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ENTRE DOS INVASIONES (campaña de italia 1943 – 45) – MARIO PUDDU

500 págs.,
Tapa: rústica
Precio para Argentina: 30 pesos
Precio internacional: 10 euros

Círculo Militar — Biblioteca del Oficial
Premiada con Medalla y Diploma de Honor en la Exposición de Río de Janeiro

ENTRE DOS INVASIONES
(campaña de italia 1943 – 45)


por el Coronel del Ejército Italiano

MARIO PUDDU

(En anexo 20 croquis)


VOLUMEN 469
BUENOS AIRES, ENERO DE 1958 REPÚBLICA ARGENTINA

ÍNDICE

Prólogo  …………………………………………………………….       13
Nota del Traductor ………………………………………………       17

PRIMERA PARTE – La batalla de Sicilia (10 de julio-17 de agosto de 1943): 
Capítulo     I. El terreno   ………………………………….. …. 33
„         II. Antecedentes de la invasión y las con­
cepciones operativas   …………………….      39
„        III. Las fuerzas opuestas……………………… …. 49
IV. La batalla   ……………………………………      57
„        V. La organización logística  …………………      81
Consideraciones   ……………………………………………      89

SEGUNDA PARTE – Las vicisitudes político-militares del
Eje durante y después de la batalla de Sicilia: 

Capítulo     I. La crisis del Eje después de la caída del
gobierno fascista   ………………………….     117
„        II. La situación  de  las fuerzas italianas y
alemanas antes del armisticio  …………..      121
„        III. La proclamación del armisticio y la agre-­
sión alemana  ………………………………..     131
„        IV. La reorganización del ejército italiano …    137
Consideraciones    …………………………………………..     147

TERCERA PARTE – El desembarco de los angloamericanos en Italia
meridional y el avance de los Ejércitos aliados hasta la línea invernal
(3 de septiembre-15 de noviembre de 1943):

Capítulo I. El despliegue de las fuerzas alemanas pa­-
ra enfrentar el desembarco aliado en
Italia meridional………………………………     161

„ II. El desembarco aliado y el avance del 5.
y 8. Ejércitos hasta la línea Volturno-
Biferno   ………………………………………     165
„ III. El avance de los Ejércitos aliados hasta
la línea invernal (Sangro-Alto Voltur-
no-bajo Garigliano)   ……………………….     177
Consideraciones   …………………………………………….     185

CUARTA PARTE – La batalla del Garigliano
(28 de no­viembre de 1943 al 4 de junio de 1944):

Capítulo     I. El terreno………………………………. —-     203
II. La batalla……………………………………… … 211
„        III. La organización logística…………………. … 287
Consideraciones    ……………………………………………    301

QUINTA PARTE – El repliegue alemán y el avance aliado en Italia
central hasta la línea Arno-Metauro:

Capítulo     I. Las ideas operativas después de la ocu­
pación de Roma por los aliados………….     333
„ II. El repliegue alemán hasta la línea Arno-
Metauro   …………………………………….     337
„        III. El avance de los aliados en Italia central    341
„        IV. La organización logística   ………………. … 349
Consideraciones……………………………………………….     357

SEXTA PARTE – La batalla de Romagna
(agosto de 1944-abril de 1945):

Capítulo    I. El terreno  …………………………………….    369
„        II. La situación inicial   ……………………….. … 375
„        III. Las ideas operativas……………………….    383
IV. La batalla…………………………………….. … 389
„        V. La organización logística  ………………… … 423
Consideraciones    ……………………………………………    435
Consideraciones Finales   ………………………………………     457
Bibliografía   ……………………………………………………….     483

