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Los Ocho Pecados Mortales de la Humanidad Civilizada – Konrad Lorenz

148 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 130 pesos
Precio internacional: 13 euros

Imbuído en la ideología del progreso a toda costa, el hombre, así como ha desarrollado su civilización, ha persistido en errores que pueden llevar a su destrucción. El premio Nobel de Medicina Konrad Lorenz, médico y zoólogo, investigador y pensador austríaco, padre de la etología, aborda uno a uno los pecados que pueden provocar el colapso de la civilización:
La irracional y desmedida superpoblación del planeta; La devastación del medio ambiente con la consecuente pérdida de respeto por la belleza de la creación; La obsesión del hombre por competir consigo mismo impulsado por el desarrollo tecnológico, que ofusca la apreciación de todo valor auténtico y les arrebata el tiempo que deberían dedicar a la genuina actividad de la reflexión; La paulatina atrofia de todos los sentimientos y afectos vigorosos mediante el enervamiento; La inadvertida decadencia genética a la que estamos expuestos ante la falta de selección; El quebrantamiento de la tradición que abre una brecha entre las generaciones y crea desarraigo; La formación indoctrinada creciente de la humanidad mediante la manipulación de las masas y la opinión pública, que incluso hace ver como patógena toda tendencia que se sustrae a la influencia de los medios de comunicación; Y, finalmente, el más evidente, la proliferación de armas nucleares?.
Todos estos procesos de deshumanización encuentran apoyo en la doctrina seudodemocrática, la cual no determina el comportamiento social y moral del hombre mediante la organización evolutiva sino por medio del “condicionamiento”.
A pesar de que el establishment lo haya clasificado como un incómodo revolucionario, el potente y científicamente estructurado pensamiento de Karl Lorenz nos brinda reflexiones sumamente importantes que no pierden actualidad. Aunque todavía se lo intenta desprestigiar por su colaboración científica con el nacionalsocialismo y la tendencia es tratar de ignorar su obra, difícilmente eso sea del todo posible. En primer lugar porque es demasiado extensa y significativa en el desarrollo del conocimiento humano y, en segundo término, porque el rigor científico que lo caracterizó durante toda la vida lo ubica mucho más allá de las controversias interesadas.

ÍNDICE

El Autor 7
Prólogo Optimista 9
I.- Propiedades estructurales e interferencias funcionales de los sistemas vivos. 13
II.- Sobrepoblación 23
III.- Desertización del espacio vital 29
IV.- La competencia contra uno mismo. 41
V.- El congelamiento de las sensaciones 51
VI.- El deterioro genético 67
VII.- Demolición de la Tradición 89
VIII.- Adoctrinabilidad 109
IX.- Las armas nucleares 137
X.- Resumen 139
Bibliografía 143

EL AUTOR

Konrad Lorenz nació en 1903 y murió en 1989. Naturalista y zoólogo, es el fundador de la etología, la ciencia del comportamiento, tanto el animal como el humano.
El lugar de su nacimiento es Viena. Se doctoró en medicina y zoología en 1933 en esta Universidad. Llegó a ser muy conocido por sus esfuerzos para identificar lo que él llamaba patrones establecidos de conducta, de los cuales demostró que estaban genéticamente determinados. Estableció, además, que dichos patrones eran tan importantes para la supervivencia del animal como sus características fisiológicas, y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar.
Uno de sus más conocidos y difundidos logros es el haber descubierto que los estímulos auditivos y visuales de los progenitores de un animal son necesarios para inducir a la cría a seguirlos, pero que cualquier objeto, incluido un ser humano, podía inducir la misma respuesta si se empleaban los mismos estímulos.
En su obra Sobre la agresión (1963), Lorenz demostró que el origen genético de la agresividad humana provenía del comportamiento observado en muchos animales cuando éstos defienden su territorio. Aunque la tesis era científicamente inatacable y hasta llegó a difundirse bastante masivamente, generó duras reacciones por parte de quienes siguieron – y siguen – aferrados a las doctrinas “políticamente correctas” que imponen los grandes centros académicos. .
Así, Lorenz terminó clasificado como incómodo “revolucionario” y la tendencia actual es a tratar de ignorar su obra. Sin embargo, difícilmente eso sea del todo posible. En primer lugar porque es demasiado extensa y, en segundo término, porque el rigor científico que lo caracterizó durante toda la vida lo ubica mucho más allá de las controversias interesadas y mezquinas.
Sus obras principales son “Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros” (1949), “Cuando el hombre encontró al perro” (1950), “Evolución y modificación de la conducta (1965)”, “La otra cara del espejo (1973)” y “Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada” (1973) que aquí ofrecemos.
En 1973 Lorenz recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina conjuntamente con Nikolaas Tinbergen y Karl von Frisch por sus trabajos en el campo de la etología.

