesante también por otras razones. Dependiente administrativamente de la siciliana provincia italiana de Trapani, la Isla de Pantelaria asumió como escudo y bandera el emblema típico de la Isla de Sicilia. Éste, lo mismo que el escudo de la Isla de Man, está formado por un Tres Pies -trisquel o vilfos-sobre un fondo de colores rojo y amarillo. No sabemos si Pantelaria ostenta este escudo por Sicilia o si Sicilia lo ostenta por Pantelaria. La adopción de este emblema en Sicilia data del siglo XIII. Entonces, Pantelaria estaba bajo su ocupación 16 . Es altamente probable que el símbolo haya emigrado de Pantelaria a Sicilia y no al revés. Si ello fuera así Pantelaria se nos ofrece como un lugar privilegiado para respaldar la autenticidad del manuscrito frisón.
El Tres Pies -trisquel o vilfos, en lenguaje listiano-es un símbolo celta. Eso es, al menos, lo que nos dice la historiografía oficial. Nosotros contamos, al respecto, con otra información. Guido von List, el famoso desentrañador del Secreto de las Runas, piensa que los “Tres-Pies” son fyrfos encubiertos característicos de la tradición armanista. Los armanen no habrían sido un pueblo, sino una casta de sacerdotes magos, empinados en la cima de la estructura social de las antiguas tribus ario-germánicas. Una de esas tribus fueron los frisones 17 . Emparentados racial y geográficamente con los pueblos germánicos, los frisones pudieron haber cultivado sus mismos símbolos religiosos. Ello explicaría la presencia de un trisquel en la Isla Pantelaria donde se supone que llegaron hacia el 2000 a.C. Pero esto entraña todavía un misterio más profundo.
Según Guido von List el trisquel 18 es un fyrfos tardío encriptado, cuyo origen se halla en la misteriosa Cabeza de Gereón. El nombre Gereón es una forma evolucionada del monosílabo “Ge”, nombre primitivo de la runa Gibor. Esta runa es, de hecho, un fyrfos. En su inigualable investigación sobre el significado oculto de las Runas List identifica al fyrfos con la esvástica. Un fyrfos es una esvástica oculta, cifrada. La necesidad de cifrar o esconder la esvástica le fue impuesta a las tribus germánicas tras la implacable persecución de que fueran objeto por parte de los cristianos. Pero el hábito de encriptar esvásticas ya era ampliamente conocido, entre los germanos, mucho antes de la llegada del cristianismo. De hecho, el mismísimo Kroder de Juul es una runa Gibor encriptada, como bien puede apreciarse siguiendo la obra de Gorsleben.
En opinión de List, la forma jeroglífica más antigua de fyrfos o esvástica encriptada la constituye la cabeza de Gereón. Este símbolo viene representado por un triángulo equilátero hecho de tres perfiles humanos. El que su nombre sea “Gereon” revela que se trata de una runa Gibor encriptada. De acuerdo con List, en todos estos casos, el símbolo antecedió al jeroglífico. Así, la idea de ocultar el fyrfos originariamente de cuatro brazos-en un jeroglifo trial -de tres brazos o tres cabezas, como en el caso de la Cabeza de Gereón-pudo haber estado determinada por el uso del vilfos. El vilfos sería, de este modo, una forma ancestral de la Cabeza de Gereón. El que sea una cripta del fyrfos viene testimoniado incluso por su propio nombre. “Vilfos” significa literalmente “cuatro pies” (de Vier Fuβ que en alemán significa precisamente “cuatro pies”). Ello no coincide, por cierto, con sus tres extremidades, pero nos permite pensar que, en efecto, pudo haber sido una cripta antiquísima del fyrfos. Del “Vilfos” derivan, en opinión de List, todos los trisqueles, triskeliones y jeroglifos afines, como la Cabeza de Gereón y el Tres Pies. Por lo que, se concluye de esto, que ninguno de estos símbolos es originariamente celta (druida) 19 ; sino que todos serían originarios de la antigua Germania, entre cuyos pueblos hallamos al frisón.
En este orden de ideas, el “Tres Pies” pudo haber sido perfectamente un símbolo frisón. Si ello fuera así esto vendría a ratificar nuestra presunción de que antiguos navegantes frisones llegaron a la Isla de Pantelaria; y que ésta sería la isla de la que habla el Oera Linda, aquella a la que llegó Tünis y que fue llamada Thyrhisburgt.
Pero esto no es todo. Todavía queda un aspecto más que revisar. El relato frisón dice:
“Nêf Tünis navegó por el estrecho de Gibraltar hasta el Mar Mediterráneo. Cuando se produjo el hundimiento de Âtland hubo también mucho sufrimiento en las costas del Mediterráneo, y mucha gente de Finda, los krekalander, y gente del país de Lyda, se allegaron a nosotros. Por otra parte, muchos de los nuestros huyeron a la tierra de Lyda. El resultado de todo esto fue que los krekalander, por todas partes, dejaron de ser liderados por las Volkmoder. Tünis se había puesto en este escenario, y por eso esperaba encontrar allí un buen refugio, desde donde ir y servir bajo auspicios de los príncipes ricos. Pero como su flota y su gente tenía un aspecto desastroso, los habitantes de las costas pensaron que eran piratas; y les ahuyentaron. Al final arribaron a las costas fenicias, 193 años después del hundimiento de Âtland. Cerca de la costa se encontraron con una isla con dos bahías profundas, por lo que parecían ser tres islas. Se establecieron en la del medio, y más tarde construyeron una fortaleza en el lugar. Entonces quisieron darle un nombre, pero no hubo acuerdo en ello. Algunos desearon llamarla Fryasburg, y otros Neftunia, pero los mâgjares y los finneses sugirieron que se llamara Thyrhisburgt”20.
Si las costas fenicias a las que llegaron fueron efectivamente las costas de Túnez, como sugerimos más arriba, entonces cobra plenamente sentido que Túnez se llame Túnez. Este misterioso nombre no es originario de los árabes que ocuparon tardíamente esta región, ni de los griegos -que ya antes de Cristo la llamaban Tynes-ni de los fenicios, que fundaron allí Cartago. El nombre de Túnez deriva de Tunis, palabra con la que los antiguos designaban a la ciudad que actualmente es la capital de este país. Pero el origen de este nombre continúa siendo un misterio. Algunos la han atribuido a la deidad fenicia Tanith, otros le han supuesto un origen bereber. Lo cierto es que la región es conocida con este nombre desde tiempos inmemoriales. Y es muy altamente probable que su antigüedad se empine por sobre los mil quinientos años antes de la era común.
Las crónicas del Oera Linda hablan de un rey del mar llamado Tünis. Dicen de él que llegó a las costas fenicias hacia el 2000 antes de Cristo. Fundó Thyrhisburgt en una isla (probablemente Pantelaria) con la que se topó frente a estas costas. Sus hazañas son legendarias. Fue conocido en todo el mundo mediterráneo como “Primo Tünis” -en frisio Nêf Tünis-en virtud a su parentela con Wodin e Inka, sobrinos todos de otro mítico rey del mar llamado Sterik. Hay quienes han querido ver en este personaje al también mítico dios de los océanos, Neptuno. De eso ya hablaremos más adelante. Pero, por lo que nos concierne ahora, Tünis cobra relevancia como posible origen del nombre de la ciudad de Túnez -llamada Tunis en la antigüedad. ¿Fue Túnez llamada Tunis en homenaje a este legendario rey del mar frisón? No lo sabemos. Pero no deja de ser sugerente y sugestivo que este nombre, cuyo origen se halla todavía envuelto en un halo de misterio, sea prácticamente idéntico al nombre de este mítico personaje de las crónicas del Oera Linda.
En base a todas estas coincidencias quisiera sugerir como hipótesis lo que sigue. Es probable que un marino frisón haya navegado por el mediterráneo hasta las costas del norte de África. Es probable, también, que se haya establecido allí, fundando ciudades; y haya llegado a ser famoso. Nada de esto es imposible. Asumamos que se llamaba Tünis, como lo enseña el Oera Linda. Ello explicaría el origen del misterioso nombre de la ciudad de Túnez. Si a ello agregamos lo dicho por nosotros más arriba referente al escudo de la Isla de Pantelaria y la fortaleza pre-fenicia que allí fue descubierta en 1975, tenemos más de una razón para pensar que los relatos del Oera Linda tienen, en alguna medida, asidero. Así, las crónicas sobre Tünis y su arribo a las costas fenicias puede constituir un principio en favor de la autenticidad del manuscrito. Basados en las probabilidades que hemos desplegado aquí creemos que no es descabellado suponer verosimilitud al relato del Oera Linda. Y si ello es así este texto viene a revelársenos como una fuente de noticias privilegiadas sobre el mundo antiguo. He allí el valor que en principio le atribuimos a este texto.
Anacronismos
Una de las críticas más recurrentes al Oera Linda tiene que ver con los anacronismos. Se imputa al texto estar plagado de ellos; y se ha hecho recaer en esto el principal resquicio en contra de su autenticidad. Nosotros creemos que estas críticas no son infundadas del todo. Hay asidero en muchas de ellas. Pero también pensamos que muchos de los así llamados anacronismos no lo son en verdad; y pueden explicarse, cuando no refutarse, en base a una argumentación muy sencilla -la que es altamente probable y ha pasado inadvertida hasta hoy. Sostenemos que si hay anacronismos en el texto éstos pueden ser perfectamente imputables al copista o al cronista del Oera Linda; y hay razones fundadas para inclinarse a pensar así. Para esto, hay que partir por resolver cuáles podrían ser eventualmente “anacronismos”, y cuáles efectivamente no lo son. Ello nos impone la tarea de tener que distinguir, entre éstos, dos tipos o clases distintas: los que vienen determinados por hechos que no pudieron suceder como los narra el Oera Linda, por estar desfasados en el tiempo o lugar (según lo que nos viene enseñado por la historiografía oficial); y los que responden a formas sociales o estructuras de pensamiento imposibles de achacar a determinados pueblos o regiones, por reflejar inquietudes típicas de épocas posteriores (como las del siglo XIX, por ejemplo).
El anteriormente analizado relato de los viajes de Tünis al mediterráneo respondería al primer tipo de estos anacronismos propuestos aquí. En él se dice que Tünis llegó a las costas fenicias en una época, el 2000 a.C., en la que no hay evidencia que haya habido allí fenicios. Luego, se afirma, esto tiene que ser un anacronismo. Pero no se ha escrutado la posibilidad de que la palabra “fenicio” allí sea un agregado del copista; e incluso, en alguna medida, también, del cronista. No hay que olvidar que el Oera Linda fue fijado como texto por primera vez en el siglo V antes de Cristo, en una época en que los fenicios eran ampliamente conocidos en todo el mundo mediterráneo. El cronista pudo haber querido decir que Tünis llegó a una región que en su tiempo (el siglo V antes de Cristo) estaba ocupada por fenicios -aunque no lo hayan estado en los días en que Tünis (esto es, quince siglos antes) llegó efectivamente allí. Si el texto original hubiera sido escrito en el año 2000 a.C. éste sería efectivamente un anacronismo; pero el copista dice que fue escrito en el siglo V antes de Cristo -por lo menos el pasaje que estamos analizando-en una época en que la palabra “fenicio” y el pueblo al que ésta remite, eran largamente conocidos. Así, no parece que éste sea verdaderamente un anacronismo.