PROLOGO

En la segunda mitad del año 1943 Italia fue invadida por el sur, a través del mar, por los anglo-americanos, y a continuación, a causa del armisticio concluido con éstos, por el norte, a través de los Alpes, por sus ex-aliados alemanes.
Ambos invasores lucharon luego, a veces ásperamente, en el territorio italiano hasta fines de abril de 1945.
La doble invasión y los consiguientes combates que aquí se narran constituyen en su conjunto la Campaña de Italia 1943-1945.
Esta campaña es sólo un episodio de la II Guerra Mundial. Todavía, para nosotros los italianos, ella nos concierne tan directamente que tiene un valor decisivo para las enseñanzas de carácter político-militar que debemos extraer para el futuro, de este período tan trágico de nuestra historia.
El conocimiento de los sucesos de esta campaña resulta de gran importancia también para los otros pueblos (americano, inglés, alemán, francés, polaco, canadiense, brasileño, sudafricano, hindú, etc.), que con sus fuerzas tomaron parte en ella, para recordar de éstas el valor y los sacrificios, los dolores más cruentos y las glorias más refulgentes.
En nuestra narración, para dar al lector una idea más clara de los sucesos que expondremos, nos referiremos a las tres grandes batallas-maniobras que sintetizan toda la campaña:

  1. La batalla de Sicilia, librada por nuestras fuerzas ar­madas, con el concurso de las alemanas, contra las fuerzas anglo americanas de invasión, representa la última operación de guerra que precedió al armisticio y a la disolución de nuestro organismo militar;
  2. La bátalla de Garigliano, librada entre anglo-americanos y alemanes con la casi ausencia de nuestras fuerzas ar­madas, ve a estas últimas ya en vías de recuperarse;
  3. La batalla de Romagna, en la que participaron en for­ma directa parte de nuestras fuerzas armadas reconstituidas y en forma indirecta las fuerzas del frente clandestino de resistencia como un valioso aporte.

De cada una de estas tres batallas examinaremos los aspectos esenciales: situación operativa, concepción, fuerzas y despliegues contrapuestos, conducción de las operaciones y or­ganizaciones logísticas; como conclusión expondremos luego algunas consideraciones sobre los mismos puntos.
En cuanto a la distinta importancia, las analogías v las diferencias generales entre estas batallas, recordamos que ellas se desenvolvieron en los umbrales meridionales de tas tres partes en que los geógrafos acostumbran dividir la península itálica: la primera, por la conquista de Sicilia decidió 1a suerte de Italia Meridional: la segunda abriendo el camino hacia
Roma,   la de Ita1ia Central y 1a tercera   abriéndose paso a través de los Apeninos tosco-emilianos, la de Italia Septentrional.
Las operaciones que promueven estas batallas, tuvieron una duración siempre mayor; poco más de un mes la de Sicilia, más de seis meses la de Garigliano y nueve meses la de Romagna.

Es de hacer notar que mientras tanto en la batalla de Sicilia el atacante no dio tregua al defensor, en la de Garigliano tuvo que detener temporalmente su esfuerzo, ya exhausto, por casi dos meses y en la de Roma, por más de tres meses.
Entre una y otra batalla se tuvieron, por el contrario, intervalos de tiempo cada vez más cortos: alrededor de cuatro meses entre la primera y la segunda y dos meses entre la segunda y la tercera.
Las mismas batallas fueron muy diferentes entre sí por la importancia de las fuerzas que participaron, por el planteamiento y conducción operativa. También fueron dirigidas en gran parte por distintos comandantes tanto en uno como en otro bando: de donde resultan afectados en consecuencia por la mentalidad, preparación profesional y temperamento de tales comandantes.
Tuvieron finalmente como escenario, terrenos distintos por su conformación, por su clima y por su ambiente.
En síntesis, estas batallas representan un campo amplio para una profunda meditación sobre las posibilidades operativas por parte de grandes unidades modernamente organizadas y equipadas por los más recientes inventos de la ciencia bélica, anteriores a la guerra atómica.

El Autor.