PRÓLOGO

El presente tratado fue escrito para la publicación que apareció con motivo del homenaje por el 70° cumpleaños de mi amigo Eduard Baumgarten. De acuerdo con su esencia, en realidad no se condice demasiado bien con un acontecimiento tan festivo, ni tampoco con el carácter animado del homenajeado, puesto que es, confesadamente, una Jeremiada; un llamado al arrepentimiento y al replanteo, dirigido a toda la humanidad; algo de lo cual podría opinarse que concuerda mejor con un misionero como el famoso agustino vienés Abraham de Santa Clara que con un naturalista. Vivimos en una época en la cual es el naturalista quien puede ver determinados peligros de una manera especialmente más clara. De esta manera, el predicar se le vuelve un deber.
Mi prédica, que fue difundida por radiofonía, encontró un eco que me ha sorprendido. Recibí innumerables cartas de personas que pedían el texto impreso y, al final, mis mejores amigos me instaron a poner a disposición el escrito a un amplio círculo de lectores.
Todo esto ya podría ser adecuado para desmentir el pesimismo que parecería desprenderse del escrito. ¡La persona que manifiestamente era de la opinión de estar predicando solo en el desierto, en realidad hablaba, como ha resultado, ante un auditorio numeroso y completamente comprensivo! Más aún: al releer mis palabras me han llamado la atención varias expresiones que ya eran un tanto exageradas en su momento y que hoy ya no son ciertas. Así, por ejemplo, se dice que la ecología es una ciencia cuya importancia no resulta suficientemente reconocida. Esto es algo que realmente ya no se puede afirmar hoy, puesto que nuestro “Grupo Ecológico” bávaro encuentra afortunadamente buena recepción y comprensión ante las instancias responsables. Los peligros de una sobrepoblación y de la ideología del crecimiento están siendo correctamente apreciados por un número creciente de personas razonables y responsables. Contra la desertización del espacio vital en todas partes se están tomando medidas que, si bien no son por lejos suficientes, despiertan no obstante la esperanza de que pronto lo sean.
También en otro aspecto debo corregir mis expresiones en un sentido optimista. Al tratar la doctrina behaviorista escribí que la misma “indudablemente es la culpable de una parte sustancial del alarmante colapso moral y cultural de los Estados Unidos.” En el ínterin se han escuchado voces en los propios Estados Unidos que se oponen a esta errada doctrina de la manera más enérgica. Todavía se las combate con todos los medios, pero están siendo escuchadas, y en el largo plazo la verdad sólo puede ser proscripta si se consigue hacerla callar. Las enfermedades mentales epidémicas de la actualidad, provenientes de los Estados Unidos, suelen aparecer en Europa con algo de retraso. Mientras el behaviorismo se halla en construcción en los Estados Unidos, se expande últimamente entre psicólogos y sociólogos europeos. Es previsible que la epidemia decaerá.
Por último, quisiera hacer un pequeño agregado correctivo a la cuestión de la enemistad entre las generaciones. Los jóvenes actuales tienen los oídos abiertos a las verdades biológicas básicas, siempre y cuando no estén políticamente enardecidos, o no les resulte en absoluto imposible creer en cualquier cosa que provenga de una persona mayor. Es totalmente posible convencer a jóvenes revolucionarios de la verdad de lo expuesto en el Capítulo VII de este pequeño libro.
Sería presuntuoso creer que no es posible hacerle comprender a otros seres humanos aquello que uno mismo sabe con seguridad. Todo lo que está en este libro es mucho más fácil de entender que, por ejemplo, el cálculo integral y diferencial que todo estudiante de cursos superiores debe aprender. Todo peligro pierde mucho de su amenaza cuando se han descubierto sus causas. Por ello creo y espero que este pequeño libro puede hacer un aporte a la reducción de los peligros que amenazan a la humanidad.

Konrad Lorenz
Seewiesen 1972