El Oera Linda fue escrito -por lo menos la parte más antigua de éste-en el siglo V antes de Cristo. Pero narra historias que acontecieron unos diecisiete siglos antes. En ello podría residir un principio fácil de explicación de todos los anacronismos. Pues al estar sus autores tan lejos en el tiempo de los hechos que narran se explica fácilmente que hayan podido incurrir en tantas y tan comunes imprecisiones. Esto no es nada anormal; por el contrario, es algo muy común -e incluso esperable. Admitirlo constituiría un ejercicio de honestidad intelectual, inclusive para los detractores más acérrimos del Oera Linda. Pues, después de todo, no cuesta mucho imaginar que un cronista del siglo V
a.C. haya podido carecer de la formación más elemental con que cuenta un historiador moderno. Puestas así las cosas, resulta que los anacronismos, antes utilizados para impugnarle autenticidad al texto, hoy podrían muy fácilmente convertirse, por estas razones, en todo lo contrario.
Pero persiste todavía un hecho espinoso. Hay, entre los anacronismos del Oera Linda -esto ya lo dijimos-los que son de dos tipos: los que refieren en los hechos desfases espacio-temporales; y los que parecen ser construcciones subjetivas de un tiempo muy actual. Es a este segundo tipo de anacronismos a los que dedicaremos las siguientes líneas.
En un pasaje significativo del capítulo titulado “Las Leyes del Gobierno de Los Burgos” puede leerse lo que sigue:
“Si ella (la Volkmoder) es llamada a decidir sobre cualquier asunto judicial entre un Grêvetman y la comunidad, deberá inclinarse siempre hacia el lado de la comunidad, con el fin de conservar la paz; porque es mejor que un solo hombre sufra a que lo hagan muchos”21
He aquí lo que consideramos como un anacronismo puro. Pasajes como éste podrían invocarse muy fácilmente en favor de la inautenticidad del manuscrito. Lo que en él se lee nos parece dudoso, cuestionable y muy probablemente anacrónico. La frase del pasaje que vuelve este articulado sospechoso es “…y porque es mejor que un solo hombre sufra a que lo hagan muchos”. Una simple lectura a estas líneas hace evocar el texto neo testamentario de Juan 11, 4950 en la que Caifás, sumo sacerdote judío, aparece diciendo: “… Vosotros no sabéis nada, ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca”.
En otro pasaje del Oera Linda hallamos un capítulo entero que nos parece destacable en la perspectiva del debate de los anacronismos. Éste se titula “Los Escritos de Minnos II”22. Hacia la parte intermedia del capítulo puede leerse lo que sigue:
“En otro tiempo, cuando la peste asolaba el país, vinieron ellos (los sacerdotes) con una tropa entera de gente y dijeron: “Estamos todos haciendo ofrendas a los dioses para que ellos puedan llevarse lejos la peste. ¿No nos ayudáis a rechazar su ira? ¿O habéis traído vosotros mismos la peste a la tierra, con todas vuestras artes? ” “No”, dijo Min-erva, “No conozco ningún dios que haga el mal, por lo que no puedo pedirles que hagan el bien. Yo sólo sé que hay un espíritu bueno, que es el de Wr-alda, y como él es bueno, nunca hace el mal”. “¿De dónde entonces viene el mal?”, preguntaron los sacerdotes. “Todo el mal viene de vosotros, y de la estupidez de la gente que se deja embaucar por vosotros” Respondió Hellênja. “Si vuestro Dios es, entonces, extremadamente bueno ¿Por qué no aparta el mal?” preguntaron los sacerdotes. Hellênja respondió: “Frya nos ha puesto aquí, y Kroder, esto es, la Rueda del Tiempo, debe hacer el resto. Para todas las calamidades pueden hallarse consejos y remedios, pero Wr-alda quiere que debamos buscarlas por nosotros mismos, a fin de que podamos llegar a ser fuertes y sabios. Si no hiciéramos esto, él nos abandonaría a nuestros propios medios, a objeto de que podamos experimentar los resultados de una conducta sabia o estúpida”23.
Este pasaje evoca las clásicas discusiones teológicas de la Europa medieval sobre el origen del mal y el rol de Dios en ello. También recuerda los debates teológicos de los protestantes del siglo XIX sobre el mismo particular. Es, de hecho, en apariencia, un diálogo imposible, en la perspectiva de la ética que conocemos de los pueblos germánicos de antes del advenimiento del cristianismo. Hay algunos antecedentes de esta forma de pensar en los diálogos juveniles de Platón. Pero no sería descabellado pensar que en verdad corresponden a una intercalación tardía al texto.
En otro pasaje del mismo capítulo se lee:
“La gente comenzó a burlarse y a mofarse, por lo que ella no se atrevió a continuar con el tema. Y se habría pensado que los sacerdotes convocarían a una asamblea del pueblo para echarnos del país; pero en vez de esto, en lugar de maltratarla, marcharon desde el pagano Krekaland hacia el Alpa, proclamando que Dios todopoderoso se había complacido en enviar, sobre el mar, en una nube, a su inteligente hija Min-erva, llamada también Nyhellênja, para dar a la gente buenos consejos; y para que todos quienes le escucharan se enriquecieran con sus palabras y fueran felices y gobernaran, al final, en todos los reinos de la tierra. Por esto le erigieron estatuas en todos sus altares. Anunciaron y entusiasmaron a la gente común con consejos que ella nunca había dado. Y relataron milagros que ella nunca hizo. Astutamente se hicieron los dueños de nuestras leyes y costumbres; y con destreza e ingenio fueron capaces de explicarlas y difundirlas a su alrededor”24.
En estas líneas, quizá más claramente que en el ejemplo anterior, puede apreciarse un tipo de anacronismo de la segunda clase descrita por nosotros. Es casi un relato fabulado de lo que ha sido hasta hoy la historia del cristianismo, según un particular punto de vista. Analicemos esto por parte. Primero, el texto dice de Nyhellênja que, en lugar de ser maltratada por los sacerdotes, éstos “marcharon desde el pagano Krekaland hacia el Alpa, proclamando que Dios todopoderoso se había complacido en enviar, sobre el mar, en una nube, a su inteligente hija Minerva, llamada también Nyhellênja, para dar a la gente buenos consejos”. Esto, visto desde una particular apreciación de la historia temprana del cristianismo, guarda muchas semejanzas con los hechos que acaecieron inmediatamente después de la muerte de Jesús. Sus discípulos -lo mismo que los sacerdotes en esta narración sobre Nyhellênja-se fueron más allá de los límites de Palestina (hacia Grecia, Egipto, Roma, etc.) proclamando que Jesús era un enviado de Dios y que había venido a este mundo, entre otras cosas, para dar su sabiduría a los hombres. Luego el texto agrega, refiriéndose a Nyhellênja, lo que sigue: “Por esto le erigieron estatuas en todos sus altares. Anunciaron y entusiasmaron a la gente común con consejos que ella nunca había dado. Y relataron milagros que ella nunca hizo”. Es ésta, a nuestro juicio, una clara alusión al cristianismo; y por lo mismo, un pasaje que califica muy bien para lo que hemos llamado anacronismo. Lo mismo que el texto relata de Nyhellênja podemos decir que le aconteció a Jesús. En su nombre los sacerdotes cristianos le erigieron estatuas en todos sus altares; anunciaron a destajo su segunda venida; pusieron en su boca cosas que son altamente improbables que haya dicho un judío del siglo I; y narraron milagros que no podemos estar ciertos que se produjeran. En este sentido, la tesis de Jensma, analizada al inicio, se vuelve altamente atractiva. Si nosotros quisiéramos mostrar, de una manera didáctica, cómo fue que desde Pablo el cristianismo ha sido una manipulación de la enseñanza, la obra y la vida de Jesús, con fines propios, una historia de Nyhellênja, narrada en estos términos, se nos representa como un relato muy adecuado cuando no, una verdadera parodia sobre la vida de Jesús. Es altamente probable que quien redactó estas líneas haya querido desmitificar a Jesús (o des-divinizarlo); es posible, también, que haya buscado minar el poder de las iglesias (católica o protestantes). Después de todo, si es posible reconocer, en un antecedente anterior a Jesús, todos los vicios que después vendrán a desarrollarse en la Iglesia, una parodia como ésta sirve de anclaje para hacer más visible aun la situación que se busca enjuiciar. Así, no es descabellado pensar que éste es también un anacronismo; aunque, como en todo este tipo de cosas, no podemos sostenerlo más allá de la especulación.
Hay, entre los que podemos calificar de anacronismos, uno particularmente interesante. Se trata de una narración cuyas semejanzas con la figura neo-testamentaria de Jesús es todavía más evidente que en el ejemplo anterior. El nombre del héroe de estas sagas, en frisio, es Jes-us. De entrada ya se advierte que la semejanza no es cuestión de interpretación. El Oera Linda dice que Jes-us vivió en el siglo VI a.C. y que era el hijo de un alto sacerdote y una princesa frisona de la región de Kasamyr. Agrega que éste era un amor prohibido por lo que Jes-us fue ocultado y negado como hijo. Llevado a vivir con los pobres de la ciudad creció plenamente consciente de su alto linaje, por lo que se procuró para sí adquirir toda la sabiduría que pudo. De ese modo su inteligencia llegó a ser muy vasta; por lo que se agenció la admiración del pueblo y el temor de los sacerdotes. Cuando fue adulto volvió con sus padres; pero éstos volvieron a rechazarle. Abrumado por el dolor vagó por todo el país. Entonces conoció a un marinero frisón quien le enseñó las costumbres de los hijos de Frya. A partir de entonces se dedicó a predicar el amor, la caridad, la justicia; y la intolerancia hacia los ricos y los sacerdotes. La gente le conocía por el nombre de Kris-en; pero su amigo frisón le llamaba Bûda. Los sacerdotes lo odiaban; por lo que Jes-us se vio obligado a huir del país. Nada de esto, sin embargo, impidió que su doctrina y su enseñanza se extendiera por todas partes. Finalmente, tras doce años de viajar por diversos lugares, Jes-us murió. El Oera Linda no aclara cómo. Pero sí dice que sus amigos conservaron sus enseñanzas y se encargaron de llevarla donde fuera que hubiera gente predispuesta a oírlas. ¿Qué pasó después de la muerte de Jes-us? Dejemos que el propio cronista del Oera Linda nos lo aclare.
“Mientras la doctrina de Jes-us se extendía sobre el planeta, los falsos sacerdotes fueron a la tierra de su nacimiento a dar a conocer su muerte. Ellos dijeron ser sus amigos y fingieron sentir gran dolor rasgando sus ropas y afeitando sus cabeza. Se fueron a vivir en cuevas en las montañas, pero en ellas habían ocultado todos sus tesoros e hicieron allí imágenes de Jes-us. Dieron estas estatuillas a la gente sencilla. Les dijeron finalmente que Jes-us era un dios; que esto él mismo se los había dicho a ellos y que todos aquellos que creyeran su doctrina entrarían luego en su reino, donde todo sería alegría y felicidad. Al advertir que ellos sabían que Jes-us se oponía a los ricos anunciaron por todas partes que la pobreza, el sufrimiento y la humildad eran la puerta de entrada a su reino y que los que habían sufrido más en la tierra debían gozar de la mayor felicidad allí. A pesar de que sabían que Jes-us había enseñado a los hombres a regular y controlar sus pasiones, ellos enseñaron que los hombres debían reprimir sus pasiones, y que la perfección de la humanidad consistía en ser tan insensible como las piedras frías. Con el fin de hacer creer al pueblo que ellos hacían lo que predicaban fingieron la pobreza hacia afuera y pretendieron haber superado todas sus pasiones sensuales no teniendo esposas. Mas si cualquier muchacha hubiera dado un paso en falso se le habría perdonado rápidamente. ‘Los débiles decían-serán asistidos, y para salvar sus almas los hombres deberán dar en gran medida a la Iglesia’. Actuando así, tuvieron esposas y niños sin tener hogares, y fueron ricos sin trabajar. Pero el pueblo se empobreció y llegó a ser más miserable de lo que había sido nunca. Esta doctrina, que pedía de los sacerdotes poseer no más conocimiento que hablar con engaño y pretender ser piadosos mientras se actuaba injustamente, se esparció de Este a Oeste y vino también a nuestras tierras”25.
