Skip to content

Democracia Show – Joaquín Bochaca

177 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 220 pesos
Precio internacional: 16 euros

Hay una Historia oficial, que se escribe para los muchachos de las escuelas y, eventualmente, para el consumo del gran público, y hay, por supuesto, una Historia real, que no se escribe en libros de gran tirada, que incluso, a veces, no se escribe y que, en todo caso, hay que leer entre líneas o deducir del encadenamiento de los hechos, tal como se van produciendo, e independientemente de la música que los mass media ponen a tales hechos.
El llamado hombre de la calle, con arrolladora inconsciencia, pasa por alto sucesos, hechos y circunstancias que van a determinar, no que gaste tanto o cuanto más, sino, que siga existiendo como ser libre o incluso, como ser vivo.
Si se admite, -y así es en la vida práctica de cada día- que en asuntos privados de ámbito e importancia forzosamente limitados las cosas reales no son ni lo que parecen ni lo que se dice, a efectos oficiales, a lo que se proclama pro-forma, es de una lógica abrumadora que en asuntos de ámbito infinitamente mayor, y de intensidad agónica cual son los que abarca la gran Política, que es, por su misma esencia, total, la disparidad, la dicotomía entre realidad y oficialidad debe ser, comparativamente, mucho mayor.
Hay trasfondos históricos que solo se saben décadas después de haberse producido los hechos, y los hay que solo se intuye como debieron ocurrir. Para los demás, ni siquiera esto. No obstante con documentación, voluntad y sentido común, y, sobre todo, con independencia de criterio, con esa famosa libertad de pensamiento de que tanto blasonan los apodados liberales y que tan poco ponen en práctica, se puede -se debe- discernir la Intra-Historia.
Ahora bien, esa Intra-Historia, o el hilo rojo de esa conspiración, como la llamaba Henry Ford, tiene un trazado perfecto el cual, no obstante, muy a menudo se encalla, por las imperfecciones de los hombres encargados de ponerlo en práctica. Es el inconveniente mayor que tienen los testaferros, los hombres de pala, por muy pomposos que sean sus títulos oficiales y su posición. Son listos, son ambiciosos, no tienen escrúpulos, pero, por regla general, les falta inteligencia.
Este no es un libro contra nadie. Hemos querido compilar, seleccionándolos dentro de lo posible, una antología de los dislates, estupideces, torpezas, errores, tonterías y meteduras de pata de hombres prominentes en el curso de la Historia de este torturado Planeta. Naturalmente, y por razones de proximidad en el tiempo, nos hemos detenido con mayor asiduidad en las curiosidades y simplezas, los contrasentidos y aberraciones modernas, y aún contemporáneas. A ello nos ha movido, no sólo la aludida razón de proximidad, si no también la de ejemplaridad. Y, en menor grado, la de facilidad, pues, conforme avanzan -o progresan, como gustan presumir- los hombres por el siglo de las luces, más cegados parecen y más trompicones se dan.

ÍNDICE

El autor7
Prólogo11
El arte de equivocarse15
Sublimes palabras18
El IV poder: Hegesippe Simon22
Los pobres poldevos28
Terranovas y guatemalianos33
Intelectuales que alcanzaron su nivel de incompetencia39
El nivel de incompetencia en el arte militar41
Tragicomedias de la guerra44
Tragicomedias de los guerreros49
Vuelven los poldevos54
El mal fario del Conde Ciano58
El alcohol y la política66
El sexo y la historia72
Intermezzo de aberraciones80
Dios y la historia85
Los profetas91
La literatura en la historia96
La santidad de los tratados101
Las delicias de la democracia106
Los camaleones118
Los perros126
Rosario de ineptitudes128
El estado niñera132
Esos príncipes que nos gobiernan…140
Las ideologías151
Y va de records…157
Mitos históricos164
Florilegio de idioteces173

EL AUTOR

JOAQUÍN BOCHACA ORIOL (Barcelona, 5 de Septiembre de 1931), nace en la calle Paradis de la Ciudad Condal, en pleno Barrio Gótico y junto al Templo de Augusto.

