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Tradiciones varias Escritos sobre Pitagorismo, Mitraísmo y Zen – JULIUS EVOLA

123 páginas
14,5 x 21 cm.
Ediciones Heracles
2012
, Argentina
tapa: color, plastificada,
Precio para Argentina: 60 pesos
Precio internacional: 14 euros

Esta obra que presentamos está compuesta por tres secciones distintas en las cuales se exponen tres tipos de tradiciones analizadas por Evola: el Pitagorismo, el Mithraísmo y el Zen. La primera de Occidente, la segunda de Oriente Medio y la tercera del Extremo Oriente. De esta manera este texto puede compaginarse junto a otros ya editados del mismo tenor en nuestra lengua, tales como La Doctrina del Despertar, en donde se analiza el buddhismo pâli, El Yoga tantra, en el cual se lo hace con el tantrismo, El misterio del Grial en el que se analiza la tradición gibelina, El Tao te King en donde se expone el taoísmo y La tradición hermética en el que se hace lo propio con el hermetismo. Podrían agregarse a todo ello los distintos estudios efectuados sobre el paganismo romano y en particular el estoicismo que aparecen en nuestra selección de textos editada bajo el título de La Tradición Romana. De esta manera, con la edición de esta obra, habrían quedado concluidos para nuestra lengua todos los estudios efectuados por Evola sobre distintas expresiones de un mismo saber tradicional.

 

ÍNDICE

Presentación ……………….5

PITAGORISMO
I- Introducción al pitagorismo ……………….10
II- Los versos de oro ……………….28
III- Comentarios ……………….31

MITHRAÍSMO
I- La vía de la realización de sí según los misterios de Mithra ……………….78
II- Juliano emperador ……………….91
III- Notas sobre los misterios de Mithra ……………….95

ZEN
I- Qué es el Zen ……………….104
II- La vía del samurai ……………….107
III- Sentido y clima del Zen ……………….115

PRESENTACIÓN

Esta obra que presentamos está compuesta por tres secciones distintas en las cuales se exponen tres tipos de tradiciones analizadas por Evola: el Pitagorismo, el Mithraísmo y el Zen. La primera de Occidente, la segunda de Oriente Medio y la tercera del Extremo Oriente. De esta manera este texto puede compaginarse junto a otros ya editados del mismo tenor en nuestra lengua, tales como La Doctrina del Despertar, en donde se analiza el buddhismo pâli, El Yoga tantra, en el cual se lo hace con el tantrismo, El misterio del Grial en el que se analiza la tradición gibelina, El Tao te King en donde se expone el taoísmo y La tradición hermética en el que se hace lo propio con el hermetismo. Podrían agregarse a todo ello los distintos estudios efectuados sobre el paganismo romano y en particular el estoicismo que aparecen en nuestra selección de textos editada bajo el título de La Tradición Romana. De esta manera, con la edición de esta obra, habrían quedado concluidos para nuestra lengua todos los estudios efectuados por Evola sobre distintas expresiones de un mismo saber tradicional.
De estas tres secciones que aquí presentamos sólo una de ellas formó parte originariamente de un pequeño texto sobre el pitagorismo que se titulara Los versos de oro pitagóricos que se editara en 1959, teniendo marcadas similitudes en su confección con la obra efectuada con el Tao te King en la cual, del mismo modo, junto a un texto introductorio sobre el taoísmo, procedió a efectuar una traducción crítica del original chino y luego un comentario puntual de los diferentes pasajes. Las otras dos secciones corresponden en cambio a artículos distintos escritos sobre un mismo tema editados por Evola en diferentes revistas especializadas.
Desde el punto de vista de las afinidades electivas de nuestro autor para quien era válido el contraste formulado por Bachofen entre tradición lunar y solar, privilegiando siempre a esta última, la única parte para él objetable y rescatable parcialmente es la relativa al pitagorismo a la que calificara como tradición lunar, sin embargo en un texto que procedemos a reproducir a continuación, perteneciente a su biografía espiritual, El Camino del Cinabrio, alcanza a reconocerle ciertos valores solares que rescatará. Así es como afirma lo siguiente.

