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La guerrilla en sus libros Tomo I Enrique Díaz Araujo

200 páginas
Edición del autor
2008

Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 45 pesos
Precio internacional: 12 euros

Este libro contiene una tesis original acerca de la guerrilla que operó en Argentina entre los años 1964 y 1989.
El autor se aparta de las visiones de los contendientes: la “libera­ción” proclamada por las guerrillas y la “subversión” combatida por las tropas represoras. Ubica al hecho dentro del género de “guerra” y de la especie de “guerra revolucionaria continental”. Sostiene que este fenó­meno bélico fue organizado por el Departamento América, dependiente del Comité Central del Partido Comunista Cubano. Iniciativa invasora externa que fue secundada por las fuerzas sediciosas locales, dentro de una relación de lo principal y lo accesorio.
Apoyándose en fuentes publicadas revolucionarias, esto es lo que se demuestra en los cuatro volúmenes de la presente obra.

ÍNDICE

Capítulo 1: Bibliografía                    9
Bibliografía pro guerrillera               15
Bibliografía pro militar                     64
Bibliografía neutral              71
Capítulo 2: Exotismo                       79
En el comienzo era Cuba                79
Punto Cero             79
Lucha armada                     79
Caballo de Troya                88
Unidad en la diversidad                   92
Turismo caribeño                97
Cegueras                106
América salió de Cuba                    112
Los Andes, apéndice de la Sierra Maestra              120
Poco relevantes                  122
Muy relevan tes                  145
Y Cuba era la papa             170
Esnobismo cubano              177
En el final era Cuba             186

EL AUTOR

Enrique Díaz Araujo nació en Mendoza en 1934.
En la Universidad Nacional de la Plata cursó las carreras de derecho e historia. Casado y vuelto a su provin­cia, durante diecisiete años fue magis­trado en la Justicia de Mendoza. Por concurso de antecedentes y oposición ganó primero la cátedra de Historia Argentina II en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y, después, la de Historia Argentina Contemporánea, en la Facultad de Filosofía y Letras, ambas de la Universidad Nacional de Cuyo. También fue profesor de Historia Americana en univesidades chilenas de Valparaíso y Santiago de Chile y en la Autónoma de Guadalajara (UAG), Jalisco, México.
Es padre de seis hijos y abuelo de dieciséis nietos.
Su producción intelectual es amplia, comprendiendo alrededor de cuarenta libros y un centenar de folletos y artículos.
En México ha publicado, entre otros, el tratado en varios volúmenes, América, la bien donada y Evolución y evolucionismo. En Madrid apareció la primera edición del libro el Padre Las Casas y la Leyenda Negra. En Buenos Aires se han impreso libros suyos acerca de temas variados, tales como:
La Conspiración del 43
La política de Fierro
José Hernández Ida y Vuelta
La rebelión de la nada
La teoría política de Julio Irazusta
Del amor y de la guerra
Los Protagonistas del Descubrimiento
José Ingenieros y la epopeya cristera.
Claro que sus principales trabajos han visto la luz en Mendoza. Así, en forma privada:
Aquello que se llamó la Argentina,
Don José y los chatrreros
Malvinas 1982, lo que no fue
Marítain y la Cristiandad Liberal
Las multinacionales,
Imperialismo y capitalismo. Por la imprenta de la Facultad de Filosofía y Letras:
-1930. Conspiración y Revolución (en tres volúmenes)
– Los Vargas de Mendoza (dos tomos)
– Hombres olvidados de la Organización Nacional:
Facundo Zuviría
Mariano Fragueiro
La Semana Trágica de 1919 (dos tomos)
III Yrigoyen y la Guerra (dos tomos).
En prensa:
La política del bien común,
Los orígenes de la democracia latinoamericana y Argentinos en Chile, 1845-1855 (dos tomos).

