128 páginas.
Tamaño: 13,5 x 20,5 cm.
Ediciones Camzo
España, 2009
Colección: Orígenes Nº 1
Encuadernación rústica.
Precio para Argentina: 104 pesos
Precio internacional: 16 euros
A Hörbiger se le debe no sólo su revolucionario teoría sobre el Hielo Universal, sino también el hecho de que supo aplicarla, abriéndonos así, después de un trabajo de treinta años, las puertas para una nueva comprensión del Universo y para la aplicación técnica de los acontecimientos cósmicos. Fue un trayecto penoso por el que pasó desde que la idea de la naturaleza glacial de la capa de la Luna se engendró en su cerebro, hasta la demostración de que el hielo, en todo el Universo, con su natural oposición a las materias candentes, es el verdadero propulsor de todos los hechos y que todo lo que acontece hasta en el más distante espacio de las estrellas, como en nuestro más próximo reino solar, es el resultado final del combate entre el mundo candente y el mundo glacial.
La presente publicación tiene por fin único el de exponer en forma circunscrita cómo la teoría de los mundos congelados, en contraposición con las ideas científicas hasta hoy vigentes, explica de manera nueva los secretos del universo del Sol y traduce los portentosos fenómenos y manifestaciones en cada uno de los cuerpos celestes.
ÍNDICE
Prólogo: La Cosmogonía Glacial de Hörbiger.
Por Rafael Videla Eissmann 11
Introducción por Max Valier 25
Nuestra Luna, su desarrollo y fin 29
Del astro incandescente 65
Los grandes planetas:
Mercurio y Venus 97
Marte 102
La Tierra 107
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno 111
Asteroides y cometas 117
Estrellas fugaces y meteoros 119
Epílogo 121
Bibliografía de Max E. Valier 123
Fuentes 125
PRÓLOGO
La Cosmogonía Glacial de Hörbiger
El triunfo de la Cosmogonía Glacial estaba tempranamente determinado como una cuestión de principios y todo lo que queda para los adversarios de la Cosmogonía Glacial es una retracción parcialmente honesta, como ya ha sucedido en algunos campos. Y puede, debido a esto, existir en el futuro, algún difícil e incomprensible juicio en torno a la Cosmogonía Glacial por razones científicas. No perderemos el rumbo, conocemos la verdad en el camino y conocemos el “sí” de nuestra convicción y con ello el “sí” de nuestra creencia y la inconvertible lealtad a Hans Hörbiger y su doctrina
Georg Hinzpeter
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La Cosmogonía Glacial de Hans Hörbiger (29 de Noviembre de 1860 – 11 de Octubre de 1931) fue publicada originalmente en Austria, en el año de gracia de 1913. La Cosmogonía Glacial es una obra única y revolucionaria, puesto que plantea una nueva visión acerca del origen del sistema solar, su composición y estructura, desarrollando al mismo tiempo, una nueva visión sobre la edad geológica de la Tierra y, por ende, del hombre y de las culturas.
La visión de Hörbiger sustenta el eterno combate entre dos elementos opuestos y complementarios: el Hielo y el Fuego, como principios cósmicos, y las fuerzas de repulsión y atracción que se generan a partir de esta dinámica. Esta conflagración que rige a los espacios cósmicos y a los cuerpos celestes, rige asimismo a la Tierra. Como es sabido, la cosmotécnica expuesta en la obra de Hörbiger establece en una primera ronda la existencia de una Superestrella en la constelación Columba (Pigeon) poseedora de una elevadísima temperatura. Esta Superestrella sufrió la colisión de otro cuerpo constituido por una gran masa de hielo cósmico, generando un gran estallido -una explosión de vapor- y lanzando los fragmentos de la colisión a los vastos confines del Universo expansivo. Algunos de estos fragmentos estelares regresaron sobre la masa central de la Superestrella, lugar donde se había originado inicialmente la explosión. Otros fragmentos, mantuvieron su posición a una distancia intermedia, transformándose de este modo en los planetas del sistema solar. En este sentido, según la Cosmogonía Glacial, los cuerpos celestiales obedecen a dos fuerzas que se desarrollan en contraposición: la fuerza primitiva e inicial de la explosión, que los proyecta; y en segundo lugar, la gravitación que los atrae a la masa más fuerte situada en su proximidad. Estas fuerzas son dispares, pues por un lado mientras la fuerza de proyección inicial disminuye debido a la composición del espacio cósmico, la fuerza de gravitación presente un estado permanente, estableciendo el mecanismo por el cual un cuerpo celestial se aproxima al más cercano que ejerce su fuerza de atracción, produciéndose en ésta una espiral que se va cerrando. De este modo, tarde o temprano cada planeta chocará contra el más cercano y todo el sistema planetario, necesariamente, se estrellará en forma de hielo contra el Sol, produciéndose así una vez más, una grandiosa explosión. En ese instante cósmico, todo comenzará de nuevo. Un ciclo se cerrará y uno nuevo se iniciará.