Valga la extensión de la cita para ilustrar debidamente lo que es, fuera de toda duda, un auténtico anacronismo. Para quienes somos conocedores de la historia del cristianismo es ésta una apretada forma de exponerla, bajo un particular punto de vista, contrario a la tradición de las Iglesias. Pero veámoslo en detalle. Hay en estos relatos sobre Jes-us dos clases de parecidos distintos: primero, están los que son circunstanciales; y luego, los que responden casi al calco a la historia del cristianismo. También hay una serie de desemejanzas interesantes sobre las que cabe apuntar algunas líneas -sobre todo porque bajo la superficie de cada una de éstas yacen ocultan también bizarras formas de coincidencias y sincronías. Vayamos con lo primero. Las coincidencias circunstanciales son: a) Sus padres. El Oera Linda dice que Jes-us era hijo de un alto sacerdote del pueblo de Finda y una princesa de origen frisón. Del Jesús histórico también se puede decir algo muy similar en este sentido. Los evangelistas señalan, a su modo, que tanto María como José descendían por línea directa del rey David26. De José se ha establecido que era un rabino; es decir, una especie de sacerdote. Si María es descendiente de David hay razones para imputarle un linaje real, y por tanto, la calidad de una princesa. Sobre el rey David cabe destacar algo muy curioso -y hasta ahora pasado por alto. La Biblia dice que este rey era rubio y de bellos ojos (probablemente azules)27, una característica más típica del pueblo frisón que de los habitantes de la región de palestina. Si ello fuera así y María descendiera de él hay razones para pensar entonces en su probable origen frisio b) Vivió entre los pobres. El Oera dice que Jes-us creció entre los pobres del pueblo. De Jesús también se puede decir algo similar. Aunque ambos eran de naturaleza real vivieron, por diversas razones, entre la gente más humilde de sus respectivos pueblos. c) La sabiduría y el temor de los sacerdotes. El Oera Linda dice que Jes-us cultivó la sabiduría desde muy niño y que por ello se granjeó el temor28 y la antipatía de los sacerdotes. De Jesús también se predica algo similar. El tópico del niño sabio que habla con los más altos dignatarios y sacerdotes de su pueblo es un lugar común en el relato del Oera Linda y en el documento neotestamentario. En Lucas puede leerse, por ejemplo, que cuando Jesús tenía doce años discutía con los sabios y los maestros de ley sobre complejos asuntos teológicos: la gente quedaba estupefacta al oírle y se maravillaban de su asombrosa inteligencia29. d) El contenido de la prédica. El Oera Linda dice que Jes-us predicaba el amor, la justicia y la caridad por todas partes. Lo mismo puede afirmarse también de Jesús. Y aunque en general éstos son rasgos de la predica de la mayoría de los sublimadores de la humanidad hay algunos aspectos que ponen en sintonía de un modo mucho más enfático el perfil doctrinario de estos dos personajes. Por ejemplo: Jes-us “enseñaba a la gente a no tolerar a los ricos o a los sacerdotes, y a protegerse a sí mismos contra la falsa vergüenza” 30 . También Jesús predispuso a su pueblo en contra de los fariseos y sacerdotes de su época31. Pero el Oera Linda, además, sugiere que estos sacerdotes representaban un rol parasitario en su sociedad. En un pasaje significativo dirigido contra los sacerdotes se puede leer: “La tierra (decía Jes-us) otorgó sus tesoros a quienes trabajan, por lo que todos están obligados a cavar, a arar a sembrar si quieren cosechar; aunque nadie está obligado a hacer nada por otro, a menos que sea de buena voluntad”. Del mismo modo Jesús espeta cosas similares a los escribas y fariseos. Por último, la antipatía entre los sacerdotes y Jes-us, por un lado, y Jesús y los fariseos, por otro, se refleja también en el hecho como éstos calificaban a ambos personajes: mientras los sacerdotes llamaron “Fo” (falso) al Jes-us del Oera Linda; los fariseos dijeron del Jesús histórico que era un blasfemo. e) Los nombres de Jes-us. El Oera Linda dice que Jes-us era conocido también como Kris-en y Bûda. Jesús es llamado en los evangelios Cristo, que significa el ungido. La palabra Cristo deriva del verbo griego “crisein”, “jrisein” o “krisein” (χρισειν) que es muy similar a la palabra “Kris-en”. Por otro lado, estos nombres también sugieren un paralelo con las figuras de Krishna y Buda. Aunque “Kris-en” es también una forma de decir “Cristo”, el vínculo con Krishna nos viene sugerido por la región en que se dice que predicó -Kasemyr, Cachemira, en la India antigua-y la presencia también del nombre de Bûda. Krishna y Buda son dos avatares, encarnaciones de Visnú, la divinidad indostánica. En cuanto encarnaciones son Dios hecho hombre. Esto concuerda plenamente con lo que dice el cristianismo que es Jesús. f) La extensión de su doctrina. El Oera Linda dice que Jes-us se vio obligado a huir de la ira de los sacerdotes. De Jesús se dice que fue crucificado a causa de la instigación de los fariseos. Pero en uno y otro caso estos hechos no empañaron la obra de estos personajes. Tanto la doctrina de Jes-us como la de Jesús logró extenderse más allá de los límites de su propio país. Y en ambos casos son sus amigos o discípulos quienes se encargan de difundir su obra. Es éste, por tanto, también, un caso típico de lo que hemos llamado coincidencias circunstanciales. Formas de parecidos que se evocan y remiten mutuamente, siendo sus desemejanzas eventos muy menores, que atañen ora a las circunstancias, ora al tiempo; o al lugar. Los parecidos casi al calco, en cambio, son los más presentes en el relato del Oera Linda. Éstos no sólo refuerzan la hipótesis de la anacronía, sino que, además, culminan por constituirse en la mejor evidencia en favor de quienes se inclinan por su inautenticidad. Pero veamos esto en detalle. El Oera Linda dice que mientras se extendía la doctrina de Jes-us los falsos sacerdotes se fueron a la tierra de su nacimiento a informar su muerte. Allí fingieron ser sus amigos, rasgaron vestiduras y afeitaron sus cabezas. El giro de lenguaje “rasgar vestiduras” no es propiamente frisón, nórdico o germánico. Es judío y pertenece a la tradición de la Biblia. Es lo que dice el texto neo-testamentario que hicieron personajes como Caifás, los escribas y los fariseos del Templo. Luego el Oera Linda agrega que los sacerdotes hicieron imágenes y estatuillas de Jes-us y las dieron a la gente sencilla. La preocupación por las imágenes y representaciones de Dios no es tampoco un interés de los pueblos germánicos; pero sí lo es de los judíos bíblicos y de los protestantes en el cristianismo. Tras esto el Oera Linda afirma que Jes-us fue proclamado Dios por los sacerdotes -y que ésta verdad les habría sido comunicada a ellos por el propio Jes-us. También la divinidad de Jesús fue decretada por concilio de los obispos32; y también ellos dijeron que, a su modo, a veces abiertamente, a veces en medio de señales, fue Jesús mismo quien comunicó esto a sus discípulos. El Oera Linda sostiene que los sacerdotes hicieron creer a la gente que quienes adoptaran esta doctrina heredarían el reino y serías felices y plenos. También la idea del reino es una idea cristiana. No existe entre los pueblos germánicos noción alguna que evoque una idea semejante. Lo más parecido podría ser el Walhalla. Pero allí no se entra por profesión de fe, ni por apegos a doctrinas más o menos dogmáticas. El derecho al Walhalla se conquista por medio de la espada. Es la muerte en combate únicamente lo que garantiza su posesión. Lo que viene a continuación en el Oera Linda es prácticamente una crónica de la historia del cristianismo medieval: sacerdotes que predicaban, en nombre de Jes-us, pobreza y castidad, pero vivían muy cómodamente en sus conventos fornicando, sin trabajar un día a nadie; y ostentando mayor riqueza que los ciudadanos decentes del lugar. Es éste un retrato al calco de la historia de la Iglesia cristiana en medievo. Finalmente, el Oera Linda dice que fue ésta una doctrina que se esparció de Oriente a Occidente y llegó también a las tierras del norte de Europa, a las tierras frisonas, al país de los autores de estas crónicas. Ésa es exactamente la dirección que sigue la expansión del cristianismo. De tal modo que la identidad entre un relato y otro, en todas sus líneas y aspectos, revela una forma de coincidencia perfecta -razón suficiente para sospechar justificadamente de su autenticidad.
Pero esto no es todo. Hacia el final el Oera Linda agrega un texto de extraordinario valor profetal. Helo aquí expuesto en toda su extensión.
“Pero cuando los sacerdotes crean que han extinguido por completo la luz de Frya y de Jes-us, todos los hombres que hayan preservado en silencio la verdad entre ellos, ocultándola a los sacerdotes, se pondrán de pie. Éstos serán de sangre regia (sangre de príncipe), sangre de sacerdote, sangre slâvona y sangre de Frya. Harán su luz visible, por lo que todos los hombres verán la verdad y exclamarán: “¡Ay de los actos de los príncipes y de los sacerdotes!” Los príncipes que aman la verdad y la justicia se separarán de los sacerdotes; entonces correrá la sangre, mas a partir de esto la gente ganará nuevas fuerzas. El pueblo de Finda contribuirá con su industria al bien común, la gente de Lydas con su fuerza, y nosotros con nuestra sabiduría. Entonces los sacerdotes falsos serán barridos de la tierra. El espíritu de Wr-alda podrá ser invocado en todas partes y siempre. Las leyes que Wr-alda inculcó en el principio en nuestras conciencias serán las únicamente oídas. No habrá ni príncipes, ni amos, ni gobernantes; a excepción de los elegidos por la voz general. Entonces Frya se regocijará y la tierra únicamente dará sus frutos a quienes la trabajan. Todo esto comenzará 4.000 años después del hundimiento de Âtland; y 1.000 años después habrán desaparecido todos los sacerdotes y la opresión”33
Hay, respecto de estos pasajes, muchas cuestiones interesantes sobre las que comentar. Primero: el texto hace referencia a una época de opresión. En ésta, los opresores creerán que han extinguido por completo la luz de Jes-us y Frya. Si omitimos a Jes-us de este relato, por considerarlo una intercalación en lo que pudo ser una narración original, y nos quedamos únicamente con Frya, esta cuestión se torna altamente sugerente. Frya es la diosa luz de la proto religión pagana de los germanos. El Oera Linda dice que vendrá una época en la que los hombres que hayan preservado en silencio su verdad se pondrán de pie y se alzarán contra la opresión. Esta época vendrá cuando los sacerdotes crean que han extinguido por completo la luz de Frya. ¿No es acaso la nuestra ésa época? Éstos volverán a hacer visible la luz de Frya y denunciaran los actos y las vilezas de los príncipes (los gobernantes), quienes habrán estado coludido hasta entonces con los sacerdotes. Ahora: ¿quienes son éstos sacerdotes? En nuestra opinión, los de las Iglesias cristianas (incluyendo la católica) no lo son. Los buenos gobernantes se separarán de estos impíos sacerdotes. Y correrá la sangre -¿habrá guerras?-; pero a partir de ello la gente ganará nuevas fuerzas y todo volverá a su equilibrio natural. El pueblo de Finda -los asiáticos-contribuirán al bien común con su tecnología y su industria; los hijos de Lyda -los africanos-con su trabajo; y los hijos de Frya con su sabiduría. Los sacerdotes serán barridos de la tierra. Y todo esto comenzará 4000 años después del hundimiento de Âldland, esto es, en el año 1807 de nuestra era; y tardará 1000 años más, todavía, en completarse. Es ésta una profecía interesante. No resulta, en absoluto, idéntica o parecida a otra cualquiera de la tradición cristiana. Ello nos pone en la perspectiva de imaginarla como un texto del todo diferente a los que hemos analizado aquí previamente. Y nos autoriza a desplegar ya nuestra hipótesis en los párrafos siguientes.