BIBLIOGRAFÍA

Dado que el tema de la “guerra irregular” en su faz “revoluciona­ria” no ha sido aún desarrollado completamente por la historiogra­fía argentina1 -aunque ya se cuente con excelentes monografías-propondremos algunas pautas con la intención de que sirvan a un conocimiento mejor de este asunto y de que, con este material y otros, se pueda elaborar en el futuro una historia integral de la revo­lución marxista en el país.
Como es sabido, en la Argentina, entre los años 1976 y 1983, existió un denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, gobierno “de facto” militar o “golpe militar”, si se prefiere. Decimos que “es sabido” porque, aparte de quienes lo conocen por haber vivi­do en ese tiempo, el resto más joven de la población no ha podido ignorarlo. Al respecto ha habido una avalancha formidable, un alud sísmico, de libros, folletos, artículos, notas televisivas y películas, que han hartado hasta la coronilla, que han asqueado hasta el vómi­to. Encima, han impuesto el adoctrinamiento obligatorio en las escuelas. Además, ningún politiquillo de trocha angosta o periodis­ta semianalfabeto se ha privado de incursionar por ese tópico. Al suprimir la historia de los planes escolares se han quedado con la “memoria”; y, dado que ésta no puede llegar mucho más allá de los años setenta, todo lo anterior al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, se considera inexistente. Sería algo así como una prehistoria, arqueología. Luego, solamente que padeciéramos de oligofrenia nos pondríamos a escribir una enésima obra reiterativa sobre “la última dictadura militar” (consigna remachada un billón de veces por el periodismo servil de este país, que conforma alrededor del 95% de la gente de prensa).
No. Acá no se trata para nada, pero para nada, del “Proceso”; asunto que realmente nos interesa un bledo. Secundariamente con­sideraremos la actividad de las Fuerzas Armadas en las décadas de 1970 y 1980; pero no como estamento gobernante, sino como sec­tor bélico enfrentado a las fuerzas revolucionarias. Porque son las organizaciones guerrilleras, el objeto central de nuestro estudio.
Indagaciones sectoriales, ensayos de interpretación global y aná­lisis conexos. Todo esto podrá haber en este empeño. Empero, lo que desgraciadamente todavía no puede ser es una historia del tema. Y no podrá serlo por una elemental carencia de información sobre los hechos históricos mismos —producidos, pero no conocidos cabal­mente— acerca de los cuales volcar después la reflexión intelectual.
No podrá ser esta, pues, una “historia de la guerrilla”, sino qui­zás una historiografía guerrillera, y aplicada más a una tipología social que a lo fáctico militar. Basada en libros divulgados, tampoco es una crítica bibliográfica usual, sino más bien un jalonamiento de temas a través de citas de obras publicadas. Labor para la cual siem­pre hemos preferido las transcripciones de los libros pro guerrilleros, como lo comprobará el lector.
Por descontado, la genuina crónica de dicha contienda solamen­te empezará a escribirse el día en que las organizaciones revolucio­narias comuniquen la nómina completa de sus miembros y de las operaciones bélicas en que intervinieron, y las Fuerzas Armadas entreguen la lista de los “detenidos-desaparecidos” con el detalle de la suerte que corrió cada uno de ellos. Como hasta ahora todo eso es secreto, las dificultades del cronista son mayúsculas. Y no seremos nosotros, con una labor individual, de escritorio, sin conexión algu­na con las partes del conflicto, los que superemos aquellas aporías.
Empero, además y principalmente, la verdadera historia de la gue­rra revolucionaria en la Argentina recién podrá formularse una vez que, caída la tiranía castrista, se abran en Cuba los archivos del Departamento América, dependiente del Comité Central del Partido Comunista Cubano, organismo en cuyas manos siempre estuvo la iniciativa beligerante de nuestro país. Las pruebas se completarán entonces. Mientras tanto, cualquiera puede tener por básicamente acreditado el hecho con la famosa declaración de Fidel Castro del 3 de julio de 1998, en la que dijo refiriéndose a Iberoamérica: “En el único lugar donde no intentamos promover la revolución fue en México. En el resto, sin excepción, lo intentamos”.2
Sin excepción, o sea, la guerrilla argentina no fue la excepción al intento cubano. Y tanto, que precisamente en La Habana quedó la computadora TRS 2 Sistem, en la cual la comandancia montonera archivó los datos de todos los miembros de su organización.3
Acá hay un punto de partida inexcusable. La Segunda Declaración de La Habana de febrero de 1962, que constituye “una declaración de guerra continental (convertir los Andes en una gran Sierra Maestra)”.4
Aquel fenómeno bélico es lo que los escritores pro guerrilleros denominan como “el proyecto cubano para transformar a América latina en una gran Sierra Maestra”.5
No hay acá hipérbole. Como apunta el escritor revolucionario Osear Terán, fue tal el “deslumbramiento por la revolución cubana” que es imposible comprender estos sucesos “si no se los proyecta sobre el fondo poderoso de la revolución cubana, ya que difícilmen­te podría exagerarse su gravitación tanto en la Argentina como en toda Latinoamérica”.6