De acuerdo a la Cosmogonía Glacial, advendrá un momento en que la espiral descrita por el actual satélite lunar en torno a la Tierra terminará por cerrarse y de esta manera, se acercará irremediablemente a la órbita terrestre, generando un gran desplazamiento de las masas de aguas en torno al Ecuador, arrasando a las superficies continentales y a sus habitantes. Este es el Diluvio Universal de los mitos y las leyendas, que ha sido registrado en distintos puntos del globo, recordado por sus trágicos efectos. Los sobrevivientes de esta catástrofe hallan refugio sólo en las altas cadenas montañosas, como en el Tíbet y en los Andes, lugares donde permanecen hasta la estabilización del flujo de las aguas y del eje terrestre.
Los descendientes de aquellos “salvados de las aguas”, es decir, los sobrevivientes del Diluvio, degeneran por entropía y con el paso del tiempo, el conocimiento de los antiguos y de su historia, deviene en relatos míticos y leyendas. La Cosmogonía Glacial abre en este sentido, una nueva perspectiva sobre la antigüedad de las culturas en las distintas regiones del planeta, pues no se enmarca en el consabido darwinismo de las escuelas antropológicas y arqueológicas imperantes que han postulado el origen en África del Hombre. Mencionemos aquí, aunque sea brevemente, que a ello se opone la extraordinaria investigación del profesor Roberto Rengifo, propugnador del origen polar antartico del Hombre en sus obras Los Chiles (1921) y El Papel del Territorio de Chile en la Evolución de la Humanidad Prehistórica (1935). En este sentido, Rengifo ha establecido que los primeros humanos vivían en las regiones antárticas y de ellos nos viene la tradición más antigua, y por ello es obligatorio que alrededor de ellas haya sucedido la catástrofe, y, por consiguiente, en la región austral de América. Quizás fue el hundimiento de las tierras que rodeaban al Polo Sur y en donde, por lo que ha venido diciendo, debió haber principiado a existir la Humanidad. Sólo se salvaron unos pocos primitivos en los tres continentes que avanzan sus extremidades hacia el Sur.
Rengifo ha indicado que cuando hubo un exceso de población en el Archipiélago Antártico, que por entonces decenas de miles de años atrás, era el gran centro de la humanidad blanca y clara, los primeros que emigraron por las costas de América, en sus barcas, hacia el Norte, tuvieron la preferencia para elegir clima y formas topográficas semejantes a las que habían abandonado obligadamente, y se establecieron en los Archipiélagos polares del Norte.
Esta migración Sur Norte explica la grandiosa antigüedad de los vestigios culturales de la América Aborigen, clasificados difícilmente por la arqueología, como sucede con El Enladrillado cerca de Talca, el Valle del Encanto cerca de Ovalle; Tiahuanaco-Aztlan, Puma Punku, las líneas de Nazca y el observatorio astronómico de Calçoene en Brasil, por mencionar sólo algunos ejemplos. Esta es la migración de los Dioses de la Antártida, los Dioses Blancos de la América Aborigen, como los Viracochas, Tupuna, Parr y Quetzalcoatl.
Las grandes catástrofes alteran así la estratigrafía y desordenan, en suma, el patrón cronológico de los vestigios de las culturas antidiluviales.