Sostenemos que el Oera Linda es un híbrido en el que algunas partes son apócrifas y otras muy altamente auténticas. Es posible -y probable-que las tradiciones de los nórdicos germanos de la Frisia antigua hayan sido preservadas por un linaje familiar en ciertos manuscritos, transmitidos y copiados de generación en generación, a través del curso de los siglos. Es posible -y probable también-que en estos manuscritos, cada nueva generación, haya intercalado información distinta de la original, haciendo de este texto un híbrido plagado de anacronismos; y justificando así la imputación de inautenticidad. Después de todo, a diferencia de otros manuscritos antiguos, el Oera Linda, a expresa confesión de parte, es un manuscrito que se ha venido copiando y re-copiando desde hace dos mil seiscientos años. Y la probabilidad que en cada copia, cada nuevo copista, haya no sólo copiado, sino interpretado la información e intercalado nuevas cosas, según sus nuevos antecedentes, es altamente probable. Así, es muy posible que en el texto original se haya leído, en el comentado pasaje de los viajes de Tünis, que éste simplemente llegó a las costas del norte de las tierras de Lyda (África), y el copista, con la nueva información disponible en el siglo VI a.C., haya agregado la palabra “fenicios”. Del mismo modo, las referencias a un sabio de Kasamyr, cuya sabiduría pudiera haber sido en extremo semejante a la de Jesús, pudo haber llevado al copista a identificarlo con él, al punto de llamarle Jes-us; y recrear, a partir de estas semejanzas, la historia primera del cristianismo. Este copista pudo haber sido Liko Ovira Linda, cuya opinión sobre los sacerdotes, en todos sus puntos tajante, no está en absoluto lejos de la que ostentaron otros contemporáneos suyos, como Aldeberto, Tankelmo o el mítico Eun della Stella. No descarto con ello que haya habido también otras intercalaciones más recientes al texto. La carta de Ljudgêrth, por ejemplo, puede ser perfectamente un caso de éstos. Ello explicaría los dos tipos de hojas distintas que, según los resultados arrojados por los análisis, contiene el Oera Linda. También dilucidaría los misterios relativos a los anacronismos; y lograría explicar, de paso, la coexistencia, en un mismo texto, de los diversos dialectos de frisón antiguo y moderno. Si todo esto que es probable fuera posible el Oera Linda vendría a ser un texto en esencia auténtico. Esto es: que prescindiendo de los detalles, en el grueso de las historias que se narran, persiste un alto grado de probabilidad y de verosimilitud. Ese grueso de las crónicas del Oera Linda nos dice que hubo un pueblo germánico que civilizó al mediterráneo; y no sólo a éste, sino también, a las tierras de nuestra américa románica; y también a la lejana India. Agrega que ese pueblo germánico era originario de un continente desaparecido, hundido en los mares del norte, al que sus habitantes llamaron luego Âldland, la Atlántida. Y que su civilización avanzó de Occidente a Oriente, no al revés (salvo en el caso de Nêf Inka que habría marchado hacia las costas del continente americano), llevando una cultura del todo originaria, cuyos rastros pueden pesquisarse, todavía hoy, en todos los rincones del planeta.
En esta línea de argumentación se nos imponen como muy altamente probables las historias referidas sobre Nêf Tünis y Nêf Inka, Ulysus y Kalip, Minos y Krêtar, los Golen, los Kåltas (Celtas) y los Trowydas (Druidas); e incluso lo ya analizado, en un otro sentido, sobre Jes-us y Nyhellênja (Min-erva). En lo que sigue revisaremos en detalle las condiciones de posibilidad de todas estas historias. En algunas de ellas los grados de coincidencia con lo establecido por la historiografía oficial son verdaderamente sorprendentes. Iniciaremos nuestro análisis por las ya conocidas historias de Jes-us y Nyhellênja. El tenerlas frescas en la memoria facilitará la exposición de lo que intentamos comunicar. A una nueva luz estas historias nos resultarán sorprendentemente diferentes.
Jes-us, el sabio de Kasamyr
Hay en las historias referidas sobre Jes-us algo sobre lo que no hemos reparado aun. Esto es de una importancia severa. El Oera Linda dice que Jes-us era oriundo de la región de Kasamyr y sitúa a esta provincia en los valles de la India. Existe en esa región, desde muy antiguo, una llanura entre las altas montañas conocida como Cachemira. Kasamyr y Cachemira son probablemente el mismo lugar. Si ello es así el relato sobre Jes-us del Oera Linda se torna extraordinariamente atractivo. Hay una tradición, poco conocida en occidente, que dice que Jesús vivió en Cachemira. Tras sobrevivir a la crucifixión y curar sus heridas, Jesús habría emigrado hacia el norte de la India, en busca de las tribus perdidas de Israel. Allí, entre las altas montañas, vivió hasta una edad muy avanzada. Y su tumba, incluso hoy, permanece accesible a la vista de cualquier visitante. Lo más interesante de esta historia, a efectos de probar la autenticidad del Oera Linda, es que fue planteada por primera vez en 1902. Antes de esta fecha era por completo desconocida en occidente; e incluso en Oriente. Cierto es que se sabía de un gran sabio llamado Yuzasaf que había vivido hacia el siglo I en Cachemira. Pero no fue sino hasta comienzos del siglo XX que se le identificó con la persona de Jesús. El primero en hablar de esto fue Ghulam Ahmad, autoproclamado mesías fundador de la comunidad árabe de ahmadía34. Pero, luego de él, múltiples han sido las investigaciones que han insistido en estos parecidos.
El Oera Linda fue publicado, por primera vez, en 1872. En caso de ser un fraude ¿cómo pudieron los falsificadores saber de estas cosas treinta años antes de que fueran por primera vez planteadas? El manuscrito frisón dice, además, que Jes-us fue llamado Kris-en, Bûda y Fo35. Yuzasaf es el nombre árabe del príncipe Sidharta en la leyenda de Barlaam y Josafat. Sidharta es el Buda Gautama. En China, este príncipe fue conocido con el nombre de Fo. Yuzasaf, Sidharta, Buda y Fo son cuatro nombres para designar a un mismo personaje. Ahora, el nombre de Jesús en hebreo es Yoshua; en árabe es Issa. Yuz Asaf podría ser una evolución tardía del nombre Yoshua Issa. Todas estas coincidencias son significativas. Pero hay todavía más. En la tumba de este emblemático personaje, en India, se halla grabado en la piedra un bajorrelieve en el que pueden distinguirse dos pies. Esto indica que se trata de la tumba de un santo. La tradición de grabar los “pies” del extinto en su tumba fue, de antiguo, muy popular en Asia. Pero estos grabados iban siempre acompañados de algún símbolo distintivo de la persona que yacía allí. Por ejemplo, en la tumba de Buda, los pies grabados en la piedra tienen una esvástica. En la de Yuz Asaf los pies grabados lucen unas heridas típicas de crucifixión. Esto no puede ignorarse. Sabido es que sólo en Roma se crucificaba a la gente -en Roma, o en los lugares que fueron ocupados por los romanos. No era éste el caso de la India. También sobre la piedra de la tumba de Yuz Asaf yacen variadas inscripciones en árabe antiguo. Pero ésta está orientada en una dirección este-oeste, siguiendo la clásica tradición judía -y no la árabe, que entierra a sus muertos mirando hacia la Meca. Quien allí yace tampoco pudo ser hindú, pues en tal caso sus restos habrían sido incinerados. Al lado de la tumba de Yuz Asaf hay otra más pequeña, posiblemente la de su esposa. Todos éstos son indicios de que la hipótesis de que Jesús vivió y murió en Cachemira puede tener un muy alto asidero. Si ello es así la historia narrada por el Oera Linda sobre Jes-us en Kasamyr cobra sentido; y habiendo sido planteada con anterioridad a los escritos de Notovicth y Ahmad no puede afirmarse de ella que sea una falsificación o que se haya basado en estas noticias. Antes bien, ello prueba que el Oera Linda puede ser auténtico; y que el relato frisón, lo mismo que el manuscrito del monasterio de Hamis, narran, a su modo, hechos reales, sobre los que tuvieron noticias a partir de distintas fuentes.
Hay todavía algo más que agregar. En las páginas previas nos esforzamos por mostrar que el relato frisón, en lo que a la historia de Jes-us concierne, puede estar plagado de intercalaciones. En su oportunidad dijimos que esos intercalados podían ser la obra de los copistas y no necesariamente una prueba de falsificación. Pero todo esto puede tener también otra cara. Imputamos al texto frisón ser apócrifo, en estos pasajes, basados en la evidencia que su relato es un calco de la historia cristiana -vista ésta, obviamente, desde un particular punto de vista. Pero esto puede no ser del todo preciso. Pues si uno compara la historia de la vida de Jesús con la de otros mensajeros divinos, la historia del cristianismo podría revelársenos perfectamente como un plagio. Y esto es porque las semejanzas entre unas y otras son constantes y reiterativas. Por ejemplo, del Buda se dice que: a) tenía ascendencia real (lo mismo que se dice de Jesús, quien desciende de David); b) que alimentó a multitudes con sólo cinco panes que tenía en una canasta (También Jesús multiplicó cinco panes de una canasta para alimentar a las multitudes); c) que caminó sobre las aguas (Jesús también caminó sobre el agua); d) que abolió la idolatría y enseñó la compasión, el amor y la igualdad entre los hombres (enseñanzas que coinciden también con las entregadas por Jesús); e) que se le llamó “pastor” y “carpintero” (también Jesús fue carpintero y se le llamó pastor); y así sucesivamente. Todas estas cosas prueban que el relato del Oera Linda sobre Jes-us puede ser auténtico. Pero también pueden fundamentar la opinión que sea del Buda, y no de Jesús, de quien se esté hablando. Después de todo, en un punto, el Oera Linda dice sobre esta figura que vivió cinco siglos antes de Cristo, lo que está más cerca de corresponder al Buda que a Jesús. El Jes-us del Oera Linda era oriundo de Kasamyr, una región en la India. Buda nació en Lumbini, Nepal, al norte de la India, muy cerca de Cachemira. Es probable que el relato frisón se refiera al Buda y no al profeta judío; al que el propio Oera Linda llama Bûda y Fo (nombres históricamente asignados a Siddharta Gautama, el Buda). Por lo demás, Yuz Asaf es, como ya se dijo, el nombre del Buda en las leyendas medievales de los árabes. Todo esto es posible y probable. Incluso la semejanza histórica. Pues si el relato sobre Jes-us nos parece similar al del Jesús histórico esto puede deberse, más bien, al parecido que éste último guarda con el Buda, y no necesariamente al empeño de parodiar el cristianismo (lo que vendría a quitar la razón a Jensma). En suma, todas estas especulaciones dan cuenta de lo complejísimos que son estos asuntos; sobre los que no hay todavía nada resuelto, y cualquier cosa puede ser posible o probable. En lo que a nuestro interés respecta este tema es interesante porque nos permite plantear un principio de verosimilitud al Oera Linda. Después de todo, el Buda que yace en Cachemira ostenta un grabado en su tumba de dos pies con heridas de crucifixión. Y aunque admitimos que el relato frisón pueda estar refiriéndose al Buda -que no al Jesús de la historia-llama poderosamente la atención que le nombre “Jes-us”, porque esa identificación vino a producirse recién treinta años después de publicado el Oera Linda. Y admitiendo, incluso, que estos hechos puedan haber sido obra de un copista quien tras ver el parecido entre este personaje de la India y Jesús, haya decidido agregar el nombre de “Jes-us” en el relato-admitiendo esto, digo, este copista tuvo que haber sacado esta historia de alguna parte. Y cualquiera haya sido ese lugar tuvo que haber obtenido la información antes de 1902. Por lo que la autenticidad y originalidad de su relato queda salvaguardada en cualquiera de los casos.