NOTA DEL TRADUCTOR

La campaña de Italia (1943-45) tiene lugar en cir­cunstancias políticas difíciles para los ítalo-alemanes. La evolución desfavorable de las campañas militares del Eje, ya repercuten en la solidez de la alianza y en las condi­ciones internas de Italia, hasta escapar éstas al dominio del gobierno; el gobierno fascista tambalea y cae; el su­cesor no domina la situación; sobreviene el desorden; la capitulación y la división político-militar de Italia: proaliados, proalemanes, apenas se ven rastros de pro­italianos.
Los alemanes lo perciben con anticipación y adoptan previsiones de orden político y militar; casi diríamos que no son sorprendidos y en medio de la confusión, advierten con permanente nitidez que las complicaciones que crea la defección italiana es -un embarazo más en los elemen­tos de la situación y no pierden de vista que sus operacio­nes militares tienen como destinatario a los invasores angloamericanos y en éstos el objetivo que justifica su presencia en Italia.
La situación estratégica no es mejor. Italia pasa ser para los italianos el frente principal y el más importante que van a tener y tuvieron en toda la guerra; es el teatro de operaciones donde se va a jugar la inte­gridad del territorio metropolitano y la suerte de la nación, donde se evidencia el espíritu heroico de generacio­nes milenarias, donde se habría de luchar casa por casa en la defensa de la nación y, en último término, en la del propio hogar. Pero, para los italianos, el fin de la guerra es ahora apenas perceptible y ya no sirve como fundamento para fijar objetivos a la estrategia, y de ésta, ya no brotan misiones claras que la relacionen con las ba­tallas que deben sobrevenir.
En medio de esta especial situación para la conduc­ción italiana, para los alemanes van a presentarse situa­ciones muy difíciles; pero su objetivo es claro, el enemigo principal y el más peligroso lo constituyen los invasores angloamericanos. Contarán con el apoyo italiano, ¿hasta cuándo?; ¿tendrán que combatir también contra ellos? .. ., inclusive tener que hacerse cargo de la defensa total del territorio peninsular… de un territorio que se conver­tirá y tendrá que ser considerado hosti., enemigo, y más aún, llegarán a ser considerados, en ese caos italia­no, como invasores.
• Por eso, técnicamente, la obra puede llamarse “Entre dos invasiones”— en él momento en que la presión de los influjos geopolíticos del “mare nostrum” hacen os­cilar la posición de los italianos, y los angloamericanos, dueños de las aguas mediterráneas hacen su aparición torrentosa por el camino en que siglos atrás fuera el de otras invasiones provenientes del “sirocco”, mientras los alemanes concurren desde el norte a enfrentarlos.