Como hemos indicado, hace casi cien años Hörbiger publicó su monumental obra donde establece la caída de un cuerpo celestial o Luna contra la Tierra, acontecimiento que generó desastrosos efectos para el planeta y sus habitantes. Sus postulados han sido evadidos, ignorados y hasta ridiculizados. Sin embargo, la ciencia de nuestro tiempo comprueba lo expuesto por Hörbiger. Así, en la reunión de la Unión Geofísica Americana sostenida en Acapulco en 2007 se corroboró lo postulado por el ingeniero austríaco: hace 13000 años, un cometa estalló sobre la Tierra, provocando una lluvia de bolas de fuego que incendió la mayor parte del hemisferio Norte. Las culturas de la Edad de Piedra se vieron drásticamente afectadas y la megafauna, como los mamuts y los mastodontes, desaparecieron del planeta. La explosión también produjo una nueva etapa de enfriamiento climático que duró alrededor de 1000 años y que ciertamente afectó el devenir de los grupos humanos a escala planetaria. El geofísico Alien West, miembro del equipo de investigadores de la Unión Geofísica Americana, estableció que con un diámetro de entre dos y tres kilómetros, el cometa estalló antes del impacto, lo que produjo una serie de explosiones, cada una de las cuales debió equivaler a la deflagración de una bomba atómica. El resultado tuvo que ser el de un infierno en la superficie terrestre. La mayor parte del hemisferio Norte debió arder.
Esta es la “lluvia de fuego”, recordada en varios mitos y leyendas en distintas regiones del mundo, especialmente en las culturas de la América Aborigen.
Esta catástrofe planetaria explica los grandes movimientos migratorios desarrollados por distintos grupos tras la búsqueda de zonas habitables, como lo han manifestado los arqueólogos Herman Wirth, Edmund Kiss, Arthur Posnansky y Roberto Rengifo, entre otros.
Prueba de este impacto es una de capa de diamantes microscópicos hallados en 26 puntos distintos de Europa, Canadá y Estados Unidos, que corresponden a fragmentos de un gigantesco cometa rico en carbón. Las elevadísimas presiones y el calor desencadenado por los fragmentos al chocar contra la Tierra convirtieron el carbón del cometa en polvo de diamante.
La desintegración del cometa debió afectar asimismo a las placas de hielo del hemisferio Norte, derritiéndolas en tal cantidad de agua vertida al Atlántico que seguramente se produjo un trastorno en las corrientes oceánicas, incluyendo la corriente del Golfo y la inundación de zonas costeras y de regiones habitadas. El efecto a largo plazo fue un periodo de frío de 1000 años que azotó fuertemente a Europa y a Asia.
Este acontecimiento cósmico devino en mito y leyenda de acuerdo a la visión de los sobrevivientes, que luego será registrado en la tradición del Diluvio Universal existente en las culturas del lejano Oriente, Medio Oriente, Europa y la América Aborigen. Este es el diluvio que arrasó con Tiahuanacu – Aztlan, la metrópolis de los Viracochas y el recuerdo del combate entre Tren-tren y Kai-kai en la tradición oral de los araucanos de Chile. Es la “salvación” de Noé en el Monte Ararat, el Crepúsculo de los Dioses o Götterdammerung de los Edda y la Quinta Época de la Saga de Irmin, de Jarl Widar.
La datación coincide también, con el hundimiento de la isla-continente de Atlantis, indicada por Platón.
Los postulados expuestos en la Cosmogonía Glacial en torno a la mecánica del Cosmos, su composición y dinámica junto al aumento de la fuerza gravitacional producto del acercamiento inevitable del satélite lunar, el cambio del eje terrestre y los cataclismos cíclicos se desarrollan y cumplen de manera infalible.
Esta es la victoria de la Cosmogonía Glacial de Hans Hörbiger.