Nyhellênja y Min-erva
El Oera Linda habla de una sacerdotisa de la ciudad de Walcheren cuyo nombre era Min-erva -conocida también como Nyhellênja por los hombres de mar. De ella dice que gobernó en el Burgo de Walhallagâra alrededor del año 1600 antes de Cristo. Abrumada por las instigaciones de Kålta, otra sacerdotisa, abandonó Walcheren y marchó con Jon, un príncipe del mar, a conquistar el mediterráneo. Tras recalar en muchos puertos -entre los que el Oera Linda cuenta a la propia Thyrhisburgt, la ciudad fundada por Tünis (posiblemente Pantelaria)-llegaron a las costas de Grecia, que los frisones llaman Krêkalânda, y en un lugar llamado Attika Min-erva fundó una ciudad que llamó Athenas. El Oera Linda dice:
“Cuando Jon alcanzó el mar mediterráneo (…) se fue con su flota directo a Lydia (África)… pero Min-erva dijo: “No se acerquen, porque aquí el aire ha sido largamente envenenado por los sacerdotes” (…) Cuando llegó la noche, Jon cambió su rumbo hacia la distante Krêkalênda (Grecia). Al final arribaron a un país que se veía muy árido, pero se encontraron con un puerto allí. Aquí Min-erva dijo: “quizá, en este lugar, no debamos tener miedo alguno de los príncipes o sacerdotes, ya que ellos siempre se buscan las tierra ricas” (…) Cuando Min-erva hubo explorado el país que es llamado por sus habitantes Attika vio que su gente eran todos pastores de cabra, y que vivían de la carne, de las raíces silvestres, de las hierbas y de la miel. Estaban vestidos con pieles, y tenían sus viviendas en las laderas de los cerros, por lo cual se les llamaba hellingers (habitantes de las laderas). Al principio huyeron, pero cuando supieron que no los atacaríamos regresaron y se mostraron muy amistosos. Min-erva les preguntó si podíamos asentarnos allí pacíficamente. Esto fue aceptado bajo la condición de que les ayudáramos a pelear contra sus vecinos, quienes constantemente venían a llevarse a sus niños y a robar sus viviendas. Entonces construimos allí una ciudadela a unas cuantas horas de distancia del puerto. Por consejo de Min-erva ésta fue llamada Athenia, ya que dijo que quienes vinieran después de nosotros debían saber que no estábamos aquí por insidia o violencia, sino que habíamos sido recibidos como amigos”36.
Más allá de la probabilidad o no de este relato hay algo en él que ha podido ser comprobado. La palabra “Atenas” no tiene raíz griega; y, en cambio, sí la tiene en lengua frisona. En griego, esta palabra se dice sólo en plural, lo que es también coincidente con el frisón “âtha” -de donde derivaría la palabra “atenas”-que también viene dicho en plural y significa “amigos”. Pero esto no es todo. El relato frisón nos dice que Min-erva era conocida por los marineros como Nyhellênja. En el Oera Linda Nyhellênja es llamada a veces también Hêllênja. El nombre “Hêllênja” evoca, en todo, el nombre “Helena”, con el que es conocido todo el país de los griegos en el mundo antiguo. Esto no pudo ser inventado por unos supuestos falsificadores. Los nombres Nyhellênja y Hêllênja son prácticamente idénticos. Y no sería descabellado pensar que los griegos deben su nombre a esta sacerdotisa frisona, divinizada más tarde en la figura de Atenea (que en frisón significa “amiga”), y conocida en el mundo romano como Minerva.
Nyhellênja fue efectivamente una diosa germana venerada en Walcheren, Zelanda (suroeste de Holanda), donde aun se conservan más de 160 altares votivos consagrados a ella. También se le veneró en Alemania, particularmente en Colonia, donde recientemente se han descubierto dos altares consagrados a su divinidad. En la mayoría de estos altares la diosa es representada como una muchacha en un ábside, ora sentada en un trono con una canasta de manzanas a su lado, ora de pie sobre una embarcación, generalmente acompañada por un perro o un lobo que parece estar aullando a su lado. En todos estos lugares Nyhellênja fue venerada como patrona de los hombres de mar. Las inscripciones en sus altares hacen siempre referencia a estos hechos. Allí los marinos le imploran por la seguridad en la navegación del mar del norte; o le agradecen cuando han podido surcar estos mares con éxito. Otras inscripciones piden o agradecen a Nyhellênja por custodiar y mantener a salvo los bienes de una flota durante la navegación. Este es un dato muy interesante. Herman Wirth, traductor del Oera Linda al alemán, dice que el nombre de Min-erva puede no ser un nombre, sino un título. Basado en la evidencia que esta Diosa era custodia de los bienes y las posesiones de los marineros mientras surcaban los mares, Wirth advierte que “Min-erva” significa precisamente esto, “Mis Bienes”, “Mis posesiones”, “Mi heredad”. Hay, en el propio Oera Linda, un pasaje que ratifica esto. Allí se puede leer:
“Cuando Nyhellênja, cuyo nombre real era Min-erva, estuvo bien establecida, y los krekalander la amaron tanto como lo hizo su propio pueblo, vinieron a su ciudadela algunos príncipes y sacerdotes y le pidieron un lugar donde dejar sus posesiones. Hellênja respondió: ‘Yo llevo mis posesiones en mi propio pecho. Lo que he heredado es el amor de la sabiduría, de la justicia y la libertad. Si pierdo éstas llegaré a ser como la más vil de vuestras esclavas; ahora os doy estos consejos a cambio de nada, pero luego os los venderé’. Los nobles se alejaron riendo y diciendo: ‘Somos Vuestros humildes sirvientes, sabia Hellênja’. Pero se extralimitaron en esto, por lo que la gente llegó a tomar este nombre como un nombre de honor (¿Como un título?)37”
Es probable que los sacerdotes hayan ido donde ella a pedir donde dejar sus posesiones porque era ella, entre marineros, la custodia de estos asuntos. Pero ella rechaza custodiar los bienes de los sacerdotes por ser éstos hipócritas y aduladores. Las posesiones de Nyhellênja, no obstante, no son cosas tangibles. Ella custodia, más bien, bienes inmateriales, como la sabiduría, la justicia y la libertad. Éstas son sus posesiones. Herman Wirth advierte que en frisio “mis posesiones”, “mis bienes”, en plural, se dice: “Mina Erva”. De donde se sigue, sin mucha dificultad, que éste pueda haber sido, más bien, un título y no un nombre. Por esa razón, quizá, Nyhellênja fue llamada Min-erva (nótese que en frisio este nombre se escribe con un guión intermedio que separa la palabra “Min” de “Erva”).
Establecido como altamente probable que Nyhellênja haya sido efectivamente llamada Min-erva, por las razones antes invocadas, resta analizar sobre este tópico una última cuestión. Ésta atañe al parecido del nombre “Min-erva” con el nombre “Minerva” que recibe la conocidísima diosa romana. Pero también al paralelo inequívoco que es posible establecer entre una y otra diosa. Después de todo, Minerva es considerada el equivalente romano de la diosa griega Atenea, con quien ya ha sido identificada Nyhellênja.
La etimología del nombre Minerva se pierde en la noche de los tiempos y no existe seguridad alguna sobre su origen. Algunos pretenden que este nombre es etrusco; pero no ofrecen ninguna prueba al respecto. La etimología ofrecida por Wirth no sólo es altamente satisfactoria, sino, además, plenamente coincidente en muchos de los rasgos advertidos en Nyhellênja -y de los que dan prueba las diversas inscripciones que se han conservado en sus altares. Si ello es así la identificación entre Nyhellênja, Minerva y Atenea queda apenas a un paso de ser definitivamente establecida. Que Minerva y Atenea son, arquetípicamente hablando, la misma Diosa, está fuera de discusión. Que Minerva-Atenea es la Diosa germana Nyhellênja resulta muy probable, siguiendo el relato del Oera Linda. Pues si Minerva significa efectivamente, en lengua germana antigua, “Mis posesiones” o “Mi heredad”, y éste es un rasgo de Nyhellênja, el paralelo entre una y otra queda plenamente justificado. Minerva no es una palabra latina; en cambio, sí lo es germana. Incluso, en el moderno alemán, la expresión “Mis herederos”, cara a “Mi heredad”, se dice: “Meine Erben”, que puede ser perfectamente comprendida como una evolución tardía de “Mine Erva”. Tampoco el nombre Atenea es griego; pero sí es germánico, frisón -y esto ya lo vimos. De allí deducimos que el Oera Linda puede tener asidero en lo que se refiere a estas historias. Pero, por cierto, hay todavía más.
Los Golen, los Kåltas y los Trowydas
Los capítulos dedicados a los golen, los kåltas y los trowydas son quizá de lo más interesante que hay en el Oera Linda. Sobre todo, porque su particular punto de vista nos ofrece una visión del todo novedosa sobre estos asuntos. Sumariamente hablando se ha asumido que los golen son los clásicos Galos; y que los kåltas y los trowydas son, respectivamente, los Celtas y los Druidas. Nosotros compartimos plenamente esta opinión. Pero el Oera Linda agrega algunas cosas, todavía más interesantes, sobre las que no se ha reparado aún debidamente. Por de pronto, el nombre de los golen, su verdadero origen; y su particular carácter. Es a este núcleo de cuestiones que dedicaremos las siguientes líneas.
Lo primero que nos asalta como una cuestión relevante es el nombre de este grupo, la palabra con la que se los designa, esto es, “golen”. Esta palabra no tiene raíz germánica; y difícilmente la reconocemos entre los sonidos que evocan el idioma frisón. Ignoramos, por tanto, cual pueda ser su procedencia. Aunque no podemos dejar de advertir su similitud con palabras surgidas en otros suelos idiomáticos. El nombre “Golen” nos suena muy semejante a la palabra Golem con la que se significa en el mundo judío a una creatura sin alma verdadera, sin espíritu, hecha de materia inanimada; y que resulta una especie de robot bajo control mental de otros seres. Esto es, para nosotros, algo sumamente sugestivo. En los pueblos germánicos lo que define a un hombre verdadero es el espíritu. Con la expresión “golen” el Oera Linda puede estarse refiriendo a la “gente” o a los “pueblos” que, desde el punto de vista del cronista frisón, hayan sido percibidos como gente “sin alma”. Sobre estas curiosas anotaciones volveremos más adelante. Conviene decir antes otras cosas en mérito a la inteligencia del relato.
La primera referencia que hace el Oera Linda de los golen les vincula de inmediato con los trowydas; y no habla de ellos en términos de un pueblo -como cuando se refiere a los krekalander (griegos) o finneses (finlandeses)-sino que les identifica como una casta sacerdotal, a quienes se les llama “trowydas” por ser falsos e hipócritas. El texto dice clara y contundentemente que provenían de Sydon -probablemente la Sidón fenicia en el lejano Líbano, al norte de Palestina. Este dato es de una importancia decisiva, pues sitúa en el mundo fenicio el hasta ahora desconocido origen de los celtas -celtas o galos como se les llamó indistintamente. El relato del Oera Linda dice que estos golen (o galos) llegaron primero a Missellja (presumiblemente Marsella, o una de las islas en el mediterráneo frente a sus costas) y la quisieron comprar. Entonces nadie advirtió el enorme error que con ello se cometía; y que sólo cuando los frisones fueron conscientes de esto dieron a esta Isla el nombre de Missellja, que significa precisamente “mal vendida” 38 . Esto es, también, por cierto, algo sumamente interesante.