Para los aliados angloamericanos, los éxitos obteni­dos en África son buenos presagios; la operación inicial sobre Sicilia pondrá a prueba como primicia su capaci­dad militar para la invasión al continente. Este ensayo podrá ser tal o convertirse en la verdadera invasión. Su objetivo político inmediato es sacar a Italia fuera de la guerra… ¿Se logrará tan sólo con la invasión a la zona insular o requerirá proseguir las operaciones en la penín­sula? Los medios han sido bien compulsados. No ig­noran las dificultades que sobrevendrán en la estabilidad del gobierno italiano, en las relaciones ítaloalemanas y en su conducción de las operaciones, ni dudan de la defec­ción italiana.
Política y militarmente es una campaña de suspen­so…, de posibles y tentadoras atracciones para varian­tes de toda índole, desde el objetivo político y estratégico hasta los planes operativos, como también en las relacio­nes con el territorio conquistado, hasta convertirlo en un casi aliado utilizable …
Pero los comandos angloamericanos no se dejan im­presionar ni entusiasmar por los primeros signos …, pare­ce que toman como norma: riesgos calculados; éxitos me­nores pero seguros; nada de improvisación, ni batallas espectaculares; no existe o no aparece el genio en la con­ducción de las operaciones, pero no olvidan tampoco que los “estados mayores” son los cerebros de los ejércitos de masa, y que los comandantes por bien dotados que se encuentren en condiciones de carácter y de saber, no re­emplazan la labor de aquéllos; y así, de esta campaña, surgen los conductores y los estados mayores del futuro asalto através del canal de la Mancha: Eisenhower, Montgomery, Clark, Patton, Bradley y otros.
Ese proceder prudente se manifiesta en casi toda la campaña, poniendo de relieve las condiciones en que se desarrollan dos escuelas o métodos de conducción. Por una parte, la batalla planificada “a priori” hasta en sus menores detalles y su conducción rígida de acuerdo a las previsiones, sin dar juego a la libertad e iniciativa propia de los comandos inmediatos inferiores, sin aprovechar oportunidades favorables de éxitos parciales en función de un cambio útil y posible del plan o de la maniobra, proyectada. Por otra parte, la batalla planificada y pues­ta en acción en sus lincamientos básicos, conducida en la plenitud del arte de la conducción libre y creadora— capaz de descubrir las oportunidades previstas y no pre­vistas, y en cuyo desarrollo hay amplio margen para la iniciativa de los comandos subordinados, dentro de los lincamientos básicos y de su objetivo.
El encuadramiento general de la situación política y estratégica para el beligerante que tenía a su cargo la defensa del territorio, es decir italianos, con la coopera­ción de unidades alemanas, se desenvuelven en circuns­tancias cuyas características salientes dan lugar a un ejemplo de la forma en que los comandos militares se ven obligados a conducir cuando falta un claro objetivo y de las dificultades para el ejercicio del comando, cuando la moral, la capacidad del pueblo y el apoyo de la conducción de la guerra, ya no son elementos de sostén de las operaciones.
Para las fuerzas alemanas, ese encuadramiento se traducía en: un aliado tambaleante, punto de pasarse al enemigo, con quien se lucha en fajas de combate ve­cinas, a veces en agrupaciones mixtas, con quien se com­parte las consecuencias de la difícil conducción de la guerra y las vicisitudes italianas de la zona de retaguar­dia y del interior, pero a quien se debe vigilar; y así vemos comandos y estados mayores alemanes planificar respecto al enemigo angloamericano a enfrentar y simul­táneamente tomar previsiones para dominar al aliado ita­liano, sea que éste abandone la lucha intente pasarse al enemigo.
Desde el punto de vista de las relaciones entre la po­lítica y la estrategia y de las relaciones entre la estrategia y los objetivos o finalidad de las operaciones militares y de la batalla como su epílogo, la campaña de Italia se presenta en forma nítida para refirmar los conceptos clá­sicos sobre los tópicos enunciados. En varias de las eta­pas de la campaña o en la concepción, planificación y desarrollo de sus batallas, se presentan al profesional episodios y oportunidades para reflexionar sobre las des­viaciones de la conducción, tanto en lo estratégico como en lo operativo, en cuanto muestra cómo aquel que tiene la iniciativa, apartándose por diversas razones de los con­ceptos de la conducción clásica “que tiene siempre por objetivo de la maniobra la destrucción de las fuerzas ad­versarias a su frente”, persigue objetivos geográficos y a veces topográficos no impuestos por razones políticas, económicas o de la conducción inmediata superior.

“Prolongan la campaña, exigen mayor pérdida en hombres y medios”, dice el autor, y, lo peor, agregamos, dejan una secuela de vicios de conducción, sobre los cuales debe advertirse a los jóvenes profesionales quienes, sin conocer otras causas que habrían motivado dichas des­viaciones, pueden sentirse inclinados a tomarlas como doctrina o escuela de la propia conducción. Felizmente el autor pone de relieve esta circunstancia y allí reside un objeto de enseñanza de interés.
Parece una advertencia a las “operaciones” e “informaciones” de los estados mayores: recordar que una bue­na concepción en el marco operativo puede equilibrar o compensar fracasos parciales de las acciones tácticas in­cluidas, pero que las acciones tácticas, si bien pueden crear bases aprovechables en el marco inmediato superior, raras veces subsanan o compensan la deficiente concepción operativa. Dicho de otro modo: una mala con­cepción operativa difícilmente puede ser salvada por el éxito táctico, pero una buena concepción operativa normalmente se sobrepone a una deficiente acción táctica parcial.
En su conjunto el estudio presenta una serie de plan­teos operativos, expuestos en forma escueta, así como cuadros claros respecto a los tiempos necesarios para pla­nificar, preparar y desarrollar acciones en ese marco o variantes en lo ya proyectado, cuestión muy poco tenida en cuenta en numerosos ejercicios de paz, y aún mismo en resoluciones sobre temas de historia militar, ya que normalmente quien los plantea a veces prefiere que el ejercicio “salga” bien, más que de él resulten útiles ense­ñanzas fuera de las previstas.