Mas, en la espiral descrita por las órbitas planetarias, según la Cosmogonía Glacial, será próximamente Marte el cuerpo que se verá atraído a la órbita terrestre para convertirse en su satélite. Sin embargo, su órbita será mayor y finalmente, éste se verá absorbido por la atracción del Sol. El paso de Marte significará la destrucción de la Tierra debido al aumento ostensible de la temperatura y a los considerables efectos gravitacionales. Tras este ciclo, la Tierra se transformará en un planeta de Hielo, que asimismo será atraído al Sol junto a otros planetas que se fundirán en la masa ígnea solar hasta que estalle y de esta manera, todo el proceso cósmico se reinicie una vez más.
Rafael Videla Eissmann
INTRODUCCIÓN
Valier, un Ícaro de nuestra Era
Soy un agradecido que el omnipotente Dios nos haya dado la belleza de las estrellas y también, sus misterios
Max Valier
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El día 9 de Febrero de 1895 nace en Bozen, en la zona sur del Tirol en Austria, Maximilian E. Valier, hijo de Edmund y Olga Valier. Sustentador de la Cosmogonía Glacial del Hörbiger y gran impulsor de la industria de roquetería durante las primeras décadas del siglo XX, Valier ingresó en 1913 a la Universidad de Innsbruck donde estudió Física, Matemáticas y Astronomía, trabajando a la vez como maquinista en una industria de la misma ciudad. Con la irrupción de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sus estudios son interrumpidos y Valier se enrola en el cuerpo aéreo del Ejército Austro-Húngaro.
Luego, tras el fin del conflicto, prosigue sus estudios en Innsbruck y Münich, pero los abandona luego para transformarse en un independiente escritor de ciencias. De este modo, en 1923 publica en la ciudad de München una interesantísima obra titulada Weltuntergang (“El colapso del Mundo”), que describe la catástrofe como consecuencia del choque de un cuerpo celeste contra la Tierra. En aquella época, gran efecto le causan las teorías y la obra Die Rakete zu den Planetenräumen (“Los Cohetes hacia el Espacio Interplanetario”) de Hermann Oberth, prominente científico que lo asistirá directamente para su publicación acerca de los viajes espaciales titulada Der Vorstoss in den Weltenraum (“El Avance hacia el Espacio”) de 1924, obra que se convirtió en un extraordinario éxito de ventas, contando con seis ediciones antes de 1930. En el mismo año Valier publica Der Sterne Bahn und Wesen. Gemeinverständliche Einführung in die Himmelskunde (“El Camino y la Esencia de las Estrellas. Introducción a la Ciencia Celestial”), trabajo reeditado dos años después.
En 1925, Valier presenta un estudio acerca de la estructura cósmica que lleva como titulo Anleitung zum Lesen kosmotechnischer Zeichnungen (“Guía de Instrucciones para la lectura de dibujos cosmotécnicos”) y luego en 1927, publica Einfuhrung in die Welteislehre. Die Rätsel des Sonnenreiches, nach Ingenieur Hörbiger dargestellt (“Introducción a la Doctrina del Hielo Mundial. Los Enigmas del Reino Solar, presentados de acuerdo a los planteamientos del ingeniero Hörbiger”), trabajo que sintetiza los postulados de la Cosmogonía Glacial, donde Valier ha establecido que Hörbiger, en 1894 observando la luna con un pequeño telescopio, tuvo la idea, base de su nueva teoría, fundada en la fugaz intuición de considerar toda la superficie de nuestro satélite con todas sus montañas, cráteres, blancos témpanos y sus profundas llanuras gris-verdosas, como una capa de hielo procedente de la congelación de un inmenso océano que cubre todo el astro formando una capa de hielo de varias decenas de kilómetros de espesor.
En esta misma obra, Max Valier ha definido que no es solamente el hallazgo de la clave lo que a Hörbiger se le debe, sino también el hecho de que supo aplicarla, abriéndonos así, después de un trabajo de treinta años, las puertas para una nueva comprensión del Universo y para la aplicación técnica de los hechos cósmicos. Fue un trayecto penoso por el que pasó desde que la idea de la naturaleza glacial de la capa de la luna se engendró en su cerebro, hasta la demostración de que el hielo, en todo el Universo, con su natural oposición a las materias candentes, es el verdadero propulsor de todos los hechos y que todo lo que acontece hasta en el más distante espacio estelar, como en nuestro más próximo reino solar, es el resultado final del combate entre el mundo candente y el mundo glacial.