Pero vayamos por parte. Según el Oera Linda los golen eran sacerdotes misioneros39 de Sydón. Este es un dato muy relevante. Esta ciudad, fundada en el tercer milenio antes de Cristo, fue en sus orígenes una de los más importantes enclaves del mundo fenicio. Comparable únicamente con Tiro, respecto de la cual era, de hecho, más antigua, Sidón fue, en los tempranos días de la fenicia primitiva, la ciudad más importante en toda la región norte de Palestina. Si el Oera Linda tiene razón, y los golen eran en efecto sacerdotes de origen fenicio, queda establecido entonces, también, el origen fenicio de los druidas. Esta es una cuestión importantísima; y de paso, una hipótesis de proporciones.
Sobre el hecho que los golen eran fenicios el Oera Linda no deja lugar a dudas. Lo dice y lo repite sin ambages en múltiples pasajes. En uno de ellos, muy significativo, puede leerse lo que sigue:
“Los romanos, además, vivían en enemistad con los phonisjar (fenicios); y sus sacerdotes, los sacerdotes romanos, que deseaban asumir solos el gobierno del mundo, no podían soportar a los desagradables golen. Primero tomaron de los phonisjar Mis-sellja (Marsella) -y luego todos los países situados al sur, al oeste y al norte, así como también la parte sur de Britanja (Bretaña)ahuyentando siempre a los sacerdotes phonisjar, esto es, a los golen, de entre los cuales miles buscaron refugio en el norte de Britanja”40
Y en otro pasaje, igualmente interesante, se lee:
“Los golen, como fueron llamados los sacerdotes misioneros de Sidón, se habían dado cuenta que la tierra estaba escasamente poblada y que ellos estaban lejos de la Volkmoder. A fin de dejar una impresión favorable se hicieron llamar, en nuestra lengua, los “buscadores de la verdad”; pero mejor se hubieran llamado “inhibidores de la verdad”, o en una forma más corta “Trjuwendne”, como de hecho les llamó después nuestra gente de mar”41.
Con esto queda establecido el verdadero origen de los golen (galos). Y con ello, también, el origen de los trowydas (druidas). Sobre los Kåltas (Celtas) el Oera Linda dice que eran de origen germánico, pero finalmente corrompidos por los golen. Estas afirmaciones son corroboradas por la historiografía oficial si se las consulta debidamente. Sabemos, por ejemplo, según esas fuentes, que los “galos” fueron conocidos originariamente como “celtas”; y que sólo a partir de los romanos fueron llamados “galos”. Los griegos llamaban “celtas” (keltoi -κελτοι) a todos los pueblos que, en su opinión, se hallaban “más allá” de alguna tierra por ellos conocida. Así, los keltoi o “celtas” eran los pueblos que habitaban las regiones “más allá” de los Alpes, “más allá” de los Ligures, “más allá” de los pilares de hércules; “más allá” de la aurora boreal (de la que no sabemos por qué los griegos tenían noticias). Esto llevó a que los griegos identificaran a los “celtas” con los hiperbóreos. Y probablemente hayan tenido razón, si los “celtas” eran, como efectivamente pensamos, los pueblos germánicos que supervivieron de la desaparecida Âldland o Atlántida.
Pero los golen eran otra cosa. El Oera Linda nos dice que los golen llegaron a Europa instalándose primero en Missellja (Marsella), isla que habrían comprado. No eran propiamente tal un pueblo, sino una casta de sacerdotes misioneros fenicios. Sobre esto ya hemos dicho suficiente en las líneas precedentes. Pero lo que no hemos dicho es como llegaron a identificarse con los kåltas (celtas). El Oera Linda nos habla de una sacerdotisa llamada Syrhed quien gobernó en Flyburgt hacia el año 1600 antes de Cristo. Era ésta una sacerdotisa de oscuros tratos, cuya rivalidad con Nyhellênja (Min-erva) le llevó a protagonizar una guerra. El Oera Linda la describe como celosa, intrigante; pero dice también de ella que era bellísima y muy inteligente. Sus consejos eran oscuros e incomprensibles; y por eso los marineros le llamaron Kålta. Odiaba a Min-erva porque ésta se ganaba siempre el favor de todos; y quería ser más que ella. Frustrada por no lograrlo se fue con los mâgjares para aprender trucos de brujería. Y cuando supo lo suficiente marchó con los golen; pero tampoco esto le dio resultado. Enemistada también con Jon, el legendario rey del mar de Âlderga, sufrió los embates de éste cuando Flyburgt fue incendiada. Ella logró huir; pero la lámpara42 de su ciudad y algunas sacerdotisas quedaron bajo el poder de Jon. En su escapada algunos pueblos de la región dominada por el río Escalda se le unieron. Y la guerra entre Kålta y Minerva fue entonces más cruda que nunca. Paralelamente a estos hechos algunos golen habían tomado sus embarcaciones y marchado por las costas del mediterráneo desde Missellja a Kâdik, y desde Kâdik a Brittanja. Pero no pudieron influir en el gobierno de esta región, porque éste era fuerte y porque sus habitantes aun eran “Hijos de Frya”. El Oera Linda dice que Brittanja era entonces una Isla a la que eran enviados, en calidad de exiliados, todos los frisones que habían sido juzgados por delitos comunes o infracciones contras las leyes de Frya. Allí debían pagar sus crímenes extrayendo hierro o estaño de las minas. Eran, según nos cuenta el Oera Linda, una población relativamente numerosa. A ellos se dirigieron primero los golen. Pero nada pudieron hacer por influirles; pues pese a que eran exiliados allí seguían manteniendo su lealtad firme hacia al pueblo de Frya. Entonces vino Kålta y los arengó; y les prometió grandeza y libertad si le seguían al continente, y le proclamaban como su Volkmoder. Éstos hicieron lo que ella les dijo; y de ese modo Kålta se hizo con el gobierno de los Estados al sur de Friesland hasta el Sêjene (el río Sena). En las regiones altas de estas tierras construyó una ciudad a la que llamó Kåltasburg (la actual Carnac británica en Francia)43, desde la que gobernó como Volkmoder, pese a la férrea oposición de sus habitantes, que desde entonces fueron llamados “kåltas”, es decir, habitantes de la ciudad de Kåltasburgt. Los golen, entonces, dominaron Brittanja, que había quedado no sólo despoblada (con muy pocos habitantes frisones), sino, además, sin sacerdotisas ni lámparas verdaderas. El Oera Linda lo dice del siguiente modo:
“Los golen gradualmente llegaron a tener el dominio sobre toda Brittanja. Y esto fue así, porque, en parte, ya no había allí ninguna ciudadela; pero, también, porque ya no tenían ninguna Burgtmaagden. Y, en tercer lugar, porque sus lámparas no eran verdaderas. Por todo esto el pueblo dejó de aprender. Y llegaron a ser estúpidos y torpes. Y, habiendo permitido que los golen les robaran sus armas, fueron llevados por ahí como toros con un anillo en la nariz”44.
Fue así como los golen se hicieron fuertes en Brittanja y mil años después, aprovechándose de las querellas internas de los frisones por la elección de una nueva Êrêmoder, tomaron posesión de las tierras del continente y vencieron con facilidad a los debilitados (moralmente debilitados) hijos de Frya. El relato frisón nos lo cuenta así:
“Después que Mâgy fue asesinado y el Fryasburg hubo sido restaurado se eligió una nueva Êrêmoder. Mi madre fue la elegida, pero ella rechazó ser la Volkmoder (…) todas las otras sacerdotisas quisieron entonces ser la Volkmoder. Cada Estado tomó partido por su propia Burgtmaagd y no cedieron en esto (…) Tales procedimientos acarrearon disputas entre los Estados y así se rompió el lazo que los unía. La gente de un Estado llegó a sentir celos de la gente de los otros Estados, o, al menos, llegó a considerarlos como extranjeros. A consecuencia de esto los golen o trowydas tomaron posesión de nuestras tierras hasta el Skelda y los mâgjares hasta el Wrsâra”45.
Es probable, por estos hechos, que los golen se hayan establecido primero en Bélgica y luego en Francia. Después de todo, la colonia que mantenían en Marsella seguía existiendo. Posteriormente algunos grupos de ellos emigraron hacia los Alpes, instalándose en Suiza y luego en el norte de Italia. La historiografía oficial nos dice que los galos eran un pueblo (o un conjunto de pueblos) extraordinariamente nómades, movedizos; de constante inmigración. Esto calza a la perfección con lo que nos viene narrado en el Oera Linda. También los pueblos fenicios eran asombrosamente movedizos. En fin, habitando las regiones que de antaño habían sido ocupadas por los kåltas (celtas), los golen pudieron muy bien haberse confundido con ellos. Y de hecho, el Oera Linda dice que los golen echaron a perder el lenguaje de los kåltas, muy probablemente porque se instalaron entre ellos.
Cuando los romanos llegaron a las regiones que los griegos decían estaban habitadas por celtas (keltoi), encontraron sólo golen, o kåltas corrompidos por los golen (al punto que, en su esencia, también ellos se habían transformado en golen). Por eso les llamaron “galos” y no “celtas”. Esto explica por qué se les confunde; y explica, también, por qué hay, entre los druidas, cuya religión es eminentemente goliana (y por tanto, fenicia), tantos elementos discernibles de la protoreligión germánica (de ascendencia originalmente celta). Así, según el Oera Linda, los golen de origen fenicio, apodados trowydas (literalmente “inhibidores de la verdad”, esto es, “falsos”), habrían logrado corromper a los kåltas (celtas), dando lugar a una cultura monstruosa (el Oera Linda se expresa en estos términos de la religión de los golentrowydas), que únicamente logró imponerse por las propias deficiencias y rivalidades internas (debilitamiento de la moral) de los propios frisones.
La opinión que el Oera Linda tiene de los golen-trowydas es nefasta. Los califica de embusteros y poco fiables; dados a hacer trucos (no ser honestos); mañosos y de oscuros tratos; proclives a vivir de la trampa, el engaño, la maña, el artificio, la traición. Sólo para hacerse una idea de la visceralidad de estas opiniones leamos un pasaje del Oera Linda donde se describe de manera sumaria a los golen. El pasaje está extraído del capítulo titulado “Los Golen”, y en él se puede leer lo que sigue:
“Los golen celebraban todo tipo de festivales viles y monstruosos, los que eran promovidos por los habitantes de la costa, con sus mujeres lascivas y sus vinos dulces venenosos. Si alguno de los nuestros (de los kåltas) se comportaba de tal modo que pusiera su vida en peligro, los golen le proporcionaban un refugio y le enviaban a Phonisja (Fenicia)… Cuando se establecía allí, le hacían escribir a su familia, amigos y contactos, que el país era tan bueno y la gente tan feliz, que nadie podía formarse una idea de ello. En Brittanja hay muchos hombres, pero pocas mujeres. Cuando los golen supieron esto, llevaron allí niñas de todas partes y se las dieron a los britanos a cambio de nada. Mas todas estas niñas servían a sus propósitos de robarle los niños a Wr-alda y dárselos a los dioses falsos”46.
