46 páginas
Editorial Ortodoxia
1970
Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 20 pesos
Precio internacional: 6 euros
Un Papa excomulgado
Por su negligencia en combatir la herejía
La definición doctrinal vigente del Papa San Leon II y del VI Concilio ecuménico, IV de Constantinopla. Con una dcumentada relación histórica de la tremenda excomunión y de su vigencia posterior.
Vamos a referirnos al serio conflicto ocurrido en la Santa Iglesia, en tiempos de S. S. el Papa Honorio I, que fue electo por el clero y el pueblo de la ciudad de Roma el 27 de octubre del año 625
Su Santidad el Papa Honorio I, magnífico administrador de los asuntos de la Iglesia, desplegó gran celo en la conversión de los habitantes de las Islas Británicas continuando la obra de San Agustín, liquidó el cisma provocado por el patriarca Fortunato, que siguió los pasos del surgido en tiempos del Papa Virgilio, deponiendo de su alto cargo al mencionado jerarca, cismático y, como era natural, combatió al judaísmo con toda energía.
ÍNDICE
no tiene
INTRODUCCIÓN
Vamos a referirnos al serio conflicto ocurrido en la Santa Iglesia, en tiempos de S. S. el Papa Honorio I, que fue electo por el clero y el pueblo de la ciudad de Roma el 27 de octubre del año 625, pues, como es sabido, en la elección de Papa ha habido en la Iglesia a través de su historia distintos sistemas, todos los cuales fueron considerados legítimos en sus respectivos tiempos.
El demonio, en su lucha constante contra la Iglesia de Cristo, se ha valido de diversos medios, y aunque su instrumento más importante y duradero ha sido la Sinagoga de Satanás, ha usado en diversas ocasiones medios distintos para combatirla, sobre todo en épocas como a la que nos estamos refiriendo, en que el judaismo había sido completamente vencido en sus luchas contra la Santa Iglesia.
Su Santidad el Papa Honorio I, magnífico administrador de los asuntos de la Iglesia, desplegó gran celo en la conversión de los habitantes de las Islas Británicas continuando la obra de San Agustín, liquidó el cisma provocado por el patriarca Fortunato, que siguió los pasos del surgido en tiempos del Papa Virgilio, deponiendo de su alto cargo al mencionado jerarca, cismático y, como era natural, combatió al judaísmo con toda energía, dirigiendo una carta al Concilio VI de Toledo, muy elocuente a este respecto, y siéndolo también su epitafio, que contenía las siguientes frases:
Judaicae gentis sub te est perfidia vida. Sic unum Domini redáis ovile pium (1).
1. Bajo tu gobierno ha sido vencida la perfidia judía, así haces uno al piadoso rebaño del Señor.