En suma, como lo expresara el fiscal adjunto en el juicio a los comandantes del Proceso, Dr. Luis Moreno Ocampo: “La guerrilla fue formada en Cuba e impulsada a través de Cuba por Rusia”.7
Son tres, pues, los protagonistas de esa historia y, como hasta ahora ellos guardan silencio sobre los asuntos fundamentales, toda­vía no hay posibilidad de una historia valedera.
Por consiguiente, en el corto plazo no cabe ser muy optimista respecto a tales aperturas, ya que aún existen poderosos motivos para el sigilo. Las Fuerzas Armadas ocultan los delitos comunes con­tra la integridad y la vida de las personas que se cometieron en el curso de la denominada “represión”. Las organizaciones guerrilleras, además de los ilícitos comunes de igual índole, guardan bajo siete llaves todo lo referido a la comisión de delitos contra la seguridad de la Nación, como los de traición, castigados por los artículos 214 y 215 del Código Penal, por haberse unido a una potencia extranjera para someter a la Nación. En cuanto al Estado comunista de Cuba, el motivo de su discreción es obvio, puesto que, de conocerse feha­cientemente su intervención en las cuestiones internas de otro país, podría ser enjuiciado y sancionado por los organismos internaciona­les.8 Alguien íntimamente ligado al Estado castrista, el escritor fran­cés Régis Debray, al introducirse en estos temas, recordó la necesi­dad de esa circunspección, diciendo:
“Sabido es que un Estado como Cuba no puede detallar en público actos de solidaridad revolucionaria que en lenguaje diplomático se llaman “intervenciones” o “subversión inter­nacional”. Sabido es que un Partido Comunista como el cubano, miembro del movimiento obrero internacional, no puede exponer en público cierto número de hechos”.,9
Cuba tiene licencia para matar —otorgada por el movimiento comunista internacional—, pero a condición de no decirlo. Entonces: ¡A callar!
Empero, como la paciencia histórica es casi infinita, alguna vez, en algún momento, la verdad completa resplandecerá. De eso este­mos seguros.
Habida cuenta de las vallas infranqueables anotadas, procurare­mos analizar la cuestión en el estado en que se halla actualmente, a sabiendas de que en el futuro esta situación pude cambiar bastante.
A tal efecto, nos manejaremos con una serie de interrogantes que intentaremos responder, no con investigaciones monográficas pro­pias, sino con una ordenada síntesis de la bibliografía existente en este momento del año 2007.
No se trata de un ordenamiento exhaustivo. No. Tan sólo abor­daremos aquellos problemas cuyas respuestas, dentro del panorama de puntos acuciantes, pueden obtenerse hoy en la bibliografía. Esto también implica un criterio selectivo personal, que conlleva la sub­jetividad del caso, aunque asimismo la pretensión de una cierta ecuanimidad de enfoque.
Esa disposición metódica tampoco supone la ocultación del “punto de vista” del historiador. Nada más lejos de nuestra actitud que el encubrimiento ideológico. Siempre, y como asunto de previo y especial pronunciamiento, hemos consignado los principios a los que adherimos. Que no son otros que los nacidos de una visión tra­dicional y cristiana de la política universal, por un lado, y naciona­lista de la política argentina, por el otro.
Luego, es obvio que esa “cosmovisión” nos distancia ciento ochenta grados del marxismo internacionalista, bandera principal de los grupos protagonistas de las guerrillas que operaron en la Argentina, desde 1964 a 1989. Ese enfoque, asimismo, nos inclina a la defensa de las instituciones fundamentales de la nacionalidad, como son las Fuerzas Armadas, más allá del comportamiento de algunos de sus miembros10 o de los notorios errores políticos en que han incurrido.
Sin embargo, y precisamente porque aquellos principios nos obligan a un apego irrestricto a la verdad histórica, que no puede ceder ante ninguna otra consideración, a la hora de juzgar procura­remos oír todas las campanas, y mantener una cuota de imparcialidad, que bien sabemos no nos será agradecida, ni nos dispensará reciprocidad alguna. Objetividad ante los hechos pasados, no exten-sible a la interpretación ideológica de los mismos, donde -repeti­mos- campearán los principios que abrazamos desde jóvenes. Puntos de vistas que nos vienen de nuestro oficio de historiadores, de los cuales no podemos ni queremos despojarnos acá, a la hora de escribir este libro.
Como fuere, las advertencias quedan formuladas. Tras lo cual, podemos ir ya derechamente al objeto de este trabajo, que, como queda dicho, consiste, en su base, en el estudio -selectivo, claro está- de la bibliografía sobre la revolución marxista en la Argentina.
A propósito de ello, sostendremos que dicha producción libresca se puede catalogar, con cierta discrecionalidad, en tres categorías:
Pro guerrillera o, cuando menos, antimilitar.
Pro militar o, cuando menos, antiguerrillera.
Presuntamente neutral, alguna vinculada a la teoría socialde-mócrata de “los dos demonios”.