En otros pasajes el Oera Linda describirá con más detalles estas famosas celebraciones religiosas de los golen. Demás está decir que ellas no descartan el sacrificio ritual y los derramamientos de sangre. Todo esto, a los ojos de un frisón, resulta abominable. De allí el uso de epítetos tales como “execrable” y “monstruoso” que dirigen a los golen. Pero lo más relevante de todo esto no viene dicho del Oera Linda, aunque puede perfectamente deducirse de él. Veamos.
Hay una famosa tradición vinculada con las leyendas del grial, según la cual, José de Arimatea, un rico dignatario judío de la época de Jesús, llegó a Marsella con María, Marta y Magdalena, portando un extraño objeto del que se dice contenía la sangre del nazareno. ¿Por qué a Marsella? ¿Qué tenía Marsella de interesante como para que estos fugitivos del cristianismo llegasen allí? ¿Qué ocultos vínculos les unían a los golen? La tradición dice que luego de permanecer allí un tiempo José de Arimatea llevó el Grial a Bretaña. ¿Por qué a Bretaña? ¿Qué había en Bretaña que no hubiera en ningún otro lugar del mundo? Según el Oera Linda Marsella y Bretaña eran justamente los dos únicos lugares en el planeta donde los golen dominaban más extensamente el país, a través de sus sacerdotes (o trowydas -druidas). El origen de la presencia de los druidas en la Isla se pierde en la noche de los tiempos. Sólo sabemos que ya estaban allí hacia el siglo VIII o VII antes de Cristo, y que también había druidas en Francia y otras partes de Europa -e incluso los había en la Galacia turca. Esto último es también relevante, toda vez que sabemos que Pablo de Tarso, el fundador del cristianismo, se dirigió también allí, como a una de sus regiones preferidas, donde buscó convertir a los Galatas.
¿Es preciso explicar que los Galatas eran Galos (golen) emigrados del centro de Europa a Anatolia en el Asia Menor (Turquía)? ¿Por qué Pablo se dirigió a ellos? Lo ignoramos. Pero nos sugestiona pensar en la sincronía que hay entre estos dos emisarios del cristianismo; y su predilección por llevar su mensaje (el Grial, en el caso del primero) a regiones habitadas de antaño por galos (golen) y trowydas (druidas).
Si todo esto tiene asidero y el Oera Linda es un texto auténtico cabe reparar también, entonces, sobre las tergiversaciones de la historia del grial, convertido en el mundo celta (goliano-druidiano) en la copa de Jesús; y rescatado para el mundo germánico como la piedra caída de la corona de Lucifer por el muy insigne poeta alemán Wolfram von Eschenbach. Pero también la historia del Cristo podría ser perfectamente un mito pagano (de ello existe hoy abrumadora evidencia), manipulado por los golen; y confundida, cuando no mezclada, con las historias de un oscuro predicador de galilea. Todo esto es posible y probable.
Antes de cerrar nuestro capítulo sobre los golen quisiéramos retomar brevemente una idea abierta al inicio de esta exposición. Allí dijimos que la palabra “golen” puede hallar su etimología en el vocablo “golem”, que significa “creatura sin alma” (esto es, ser “sin-forma”, creado artificialmente de la materia inanimada, sin espíritu). Desconocemos el origen de la palabra. Ignoramos, también, si entre los galos (o golen) fue éste un endónimo; o si recibieron este nombre de otros, pero ellos no se llamaban así. El Oera Linda no aclara nada al respecto. Pero si este fuera un exónimo (aun cuando la palabra haya podido ser originalmente goliana), y hubieran sido llamado así por los frisones, resulta interesante entonces, también, advertir, en el eco de la palabra, el pensamiento más profundo que éstos, los frisones, tuvieron que haberse formado de ellos. Esto es una especulación: qué duda cabe. Pero es una especulación interesante, sobre todo, si se tiene en cuenta lo que los cronistas frisones se animan expresamente a decir sobre los golen, los galos y los druidas.
9) Wodin, Nêf Tünis y Nêf Inka
En el Oera Linda se habla de tres legendarios primos cuyas hazañas son memorables para el pueblo frisón. Sus nombres eran Wodin, Tünis e Inka. Wodin, el mayor de ellos, vivía en Lumkamâkja; Tünis e Inka eran oriundos de Aldergâmude. El Oera Linda narra que estos primos sobresaldrían como bravos guerreros en la conflagración que enfrentó a los frisones contra los mâgjares y finneses. Convocados a la guerra por la Êrêmoder Minna, en Astflylând, los jóvenes guerreros se reunieron y nombraron a Wodin como su jefe militar. Tünis sería nombrado jefe de las fuerzas navales; e Inka sería elegido su almirante. Los barcos zarparon entonces hacia Dinamarca, llevando a Wodin y su poderoso ejército a bordo. La guerra fue favorable a los tres primos y lograron derrotar al malvado Mâgy -líder natural de los mâgjares. Pero el Oera Linda dice que, con engaños, adulaciones y encantamientos mágicos Mâgy logró ablandar el carácter de Wodin y ganarlo a su favor. Le ofreció en matrimonio a su propia hija; y merced al uso de hierbas mágicas logró hacer que Wodin renegara de Frya y de Wr-alda. Con el tiempo Mâgy logró el control absoluto sobre él; porque Wodin, un guerrero bueno en esencia, podía ser fuerte y valiente, pero no era clarividente. Esto es, al menos, lo que dice de él el manuscrito frisón. Seis años duró su reinado y luego desapareció. Mâgy dijo que había subido a los cielos. Su hijo, el hijo de Wodin, reinó entonces como su heredero. Pero al no tener la edad para el cargo, Mâgy, que era su abuelo (no olvidar que la hija de éste se había casado con Wodin), asumió nuevamente como rey.
Otro fue el destino que tuvieron Tünis e Inka. Por motivos que el Oera Linda no explica, cuando Tünis e Inka decidieron retornar a casa, no pudieron recalar en ningún puerto de la vieja Friesland. La Volkmoder en Texland se los había prohibido. Ello obligó a que estos dos primos dirigieran sus embarcaciones hacia las costas de Cadiz, cerca del estrecho de Gibraltar; y se abastecieran allí con víveres y diversas provisiones. El Oera Linda narra que Tünis deseaba navegar el mediterráneo; pero Inka quería marchar hacia los mares de occidente, donde pensaba que podía hallar restos de la desaparecida Âldland, que por su altura no se hubieran hundido. No pudiendo llegar a un acuerdo decidieron separar sus destinos. Inka izó velas en dirección oeste y navegó hacia lo profundo del océano atlántico. El Oera Linda narra que jamás se volvió a saber nada de él. Tünis, en cambió, cruzó el estrecho de Gibraltar y navegó el mediterráneo.
La historia de Tünis, el legendario rey del mar frisón, ya ha sido narrada, en parte, en este estudio. A modo de síntesis digamos que navegó hasta las costas fenicias y fundó allí una ciudad en honor de Tyr, a la que llamó Thyrsburgt. Hizo buenos tratos económicos con los fenicios, particularmente con los habitantes de Sydon, lo que le hizo enormemente rico, granjeándose gran fama como soberano de todo el mediterráneo. Hacia el final de sus días volvió a Friesland cargado de riquezas. Allí le recibieron con honores. Le consideraron un rey tan grande que no pudieron evitar deificarlo a su muerte. Le llamaron “Primo Tunis” -en frisio Nêf Tünis-y lo consagraron como dios eterno de los mares y los océanos.
Es evidente el sincronismo entre Nêf Tünis y Neptuno, el dios del mar de la mitología romana. Lo mismo que es obvio el paralelo entre Wodin y Odín, el mítico dios guerrero de la mitología escandinava -llamado Wotan entre los germanos, nombre que deriva efectivamente de Wodin. Hay, por cierto, en estos paralelos, ciertas discrepancias. Wodin, por ejemplo, es descrito como un fuerte y valiente guerrero, que no obstante no tenía sabiduría. Esto contrasta seriamente con lo que sabemos de Odín o Wotan, cuya sabiduría obró el develamiento de las runas; y bebió del pozo de Mimer. Otro tanto podemos decir de Tünis. Pero el caso más interesante de los tres primos, quizá por nuestra posición geográfica, es el de Inka o Nêf Inka, quien navegó hacia los mares de occidente y nunca más se volvió a saber de él. Por su nombre, es muy difícil que no le asociemos a los Incas. Y si el Oera Linda dice que marchó hacia los mares occidentales en busca de algún refugio de la Atlántida, con mayor razón nos vemos obligados a sostener este paralelo.
Sobre la presencia de los Dioses blancos en América hay información abundante. Muchas de estas noticias nos han sido aportadas por los propios cronistas españoles. Cuando éstos llegaron a América se encontraron por todas partes con historias sobre ciudades encantadas en los Andes habitadas por “Dioses Blancos”. Paititi, Elelín, Aztlan, Thule, Kalasasaya son sólo una pequeña muestra de estas leyendas. Los aztecas, por ejemplo, decían que Quetzalcóatl había venido de una isla situada en los mares del este llamada Aztlan. Vino allí el Dios como portador de cultura, pero horrorizado por los sacrificios sangrientos se marchó; aunque prometió volver un día. Esta leyenda del Dios blanco que promete volver un día se repite también en los andes peruano-boliviano. Allí el Dios es conocido como Viracocha. ¿Es Viracocha una especie de Quetzalcóatl peruano? O mejor aun: ¿Son ambos, Viracocha y Quetzalcóatl, una evocación de un marino frisón que surcó los mares del atlántico, en búsqueda de los restos de su patria perdida, Âldland, y que el Oera Linda llama Nêf Inka? ¿Son, en este sentido, los incas, una realeza descendiente de estos marinos frisones que llegaron a América, bajo el mando de Nêf Inka, probablemente hacia el 2000 a.C.? Un interesante análisis realizado en Inglaterra a tres momias incas halladas en sepulcros reales reveló que su composición sanguínea no coincidía plenamente con los patrones sanguíneos de la población indígena nativa. Los incas florecieron en Perú hacia el siglo XIII. Es probable que una línea de ascendencia se haya mantenido desde los lejanos días de Nêf Inka, cuyo nombre evoca el título dado al emperador, hasta la época de la aparición de los incas en la escena de la historia. Si ello es así podríamos explicar de manera satisfactoria el asombroso parecido cultural (relativo a la organización social y las leyes) que persiste entre éstos y los antiguos frisones. Robert Scrutton ha detallado todos estos aspectos en su libro sobre la Otra Atlántida. A nosotros no nos queda más que admirarnos y complacernos en ello. Después de todo, la presencia de los vikingos en América -como la de otros pueblos germánicos y escandinavos-ya ha sido ampliamente probada por otros interesantes estudios e investigaciones llevadas a cabo desde los años cincuenta. En lo que a nuestra opinión respecta ellos dicen lo que, por otras vías, viene testimoniado en el Oera Linda. A ellos, el texto frisón sirve como una prueba más entre las innumerables evidencias de la presencia de estos pueblos en América.
Hyranio Garbho de Ljvdwerd Primavera de 2013
1.FY.124 EH
NOTAS:
1 Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, El Oera Linda Boek, una falsificación literaria y su papel, IPH, Congress Book 16, 2006.