La hábil maniobra en retirada y la maestría en el combate retardante llenan las cartas de la situación entre el desembarco de Sicilia y el fin de la campaña, ya que ésta es, como lo dice el autor “un típico caso de maniobra retardante”; aunque en su conjunto la campaña se pre­sente como una revista de todas las formas de conducción y clases de combate.
Las sucesivas batallas defensivas libradas por los alemanes, muestran muy claro que la “defensa” no es sólo conducción de los fuegos, sino que, en condiciones más difíciles que en el ataque, por la subordinación a la iniciativa del atacante y la restricción de su libertad de acción, también aquí se presentan al “conductor” oportu­nidades para evidenciar su dominio de la técnica y del arte: aprovechamiento de todo elemento favorable de la situación; dosificación de las fuerzas; acabado cono­cimiento de la situación ambiental; ejecución oportuna de repliegues previstos u obligados por las fluctuaciones del combate, especialmente ante la penetración de blin­dados; adecuado empleo de las reservas y reacciones oportunas dentro de las limitaciones de los medios.
Resalta el rol especial que tienen las “posiciones de cierre” y las “posiciones de retaguardia” en la organización de un “sistema de resistencia”(1) en profundidad, en el marco operativo.

Será fácil advertir en el curso de los ataques aliados y la correspondiente conducción de la defensa por los alemanes, en las sucesivas líneas de resistencia posicio­nes defensivas o líneas de retardo—, cómo en el campo operativo, la penetración de blindados obliga a que la “posición de retaguardia” se encuentre a distancia en una “jornada mecanizada de combate”, alrededor de 30-40 Kms., precisamente para restar valor o posibilida­des operativas a dicha penetración.
En cambio, si dichas “posiciones de retaguardia” fueren consideradas exclusivamente desdé el punto de vis­ta de las unidades no mecanizadas, constituirían a esa distancia, más que “posiciones de retaguardia”, otra posición.
También se destaca la influencia del blindado atas­cante, en la concepción de la batalla defensiva: en la pro­fundidad del sistema o dispositivo, en la naturaleza, pre­ferentemente blindada, y en la ubicación de las reservas.
El contenido del trabajo, las conclusiones del autor y las reflexiones que el lector se irá formando, ratifican cómo una conducción superior y una buena instrucción de las tropas y unidades, en los límites deseables, puede neutralizar, en parte, las posibilidades de un adversario que dispone de total dominio aéreo, superioridad en efectivos y medios, y amplio apoyo logístico: una lección para los que piensan que la superioridad en la batalla sólo es superioridad de medios; lección suficiente para no olvi­dar que en última instancia los principios de la conducción, en su conjunto, son determinantes de “condiciones de superioridad” y ellos pertenecen al ámbito de la “con­ducción” en cuanto ella tiene dearte. No pasará inadverti­do al lector, en los momentos críticos de las batallas defen­sivas alemanas, la influencia de la capacidad de los co­mandos y del espíritu, y capacidad profesional de sus “estados mayores”, a punto de refirmar aquel aforismo “de que los comandos valen por cuanto valen sus estados mayores y éstos en cuanto aseveran que la “previsión es la facultad más noble del comando”(2).
Si bien es cierto que el autor no entra en detalles sobre las operaciones combinadas (aire-mar-tierra), se presentan en esta campaña como una unidad y resalta la interdependencia de las posibilidades y de los éxitos de los planes, del de una de las fuerzas en acción.
También ratifica que la participación permanente de las “fuerzas aéreas” en una batalla contemporánea, ha dado a ésta el carácter unitario de operación conjunta de fuerzas aeroterrestres, de tal suerte que las fuerzas aéreas que participan dejan de tener él carácter de cooperantes, y que en su planificación, conducción y ejecución deben ser consideradas, fuerza aérea y fuerza terrestre como un todo.
La batalla se libra en el aire y en la tierra con uni­dad de concepción y en función de un mismo objetivo, concepto de la batalla que puede extenderse hacia abajo hasta la unidad operativa ejército.