“Los Versos de Oro pitagóricos, salió en 1959 para Ediciones Atanor. A decir verdad compuse ese pequeño trabajo sólo por deseo y encargo del editor. En efecto, yo no tengo demasiada simpatía por el pitagorismo. Con respecto al mismo, cuanto más comparto el punto de vista de Bachofen, el cual lo ha considerado como esencialmente marcado por el espíritu de la pre-indoeuropea y pelásgica “civilización de la Madre”, asociado también a lo que en Italia preromana en general representó muchas veces el mismo elemento etrusco. Sin embargo el pitagorismo es decir el conjunto de testimonios fragmentarios sobre el que se basan nuestros conocimientos del mismo presenta una cierta complejidad e hibridismo. Tal como es sabido, Los versos de Oro son una compilación bastante tardía (del II o incluso del III o IV siglo d. C.) que, a pesar de la fama de la que gozaron en ciertos ambientes antiguos, se reduce a algunos preceptos morales de un nivel muy poco trascendente y con un escaso contenido sapiencial. En el librito elaborado por mí he reproducido el texto de los Versos, teniendo también en cuenta las mejores traducciones que se han hecho de los mismos (una había sido ya presentada en Introducción a la Magia), y en un comentario y en un estudio introductorio he utilizado los principales testimonios existentes sobre el pitagorismo así como el comentario de Hierocles de los Versos para tratar de dar al lector una idea de conjunto sobre el pitagorismo y su espíritu.
El hibridismo al cual he hecho referencia tiene que ver, entre otras cosas, con la presencia efectiva, en el pitagorismo y en el mito de Pitágoras, también de temas que remiten a la línea apolínea e incluso hiperbórea, que en sí mismos se separan de los de los “Misterios de la Mujer”, de los que se resiente el pitagorismo de manera característica en otros aspectos. Como aquello que en el pitagorismo refleja en parte la más pura herencia indoeuropea y helénica he indicado “la concepción del universo como cosmos, como un todo armoniosamente ordenado (se afirma que Pitágoras fue el primero en usar el término cosmos), el valor dado a todo lo que es límite y forma, la ética de la unificación armónica de los diferentes poderes del alma, el principio de la euritmia, la apreciación y la cultura del cuerpo (aspecto que sin embargo se encuentra en contraste con otra concepción pitagórica del mismo, de derivación órfica, que comprende al cuerpo como una cárcel), el método experimental en la aplicación científica de los principios, como un amor por la claridad y la exactitud en oposición a las nebulosidades pseudometafísicas y místicas, el valor dado también a la belleza plástica, la concepción dórica y aristocrática del régimen político (aparte de un trasfondo acentuadamente sapiencial, más que guerrero y regio), la idea jerárquica afirmada por lo menos en lo relativo a la concepción del verdadero saber”. La restricción inherente a la palabra “por lo menos” tiene en vista concepciones opuestas de carácter iusnaturalista que, en vez de serlo en el campo iniciático, han sido atribuidas al pitagorismo en el social, concepciones que concuerdan por lo demás con la valorización y la divinificación del elemento femenino y con los múltiples otros sospechosos de tal escuela. En contra de ello, un punto interesante, que he creído bueno señalar partiendo del comentario de Hierocles, es que la apoteosis del adepto pitagórico parece que no fuese concebida mística y panteísticamente, sino como una acción de convertirse en un dios inmortal, de ser incluido entre los dioses: en lo cual se tendría una nueva conformidad con la orientación del espíritu clásico y helénico (la inmortalidad “heroica”) además de una cierta correspondencia con la doctrina iniciática del denominado “cuerpo transformado”, “perfecto” o de “resurrección”, de la cual por ejemplo, el taoísmo ha dado una clásica formulación (tal como lo he indicado en la nueva edición del Tao-tê-ching de Lao-tze). Pero también a tal respecto hay otros testimonios de diferente espíritu que en el pitagorismo expresan el componente opuesto.”
(El Camino del Cinabrio, pg. 201-202, Ed. Heracles)