Valier, visionario del espacio, se transforma en uno de los pioneros de la industria de cohetes y es uno de los fundadores el 5 de Julio de 1927 de la Deutscher Verein für Raumschiffahrt -la Sociedad para la Industria de Vuelo Espacial de Alemania (DVfR)-, aplicando la ciencia hörbigerista a la incipiente industria, la que posteriormente asentará las bases para los vuelos espaciales y en la cual aparecen destacadas figuras como Hermann Oberth, Klaus Riedel, Willy Ley y Wernher von Braum.
En este período Valier publica numerosos artículos en torno a los viajes espaciales, destacando entre ellos “De Berlín a Nueva York en una hora” o bien, “Un atrevido viaje a Marte” y el libro Raketenfahrt (“Viajes en Cohetes”) de 1929(1).
Avocado a la creación de propulsores, el 15 de Marzo de 1928 Valier desarrolla junto a Fritz von Opel y Friedrich Sander el primer auto propulsado por un cohete, alcanzando luego en el mismo año, la velocidad de 145 millas por hora con un auto abastecido por un cohete de propelante sólido. En los meses siguientes, se desarrollaron una serie de prototipos de autos y aviones basados en un sistema semejante de propulsión, estableciendo los cimientos para una naciente industria, generando al mismo tiempo gran interés popular por estos campos. Como ejemplo de su gran capacidad de creación, señalemos que Valier construyó varios vehículos impulsados por cohetes, entre los que cuentan trineos, patines y automóviles, algunos de los cuales alcanzaron los ¡380 kilómetros por hora!
El programa sistemático de Valier para la roquetería abarcaba tanto los vehículos terrestres como el desarrollo de naves que permitieran los viajes espaciales. Un logro significativo fue alcanzado en una pista de prueba en 1929 cuando un cohete de Valier alcanzó la velocidad de 402 kilómetros por hora.
En este punto, la Sociedad para el Vuelo Espacial concentraba sus esfuerzos en la búsqueda de un combustible líquido para cohetes, logrando éxito en la planta de Heylandt el 25 de Enero de 1930. Luego, el 19 de Abril del mismo año, Valier desarrolla la primera prueba con éxito de un auto-cohete con base de propulsión de oxígeno líquido y alcohol.
Tras estos exitosos logros, Valier impulsa la tercera parte del desarrollo de su programa basado en combustible de propelante líquido para naves aéreas. Pero lamentablemente, el 17 de Mayo de 1930 en una prueba desarrollada en Berlín de un cohete de combustible de oxígeno líquido, Valier, a los 35 años, muere tras una explosión.
Su cuerpo fue enterrado en Munich.
Su nombre es aún recordado en el Tirol como uno de los más famosos inventores y científicos, encontrándose allí la Sociedad de Astrónomos Amateur Max Valier, el Observatorio Público Max Valier en Gummer y la Escuela Profesional Max Valier.
Además de haber sido un extraordinario escritor del fascinante campo de los viajes interespaciales, Max Valier, ingeniero técnico en cohetes y astrónomo, tal cual un ícaro de nuestro tiempo, buscó viajar a otras esferas. Fue uno de los pioneros de la aeronáutica, figurando como uno de los grandes impulsores de la industria de cohetes, industria que tan sólo en la segunda mitad del siglo XX verá los resultados concretos de un grupo de extraordinarios visionarios.
Los Enigmas del Reino Solar
El presente trabajo de Max Valier, Los Enigmas del Reino Solar; es la traducción de la obra Einführung in die Welteislehre. Die Rätsel des Sonnenreiches, nach Ingenieur Hörbiger dargestellt, traducida al castellano por Khün de la Escosura en el año 1924, mismo año de su publicación por la casa editorial Voigtländer, en la ciudad alemana de Leipzig.
