64 páginas
Ediciones Theoria
1984
Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 12 pesos
Precio internacional: 4 euros
Los enemigos de la Argentina no han sido tanto los chilenos como los malos argentinos. Y los imperialismos, desde luego, que son enemigos netos de argentinos y chilenos.
Chile ocupó en 1843 el estrecho de Magallanes aprovechando las complicaciones internacionales de la Argentina amenazada por la intervención anglofrancesa. Lo hizo incitada por un exiliado argentino, Domingo Faustino Sarmiento, que, enemigo de Rosas (que entonces gobernaba nuestro país) aglomeraba materiales contra su gobierno sin importarle que perjudicaba a su propia patria.
Sarmiento, luego del éxito de la penetración chilena, entusiasmado por la acogida de su campaña, sostenía ahora que no solo el estrecho sino toda la Patagonia, era de los chilenos.
Rosas que vio materializarse en 1845 la intervención anglofrancesa, con la secuencia del secuestro de la escuadra, bloqueo del Río de la Plata, ejércitos mercenarios y el Paraná abierto a cañonazos por los interventores, debió dejar para otro momento la expulsión de los chilenos. Tuvo que limitarse a una formal protesta.
Nos interesa es saber que se hizo de la protesta argentina y la ocupación chilena del estrecho…
DEDICATORIA
Dedico este libro a la Juventud Argentina
Pongo como explicación del mismo estas palabras de Jauretche.
“Se ha falsificado la historia para que la inteligencia nacional estuviese en el Limbo, mientras operaban otras inteligencias al servicio de una política planificada, desde luego porque toda política implica un plan. Pero desde el Limbo no se puede pensar el futuro. Las naciones están en el mundo y no en el Limbo, y desde el mundo -la realidad- construyen su destino. Pasado, presente y futuro son historia. La política de la historia falsificada tendió precisamente a cegarnos la visión de los fines históricos con fines ideológicos, de no dejarnos ver los nacionales para limitarnos a los que llamaron “institucionales”. De allí nuestros demócratas que no acatan a las mayorías, y nuestros liberales que reprimen la libertad. Se ha incorporado a nuestra educación el dogma de que la finalidad de la emancipación argentina fue construir determinado régimen político, determinada forma institucional, y no ser lisa y escuetamente una nación donde la sustancia predominen sobre las formas. Sería demasiado grosero suprimir la nación, simplemente se le atan las manos haciendo de los instrumentos de su defensa, las redes que la aprisionan” (Política nacional y revisionismo histórico, 1959).
JOSÉ MARÍA ROSA
INTRODUCCIÓN
I – NUESTRO SECULAR LITIGIO CON CHILE ¿QUIENES SON LOS RESPONSABLES?
Chile en la PATAGONÍA
Los enemigos de la Argentina no han sido tanto los chilenos como los malos argentinos. Y los imperialismos, desde luego, que son enemigos netos de argentinos y chilenos.
Chile ocupó en 1843 el estrecho de Magallanes aprovechando las complicaciones internacionales de la Argentina amenazada por la intervención anglofrancesa. Lo hizo incitada por un exiliado argentino, Domingo Faustino Sarmiento, que, enemigo de Rosas (que entonces gobernaba nuestro país) aglomeraba materiales contra su gobierno sin importarle, cosa que ocurre muchas veces a los exiliados políticos, que perjudicaba a su propia patria. En los números del 11 al 28 de noviembre de 1842 de su diario El Progreso, único diario de Santiago de Chile, Sarmiento demuestra la conveniencia de adelantarse a la Argentina en la ocupación del estrecho. El 21 de mayo de 1843 zarpa la expedición chilena que fundaría una base militar y naval -Fuerte Bulnes-apoyo de una colonia -Punta Arenas- de la cual irradiaría la penetración chilena en el sur. La expedición se hizo secretamente para evitar una protesta argentina. Solo trascendió la campaña de El Progreso y mas tarde de La Crónica, también de Sarmiento que, entusiasmado por la acogida de su campaña, sostenía ahora que no solo el estrecho sino toda la Patagonia, era de los chilenos.
Rosas que vio materializarse en 1845 la intervención anglofrancesa, con la secuencia del secuestro de la escuadra, bloqueo del Río de la Plata, ejércitos mercenarios y el Paraná abierto a cañonazos por los interventores, debió dejar para otro momento la expulsión de los chilenos. Tuvo que limitarse a una formal protesta, retirar la legación argentina de Santiago, ordenar a Pedro de Angelis y Dalmacio Vélez Sársfield que recopilasen los antecedentes de la argentinidad de la Patagonia. De Angelis publicó su alegato en 1852 y Vélez Sársfield en 1853.
Pero Rosas ya no estaba en Buenos Aires. El Ejército Argentino de Operaciones con su general Justo José de Urquiza a la cabeza ganado por los civilizadores había dejado la barbarie y convenido con Brasil la caída de la tiranía popular. Pero eso pertenece a otro capítulo de nuestra historia. Lo que nos interesa es saber que se hizo de la protesta argentina y la ocupación chilena del estrecho. Urquiza, ahora presidente constitucional (pero no democrático) de la República Argentina concluye con Chile el 30 de agosto de 1856 un tratado de amistad sin pedirles cuenta por la ocupación del estrecho ni exigirles su retiro. Recibido el O.K. diplomático, los chilenos se quedarían para siempre.
Pero todavía no irradiaron de allí. Su único objetivo parece haber sido comercial: abastecer a los steamers (buque a vapor) que navegaban el estrecho, especialmente a los norteamericanos, en esos tiempos en que no existía el canal de Panamá para comunicar marítimamente a California con los puertos del Atlántico. En tiempos de la navegación a vela (hasta fines de 1830) el estrecho estuvo poco menos que abandonado pues sus fuertes vientos y difíciles recodos hacía que los navegantes prefiriesen la larga ruta del cabo de Hornos o la más plácida del canal de Beagle, para circuncidar el continente.