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HITLER O LENIN – Nacionalsocialismo contra marxismo – Joseph Goebbels

I
CONTRA EL CAPITALISMO

Demanda popular y socialismo

El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores jamás ha dejado dudas acerca de que, como ya lo dice también su nombre, es un partido socialista. Para nosotros, los nacionalsocialistas, el socialismo no es un letrero anunciador con el cual queremos atraer hacia nosotros a las masas obreras marxistas, sino una profunda necesidad interior, nacida no de un estado de ánimo inconstante, sino de conocimientos políticos desapasionados. Queremos un Estado en el cual el trabajo y no el dinero sea el soberano de la producción, y tenemos la voluntad de subordinar a este principio férreo la vida económica de nuestro pueblo.
 Ahora bien: la situación alemana es tal que no puede hablarse ya con buena razón de una reestructuración socialista de nuestra vida económica. Ya no hay en Alemania nada susceptible de ser socializado, porque la política de cumpli­miento pacifista de los marxistas burgueses y de los burgueses marxistas, en favor de un fantasma político‑exterior y para mantener su propia posición de poder inmoral, ha malvendido el patrimonio alemán en todos los campos, pero sobre todo en el campo de la producción, de tal modo que actualmente en Alemania apenas nos pertenece una piedra. La culpa de ello no la lleva sólo la economía a capitalista de explotación ilimitada de la burguesía librecambista, como lo quiere sostener el marxismo, y no solamente la política de renunciamiento traidora a la patria de la socialdemocracia, como lo quiere sostener la burguesía.
Ambos operan mano a mano y en inalterable concordia por la consecución del mismo objetivo, y por eso cae tanto sobre la burguesía como sobre el marxismo todo el peso de la responsabilidad por la actual situación catastrófica de nuestro pueblo.
Mientras persista esta situación, forzosamente en Alemania tanto la demanda de socialización de la vida económica como de nacionalización de la totalidad del pueblo seguirá siendo una frase.
El Plan de Young, que en estas semanas será impuesto al pueblo alemán, tiene un carácter pronunciadamente antisocialista y pronunciadamente antinacionalista. Destruye toda posibilidad ulterior, por un lado, de un entendimiento social dentro del pueblo alemán y, por el otro lado de una restauración de nuestra libertad y dignidad nacionales. La lucha contra ese dictado diabólico es tanto asunto de los socialistas alemanes como de los nacionalistas alemanes.
Un pueblo que está forzado contractualmente a pagar durante sesenta años cada año una suma de dos mil millones a la finanza mundial, de dos mil millones que no puede producir por propia laboriosidad, sino que debe pedir prestado bajo empeño de su patrimonio nacional, ese pueblo no tiene derecho a hablar de socialismo: es el cómodo burro de carga del capital mundial. Contra ello nos defendemos como socialistas. Y además: un pueblo que empeña sus órganos más vitales tales como ferrocarriles, moneda y economía, a quien el exterior fija el contingente del ejército, cuya vida no es determinada por la constitución solemnemente acordada por la propia “representación popular”, sino por los dictados tributarios de sus enemigos, ese pueblo no tiene derecho a hablar de nacionalismo: es un plantío del militarismo de los otros, privado de sus derechos de soberanía.
Contra ello nos defendemos como nacionalistas. Nosotros los nacionalsocialistas perseguimos por tanto en nuestra lucha contra Young un doble objetivo: uno socialista y otro nacionalista. Queremos quebrar las cadenas de Young para abrir el camino al nacionalismo alemán. Actuamos, por tanto, en ello, en el mejor sentido de la palabra, como nacionalsocialistas.
Si en esta lucha nos valemos de la demanda popular, entonces ello no es sino uno de los medios tácticos con los cuales tratamos de llegar a nuestra meta. Los medios con los cuales se persigue una meta son variables. La meta sigue siendo la misma. El hecho de que en la aplicación de este medio participan grupos que ideológicamente están separados de nosotros por un hondo abismo, sobre todo en el orden socialista, pero, mirándolo bien, también en el nacionalista, no es en sí una prueba contra la validez de este medio. Lo que otros grupos quieren conseguir con este medio es para nosotros completamente indiferente. De importancia es sólo lo que queremos alcanzar con ello, y que nosotros alcanzaremos nuestra meta, o sea la ulterior preparación del gran combate final por la liberación interna y externa de Alemania, esto lo garantiza la pureza de nuestra conducción política, la consecuencia de nuestro programa y la firme disciplina de nuestra Organización. A ello ninguno de los grupos también incorporados puede oponer algo similar con la misma enérgica claridad y consecuencia.
Si la socialdemocracia iniciara una demanda popular por la expropiación de los príncipes de la banca y de la bolsa, de los judíos del Este inmigrados desde 1914, por la socialización de las grandes tiendas, ¿no os uniríais a ellos? ¡Ciertamente!
¿Y por qué? Porque eso sería una demanda popular de carácter realmente socialista y nacionalista. ¡Cuánto más este es el caso en la lucha contra Young! Aquí deben dividirse los espíritus: por Young y con ello contra nuestro futuro socialista y nacionalista! Contra Young y con ello por la libertad de nuestro honor. Por eso no sólo colaboramos en la lucha contra el plan de Young; aquí, como siempre, estamos en el frente más avanzado con metas claras y voluntad revolucionaria!

10‑ IX‑ 1929