La obra de Valier es una introducción a la Cosmogonía Glacial de Hórbiger y cumple, en este sentido, con el objetivo de difundir los principales postulados de la Doctrina del Hielo Mundial (Welt-Eis-Lehre) en torno al origen del sistema solar, su composición y estructura, la formación de los planetas y la mecánica cósmica sustentada en las dos fuerzas que dominan el espacio, esto es, las fuerzas de atracción y repulsión. La obra aborda, asimismo, las repercusiones que esta estructura cósmica ejerce sobre la Tierra, principalmente la asimilación por parte de la Tierra de las Lunas y sus catastróficas consecuencias geológicas y culturales.
Rafael Videla Eissmann
Leipzig, Mayo 2009
INTRODUCCIÓN DEL AUTOR
Una nueva doctrina sobre el Cosmos surge desde Alemania y está a punto de extenderse por todas las naciones del Globo terrestre. Todavía hoy desconocida más allá de las fronteras de la Europa Central, se encontrará dentro de pocos años al frente de los intereses científicos y hasta de los económicos de todas las naciones. Allanar el camino para su comprensión es el objeto de esta obra.
Treinta años han transcurrido desde que el ingeniero austríaco Hans Hörbiger, en una memorable noche de Septiembre del año 1884, observando la Luna con un pequeño telescopio, tuvo la idea, base de su nueva teoría, fundada en la fugaz intuición de considerar toda la superficie de nuestro satélite con todas sus montañas, cráteres, blancos témpanos y sus profundas llanuras gris-verdosas, como una capa de hielo procedente de la congelación de un inmenso océano que cubre todo el astro formando una capa de hielo varias decenas de kilómetros de espesor.
Curioso es, pero casi cien años antes había sido expuesta ya la naturaleza de hielo de la capa de la Luna por Madler, investigador de ese planeta, y también más tarde, durante todo el siglo XIX, se presentó varias veces esta teoría ante la ciencia. Pero la ciencia no estaba tan madura: ante todo, faltaba a los investigadores de la Luna, los necesarios conocimientos sobre la tecnología calórica del hielo. Debido a esta falta, se dejaban intimidar por la antigua objeción de que el hielo no podía subsistir en la Luna porque en el vacío tenía forzosamente que evaporarse en el acto.
En el ingeniero Hörbiger se reunían esta vez, en feliz consorcio, la grandeza de una predisposición genial para los estudios astronómicos con los extensos conocimientos y experiencias prácticas del experto en la termotécnica, del constructor de máquinas de vapor y de refrigeración, así como del constructor de ventiladores para altos hornos. Así estaba capacitado para conocer las consecuencias de las impresiones que le asaltaban y estudiarlas a fondo. No es, pues, solamente el hallazgo de la clave lo que a Hörbiger se le debe, sino también el hecho de que supo aplicarla, abriéndonos así, después de un trabajo de treinta años, las puertas para una nueva comprensión del Universo y para la aplicación técnica de los acontecimientos cósmicos. Fue un trayecto penoso por el que pasó desde que la idea de la naturaleza glacial de la capa de la Luna se engendró en su cerebro, hasta la demostración de que el hielo, en todo el Universo, con su natural oposición a las materias candentes, es el verdadero propulsor de todos los hechos y que todo lo que acontece hasta en el más distante espacio de las estrellas, como en nuestro más próximo reino solar, es el resultado final del combate entre el mundo candente y el mundo glacial.
Otra segunda obra, que pronto será publicada, servirá para exponer cómo Hörbiger, sin vacío alguno y en correlacionada serie de ideas, por medio de su teoría de los mundos de hielo, descubre todos los secretos de la bóveda celeste resumiendo cielo y tierra a un todo viviente, y del cual también nosotros, lo seres humanos con nuestro mundo, formamos una parte.
La presente publicación tiene por fin único el de exponer en forma circunscrita cómo la teoría de los mundos congelados, en contraposición con las ideas científicas hasta hoy vigentes, explica de manera nueva los secretos del universo del Sol y traduce los portentosos fenómenos y manifestaciones en cada uno de los cuerpos celestes.
Max Valier
Baños de Lostorf en Olten, Suiza 24 de Abril de 1924
NOTAS
1 Ver la bibliografía de Max Valier en la parte final de este libro (Nota del Editor).