Dentro de este orden de ideas, de operación combi­nada, el empleo de tropas aerotransportadas aparece en toda su importancia y resulta su expresión más típica; que alcanza su grado máximo cuando se combina con una operación de desembarco desde el mar.
El autor detiene su estudio en las consideraciones logísticas y situación del abastecimiento, que juegan un rol especial y con características particulares para am­bos bandos: para el aliado, dependiendo de sus posibili­dades a través del mar y de la organización inicial y sub­siguiente de la zona de retaguardia, incluyendo en ésta el aprovechamiento del territorio conquistado; para los alemanes, de la organización de sus zonas de reunión de abastecimientos y de los transportes que fueron muchas veces tan importantes como la disponibilidad de efectos.
Pueden verse dos tipos de situaciones difíciles: en uno, con amplios medios, gran superioridad, no exento de dificultades a superar debidas al curso mismo de las ope­raciones; el otro, en medio del caos de los transportes y la falta de medios; y en ambos, poniendo a duras prue­bas las previsiones y estudios de los cuartel maestres en todos los escalones y a las unidades de servicios, para mantener con su actividad la capacidad combativa de las tropas enel mínimo nivel necesario.
Y así, en el estudio de los factores que conforman la situación previa a la batalla y la importancia del abas­tecimiento en el nivel de su planeamiento, cabe decir que el final de la batalla de Romagna estaba casi decidida antes que en la batalla misma, en el campo de la logística.

Desde el punto de vista del terreno, resulta induda­blemente de provecho apreciar cómo las características geográficas, con sus líneas de operaciones, líneas de re­sistencia, centros urbanos capaces de atraer a los efec­tivos que operan en la zona, etc., juegan un papel impor­tante en la conducción operativa y cómo las caracterís­ticas topográficas, ora llano, ora montañoso, presenta situaciones especiales para la conducción táctica, a tal punto que muchas veces unidades de montaña a poco de operar en éstas debían proseguir en terreno que no lo es, a la vez que unidades de llanura y mecanizadas se veían obligadas a operar, por natural evolución de las opera­ciones, en terreno difícil y montañoso.
Desde el punto de vista de las fuerzas morales, el apoyo que parte de la población brinda al invasor antes que a sus propios soldados, habrá tenido causas sociales o de política interna que lo promovieran, inclusive como resultado de la guerra psicológica, pero no justificación, por tratarse de un pueblo con atávica unidad racial, en boca de cuyos pensadores y poetas era dable escuchar: “possa la mía Patria, avere sempre ragione, ma con o senza ragione sará sempre la mía Patria” … Por lo me­nos en la masa de la población y combatientes, desde que en las esferas del gobierno y en el alto comando militar, la mente fría, aunque se mantenga el corazón ardiente, debe pesar en todo su valor el alto interés nacional y la conveniencia del país, sin que siquiera penetre como sombra o resabio el interés y las ideas personales: mirando como desde una isla neutral..virtud de los altos comandos!