2 Esta opinión sobre la tesis de Jensma viene confirmada también en el estudio llevado a cabo por Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck. Allí puede leerse lo que sigue: “Según Jensma, el The Oera Linda Boek no tenía la intención de engañar a sus lectores de forma permanente. No era un fraude, sino una mistificación. Varias señales fueron incorporadas en este sentido, tanto en su forma como en su contenido, para hacer creer al lector de que no todo era lo que parecía. Uno de estos signos principales sería el papel, el que, según se supone, crea una ilusión de autenticidad, pero no podría haber engañado al lector del siglo XIX por mucho tiempo” Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, El Oera Linda Boek, una falsificación literaria y su papel, IPH, Congress Book 16, 2006, pág. 178
3 El propio Jensma reconoce esto en su monografía. Allí, podemos leerle lo que sigue: “Poco después de 1900 Johan Winkler (Leeuwarden 1840 -Haarlem 1916), un médico de Leeuwarden, la capital de Frisia, presentó un nuevo punto de vista sobre el caso. Estaba convencido que Cornelius Over de Linden no había escrito el libro solo, como era lo que generalmente se asumía en esa época, sino que éste había sido producto de la articulación de François HaverSchmidt, un vicario y poeta modernista, Eelco Verwijs, librero y archivero; y Cornelius Over de Linden, carpintero de barcos”. Goffe Jensma, The Masked God. François HaverSchmidt and the Oera Linda Book, 2004, pág. 368.
4 En Jensma, por ejemplo, las referencias al tipo de papel del manuscrito son extraordinariamente marginales y no van más allá de las cuatro o cinco líneas. Sin contar lo imprecisas que son no deja de llamar la atención que el autor que las invoca les dé tan poca importancia. Puesto que si efectivamente el papel del Oera Linda hubiera sido hecho por maquinarias existentes sólo a partir de 1850 resulta inoficioso e insulso intentar probar la inautenticidad de este manuscrito por otras vías (como las del análisis estilográfico o el método de la crítica histórica), habiendo sido ya establecido el engaño por medio de las pericias relativas al tipo de papel.
5 En un pasaje de su famosa monografía sobre el Oera Linda le podemos leer lo que sigue: “Los puntos de vista de Winkler se ajustan a los resultados de mi propio análisis textual. Yo, lo mismo que él, pienso que en el texto (se refiere al Oera Linda) trabajó más de una persona, y probablemente tres; y que el libro trata, en su esencia, de teología modernista. Adicionalmente sugiero que la opinión que Winkler tiene al respecto se originó a partir de un informante anónimo de la familia de los Over de Linden y que por esta razón puede ser considerada más fiable de lo que usualmente se ha asumido. Tomo estas dos circunstancias como un argumento que respaldan la utilización de las ideas de Winkler como una hipótesis para lo que resta de este estudio”. Goffe Jensma, op. cit., 2004, pág. 368. El paréntesis, en la cita, es nuestro.
6 Entre las investigaciones sobre el papel y la tinta llevadas a cabo entre estos años se cuentan las de Hugo Suringar, Verklaring over het papier van het O.L.B. (Informe sobre el papel del Oera Linda Boek), mayo 1874, manuscrito original en Tresoar, Leeuwarden; Frederik Muller, Oudheid van papier schrift van het Oera Linda Boek, (Antigüedad del papel y la tinta del Oera Linda Boek), publicado en Nederlansche Spectator, 5 de Agosto de 1876; P. Smidt van Gelder, cartas a Frederik Muller, publicadas como anexos adjuntos en Oudheid van papier schrift van het Oera Linda Boek.
7 A excepción de J.G. Ottema, quien es conocido por ser el primer traductor del Oera Linda a una lengua moderna, particularmente al holandés. Ottema llevó a cabo un estudio propio sobre el papel del manuscrito en el que concluyó que éste era auténtico. J.G. Ottema, Thet Oera Linda Bok. Naar een handschrift uit de dertiende eeuw, Tweede uitgave, 1876.
8 Ver nota 496 en el capítulo titulado “Hasta aquí el Consejo de Gosa. Lo que sigue es el relato de Konerêd”.
9 Cfr Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, op. cit., pág. 179.
10 Cfr Adriaan Kardinaal, Ellen van der Grijn y Henk Porck, op. cit., pág. 184.
11 Ibidem
12 Conferencia leída en la reunión anual de la Sociedad Frisiana, en Febrero de 1871. El texto completo de esta conferencia figura como Introducción a la Versión Inglesa del Oera Linda de W. R. Sandbach. También nosotros la hemos incluido como Introducción en nuestra Edición Castellana.
13 Ibidem.
14 El texto dice: “A un lado el límite era el Mar de Wr-alda, que nadie, excepto nosotros, podemos o podíamos navegar; al otro lado estábamos limitados por el amplio Twisklând, el que los Hijos de Finda no se atrevían a cruzar a causa de los densos bosques y las fieras salvajes” Oera Linda, Versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Escrito en Todos los Burgos”.
15 Según otras fuentes el Disco de Festos jamás ha podido ser descifrado realmente, aunque ha habido muchos intentos. Entre los más prominentes, a nuestro parecer, se cuentan los de Axel Hausmann, quien en 2002 escribiera un libro sobre el particular titulado El Disco de Festos. Un Documento de la Atlántida (Der Diskus von Phaistos. Ein Dokument aus Atlantis); y también, los de los de Leon Pomerance, que interpretó las inscripciones y jeroglíficos del Disco en términos de símbolos astronómicos. También han propuesto diversas interpretaciones de la escritura del Disco figuras como Kjell Aarten, Winfried Achterberg, Thomas Balistier, Jean Faucounau, Steven R. Fischer, F. G. Gordon, George Hempl, Adam Martin, Derk Ohlenroth, Ο. Polygiannakis, Benjamin Schwartz; y F. Melian Stawell.
16 La Isla de Pantelaria pasó a dominio siciliano bajo el reinado de Roger II de Hauteville, en 1130. Las primeras versiones del trisquel como emblema siciliano datan del 1280. Ello hace muy probable que los sicilianos hayan adoptado este Escudo de los habitantes de la Isla de Pantelaria.
17 En la clásica división que hacen de los germanos los historiadores romanos -Plinio y Tácito-los frisones vendrían a ser -junto con los sajones, los jutos y los anglos-parte de los ingaevones. Sabido es que, según esta interpretación, los proto¬germanos se dividían en tres grandes tribus (Plinio habla de cinco): los Ingaevones o germanos de la región del Mar del Norte, los Istaevones o germanos de la región del lado occidental del Rhin; y Hermiones, o germanos de la región del lado oriental del Rhin.
18 La palabra castellana trisquel deriva de la palabra griega triskelion -en griego τρισκελιον-que significa literalmente “tres piernas”. Su nominación en griego revela ya una muy antigua data.
19 Utilizamos aquí el término “celta” como sinónimo de “druida”. Los “celtas¬druidas” habrían sido, en la opinión de los cronistas del Oera Linda, “celtas corrompidos” por los golen (sacerdotes de Sidón) de origen fenicio. Una referencia más acabada sobre los celtas (kåltas), los golen (galos) y los druidas (trowydas) puede hallarse en este mismo Estudio Preliminar en el apartado titulado: Los Golen, los Kåltas y los Trowydas.
20 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Inscrito en el Burgo de Stavia”.
21 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Las Leyes del Gobierno de los Burgos”. El paréntesis corresponde a nosotros.
22 El capítulo original en frisio es “Ut-a skrifta Minnos”, el que puede traducirse como “Acerca de los Escritos de Minnos”.
23 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los Escritos de Minnos II”.
24 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los Escritos de Minnos II”.
25 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los verdaderos Frisones”.
26 Mateo 1, 1-16; Lucas 3, 23-38. Si bien es cierto Lucas no menciona a María en esta genealogía queda claro que éste es su linaje, pues difiere del de Mateo que es efectivamente el linaje de José y parte del de Helí que es el presumiblemente el padre de María. Si Lucas dice que Helí es el padre de José es porque éste adquiere esa calidad al ser el esposo de María. En el mundo antiguo la descendencia por la vía materna no cuenta: de allí que Lucas no nombre a María, pero nombre a José, su sustituto político en la línea de descendencia de David.
27 1 Samuel 16:12 y 1 Samuel 17:42
28 En un pasaje significativo del Oera Linda puede leerse: “La gente lo miraba con respeto y los sacerdotes temían a sus preguntas”. Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los verdaderos Frisones”.
29 Lucas 2, 40-52
30 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los verdaderos Frisones”.
31 Mateo 23, 1-34; Lucas 11, 37-47
32 La divinidad de Jesús fue discutida y decretada en el Concilio de Nicea, celebrado en Nicea en 325 d.C.; y fue ratificada en el Concilio de Constantinopla en 381 d.C.
33 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo “Los verdaderos Frisones”.
34 Antes de Ghulam Ahmad, un aristócrata y aventurero ruso llamado Nicholas Notovitch había escrito sobre un probable viaje de Jesús a la India en los años en que se ignora todo sobre la vida de éste. Estas ideas las presentó en un libro escrito en francés titulado La Vie inconnue de Jesus Christ (La Vida desconocida de Jesucristo). Allí afirmó que durante los años que Jesús estuvo perdido viajó a la India y fue iniciado en los misterios budistas. Esta historia le habría sido revelada en el monasterio de Hamis, en Ladakh, Nepal, donde dice haber hallado un manuscrito en el que se narran las historias de Issa, un hombre venido de occidente, quien habría estudiado allí las enseñanzas del Buda. Ghulam Ahmad se habría inspirado, según algunas fuentes, en la información de Notovitch. Pero sus planteamiento difieren en un punto esencial. Mientras Notovitch ubica a Jesús en la India antes de iniciar su ministerio, Ahmad señala que el viaje a la India se habría producido después de salvar vivo de su crucifixión.
35 El Oera Linda dice: “Su primer nombre fue ‘Jes-us’, pero los sacerdotes, quienes le odiaban, le llamaban ‘Fo’, esto es, ‘Falso’. La gente le llamaba ‘Kris-en’, es decir, pastor; y su amigo frisiano le llamaba ‘Bûda’, dado que tenía en su cabeza un tesoro de sabiduría, y en su corazón un tesoro de amor”, Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Los Verdaderos Frisones”.
36 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “La Historia de Jon (II Parte). Inscrito en Texland”.
37 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Los Escritos de Minnos II”.
38 La etimología de la palabra “Missellja”, como bien lo ha sugerido Wirth, se halla en la conjunción de las palabras “mis” y “sellja”. “Mis” es un prefijo que en frisón, lo mismo que en inglés, se usa para negar o significar lo contrario a la palabra raíz que acompaña. Ejemplo: “Misspell” (deletrear mal), “Misbehave” (mal comportarse), “Miscount” (equivocarse en un cálculo); “sellja” en frisón antiguo significa “venta” o “vender” (como en inglés “sell”). De allí entonces que la etimología de la palabra “Missellja” sea “mal vendida” o “vendida por error”. Es interesante apuntar que la palabra alemana para “vender” es “verkaufen”, la que en un sentido figurado puede significar también “engaño”.
39 Llama poderosamente la atención que el texto utilice la expresión “misioneros” para referirse a estos sacerdotes de Sidón. El perfil misional calza a la perfección con lo que conocemos de los cristianos, pero no con lo que sabemos de los pueblos europeos antes de la llegada del cristianismo.
40 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Fragmento”. Los paréntesis, las cursivas y el subrayado son nuestros.
41 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Los Golen”. Las cursivas y el subrayado son nuestros.
42 En la creencia frisona que se transparenta en el Oera Linda la posesión de una lámpara encendida con las llamas de la Lámpara original que está en Texland garantiza la supervivencia de un pueblo, de una nación y una ciudad. Sin su presencia nada tiene valor; nada es considerado verdadero. Al perder la lámpara de Flyburgt Syrhed se vio condenada a ser una sacerdotisa no de verdad; y por tanto, ni sus consejos, ni sus visiones, tendrían asidero.
43 Esta ciudad era conocida en la época del cronista del Oera Linda como Kêren-åk, y se corresponde con la actual ciudad de Carnac en Francia, famosa por sus construcciones megalíticas, particularmente por sus menhires.
44 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “La Historia de Jon”.
45 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “El Primer Escrito”.
46 Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: “Los Golen”.