NOTAS:
1. Ese es el dictamen del sociólogo alemán Peter Waldmann, quien, apoyado en una vasta bibliografía extranjera, afirma: “Sorprende que hasta ahora no se hayan estudia­do a fondo las organizaciones subversivas y su actuación”, por eso motivo “parece urgente ocuparse del origen y de la historia de la guerrilla argentina”. Waldman, Peter, “Anomia social y violencia”. En: Alain Rouquié (comp.), Argentina, hoy, 2º ed., Bs. As., Siglo Veintiuno, 1982, p. 206.
2. Castro, Fidel. “Discurso ante la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe”, Clarín. Argentina, 4 julio de 1998, p. 30.
3. Larraquy, Marcelo, Fuimos soldados. Historia secreta de la contraofensiva montonera, Bs. As., Aguilar, 2006, p. 224.
4. Rot, Gabriel y Sergio Búfano. “Entrevista a Héctor Béjar”, Lucha Armada en la Argentina, N° 9, 2007, p. 72. En su discurso de clausura de la Primera Conferencia de la Tricontinental, de enero de 1966, Fidel Castro dijo: “En muchas naciones de América se dan las condiciones plenas para la lucha armada revolucionaria […]. En América Latina no debe quedar ni uno, ni dos ni tres pueblos luchando solos contra el imperialismo […]. Nosotros creernos que en este continente, en todos o casi todos los pueblos, la lucha asumirá las formas más violentas”.
5. Lucha Armada en la Argentina, N° 9, 2007, p. 3.
6. Terán, Oscar. “La década del 70: la violencia de las ideas”, Lucha Armada en la Argentina, N° 5, 2006, p. 23.
7. Diana, Marta, Mujeres guerrilleras. La militancia de los setenta en el testimonio de sus protagonistas femeninas, Bs. As., Planeta, 1996, p. 382.
8. Ciro Bustos, adjunto a la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, asienta al respecto dos notas básicas. Primero, define el problema guerrero en estos términos: “El enemi­go número uno del gobierno boliviano —en guerra contra la guerrilla ‘cubana’— (era) precisamente el Gobierno Revolucionario cubano”. Sacando algunas comillas que están de más, ahí están enumerados con exactitud los tres sujetos de ese tipo de gue­rra. Después, registra la consigna principal para los guerilleros que podían caer en manos del enemigo: ‘”¡Niega todo, chico! ¡Nosotros no te conocemos!’, me había ade lantado Iván en La Habana”. Bustos, Ciro, El Che quiere verte. La historia jamás con­tada del Che, Bs. As., Javier Vergara, 2007, p. 404.
Iván, como veremos más adelante, fue un protagonista sobresaliente de estos entuertos. La orden de mentir sobre la intervención cubana resaltaba encima de cualquier otra.
9. Debray, Régis, La crítica Je las armas. Las pruebas de fuego, Madrid, Siglo Veintiuno, 1976, p. 108.
10. Sin ir más lejos, creemos que las FF. AA. le deben al país una explicación clara de la conducta de varios de sus miembros, que tuvieron actitudes dudosas frente a las organizaciones guerrilleras. Para poner un solo caso: los continuos contactos entre el Cnl. Juan Jaime Cessio y el Grl. Carlos Dalla Tea con la cúpula Montonera, que cita Perdía, Roberto Cirilo, La otra historia. Testimonio de un jefe Montonero, Bs. As., Grupo Agora, 1997, pp. 141, 175, 195, 206. Cfr. Gasparini, Juan, Montoneros: final de cuentas, Bs. As., Puntosur, 1988, pp. 140-141. Agrega a los generales Carcagno y Betti en reuniones con Carlos Hobert y Adriana Lesgart. Respecto al Cnl. Juan Jaime Cesio, es conocida la información proporcionada por Juan Domingo Perón: él dijo que Cesio “integraba el ERP”: Baschetti, Roberto (comp.), Documentos 1973-1976. Volumen I. De Cámpora a la ruptura, La Plata, De la Campana, 1996, p. 450. En apariencia, el presidente Carlos Néstor Kirchner, que ha homenajeado a Cesio, no comparte esa definición (o, tal vez, quise celebrar en Cesio al ERP). Referente a la obra documental montonera compilada por Roberto Baschetti, la citaremos de la siguiente manera: Io) Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970, La Plata, De la Campana, 1997: “Resistencia”. 2o) Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular, La Plata, De la Campana, 1994: “Guerrilla”. 3o) Documentos 1973-1976, Volumen I. De Cámpora a la ruptura, La Plata, de la Campana, 1996: “Cámpora”. 4o) Documentos 1973-1976. Volumen II. De la ruptu­ra al golpe, La Plata, De la Campana, 1999: “Ruptura”. 5°) Documentos 1976-1977. Volumen I. Golpe militar y resistencia popular, La Plata, De la Campana, 2001: “Militar”.