De igual manera llama la atención que para hacer frente al primer desembarco angloamericano en Sicilia, considerando el despliegue de las unidades operativas ita­lianas mientras ocurre la batalla de Sicilia y la ocupación de Calabria, el Comando Supremo Italiano empeña de sus efectivos de combate solamente tres divisiones de infantería(3) y algunos grupos (unos 70.000 hombres), mien­tras que lejos del frente excluyendo Cerdeña donde hay 240.000 hombres— hay quince divisiones aptas para la lucha, (4) faltando “refuerzos” y “medios” para esta fase de la campaña.
Es evidente aquí una disociación entre el pensamien­to expresado de impedir o rechazar la invasión y el empeñamiento de los medios que la acción reclama. Los hechos lo confirman. Durante el desembarco de Sicilia el contraataque de las divisiones “Livorno” y “Goering” estuvieron a punto, de ser algo más fuertes y reforzadas, de hacer fracasar la formación de la cabeza de playa del 7. Ejército americano, con lo que habría variado el curso de la campaña; de la misma manera que los contraata­ques de la división “Nápoli” y agrupación “Schmaltz” resultaron tardíos e inoperantes frente al 5. Ejército inglés.
¿Por qué no se colocaron efectivos adecuados para la defensa inicial de Sicilia, especialmente en unidades blin­dadas y motorizadas, de las cuales existían en la penín­sula varias divisiones aptas para el combate, y en cuya ausencia reside la falla en la dosificación de las fuerzas (6. Ejército), a cuyo cargo estaba la defensa?
¿Era necesario este arbitrio, en contra de las propias operaciones militares, para buscar el pretexto que justifi­cara el colapso de Italia y su salida de la guerra?
Quizá tampoco quepa compartir las apreciaciones respecto a la primacía con que actuaba el aliado alemán en la dirección de las operaciones o en sus relaciones con los italianos, desde que sabemos de las exigencias del “comando único”, como también de los antecedentes acu­mulados en el curso de las campañas anteriores (Grecia, África, Rusia). Por otra parte, al referirse a la situación moral de las fuerzas italianas en Sicilia, minada por la falta de colaboración cuando no hostilidad de la población isleña, como una de las causas de su poca eficiencia, cabe aceptar que tal falta de colaboración u hostilidad siempre habrá sido menor que si las fuerzas combatiesen en país enemigo; y el ejemplo salta a la vista ante la situación en que se va a encontrar el propio aliado alemán en terri­torio italiano y su comportamiento.
Así vemos cómo los honra su comandante en la obra que relata esta campaña, con el subjetivo título de “Soldados hasta el último día”(5).
Agradezcamos al autor quien nos ha permitido, en una valiosa síntesis, valorar las operaciones en el terri­torio italiano, en condiciones tan particulares en el orden político, psicológico ambiental, estratégico y operativo, que recién su estudio pone de manifiesto y capacita para valorar otras líneas ajenas a la situación militar que van influyendo, cuando no presionando, sobre los comandos, sus apreciaciones y sus resoluciones.
Nosotros no entramos a dirimir simpatías: felices los pueblos capaces de holocausto, por su devenir, y agradezcamos las enseñanzas que nos transmiten, cuyo precio fueron vidas de nobles soldados.
Y para otros diremos con Federico: “Los generales que mandan ejércitos son más dignos de consideración de lo que generalmente se cree. Sin escucharles, todo el mun­do los condena, la prensa los entrega al escarnio público y de los miles que los vilipendian, tal vez ninguno sea capaz de dirigir la fracción de tropa más pequeña”.

Venancio Carullo
Teniente Coronel.

 

Notas:
(1) El autor distingue “sistema de resistencia” en el marco operativo, como el equivalente a “posición” en el marco táctico, por cuanto aquél puede comprender una o más posiciones escalo­nadas en profundidad, concordes con la idea o intención sobre la conducción de la defensa.
Desde luego que en esto influye en gran parte la configuración del terreno que determina la existencia de líneas de resistencia utilizables
(2)    Del Coronel D. Emilio Bolón Várela, ex-profesor de Conducción Operativa y Jefe de curso de la Escuela Superior de Guerra.
(3)   Excluyendo las unidades de vigilancia de costas.
(4)    También casi 300.000′ hombres,  sin contar unidades que están fuera de Italia.
(5)   Mariscal   Kesselring:    obra   citada    (Soldaten    bis   Zum letzten tag)