Estudia Historia, Derecho y Comercio. Padre de 5 hijos, trabaja en Inglaterra y más tarde en Francia (1958-1969). Su conocimiento de idiomas (inglés, francés, italiano, etc.) y su ocupación laboral le permiten viajar a lo largo y ancho de este mundo y adquirir in situ un vasto conocimiento de las más diversas culturas. Su agudeza intelectual le reporta una visión del mundo de una sorprendente claridad, bagaje que le empujaría, a lo largo de los años, a una producción literaria alternativa y heterodoxa que pronto le aporta un auténtico ejército de lectores leales. La diversidad de los temas que trata en sus obras resulta sorprendente: ecología, economía, política, historia, arte, cultura, deporte, etc. Todo ello dominado siempre por una lógica aplastante.

Se le puede considerar el fundador de la denominada Escuela Revisionista en España, línea de investigadores históricos que proponen una “verdad científica” frente a la “verdad política” y los dogmas impuestos por el poder.

Ha sido colaborador de numerosas revistas nacionales y extranjeras como: L’ Europe Réélle (Bélgica), The Barnes Review (EE.UU.), Identità (Italia), CODE (Alemania), Más allá (Madrid), El Martillo (Barcelona), Juan Pérez (Barcelona), Escritos Políticos(Barcelona), Revista Cedade (Barcelona), etc.

Y ha traducido al castellano y catalán 35 títulos muy diversos, como Nobilitas del Dr. Alexander Jacob; Ideales Políticos de Houston Stewart Chamberlain; Ensayos Políticosde Alfred Rosenberg; El partido verde de Hitler de Anna Bramwell; Supremacismo judíode David Duke; Poemas de Fresnes de Robert Brasillach; Imperium (1976) de Francis Parker Yockey; Hitler contra Judá de Saint Loup; Aquí la voz de Europa (1983) de Ezra Pound; El camino hacia 1984 (1984) de Peter Lewis; La voz humana La gran separación (1986) de Jean Cocteau; Mis reverendos padres de Jean Kerkoerle; Agua viviente de Olaf Alexanderson; La internacional dorada de Hans Buchner; Los peces de colores de Jean Anouilh; La conexión Pizza de Shana Alexander; La internada de Anne Riviére; Decadencia y caída del imperio freudiano de H. J. Eysenck; Los judíos en juiciode Bill Grimstad; El conflicto del Cristianismo primitivo con la religión antigua de Louis Rougier; Arthur Schopenhauer (1988) de William Wallace; La Raza de Walter Darré; Diez años que trastornaron a Oriente Medio (1997) de Nadine Picaudou; La orden SS de Edwige Thibaud; La alondra de Jean Anouilh; De los Bohemios y su música en Hungríade Franz Liszt; La resistencia palestina de Gerard Chaliand, Los conquistadores del mundo de Louis Marchalsko; Los diarios de guerra de Charles Lindbergh; El caballero, la muerte y el diablo (1986) de Jean Cau; El conocimiento inútil (1989) de Jean-François Revel; Correspondencia entre dos guerras (1985) de Hermann Hesse, Romaind Rolland y Rabindranaht Tagore; Meditaciones de las cumbres (1978) de Julius Evola, Extraños en la plaza (1988) de Arthur Koestler, Las realidades de la China de Mao de Yuan-mao-ju, etc.

Bochaca ha escrito 227 artículos sobre los más diversos temas y es autor de más de una veintena de libros, muchos de los cuales reeditados numerosas veces, entre los que cabría destacar: EL DESCRÉDITO DE LA REALIDAD (2004), LA MANIPULACIÓN DE LA MENTE (2006), DICCIONARIO DE LOS MALDITOS (2007), EL MUNDO DE LAS SOMBRAS (2007), OCCIDENTE Y LA CRISTIANDAD (2007), RACISMO Y REALIDAD (2007), EL ENIGMA CAPITALISTA (2007), LA FINANZA Y EL PODER (1979), LA ISLA DE LA ESPERANZA (2007), LA VIVISECCIÓN CRIMEN INUTIL (2007), EL MITO DEL JUDAISMO DE CRISTO (2007), LA HISTORIA DE LOS VENCIDOS (El suicidio de Occidente) (1978), EL MITO DE LOS SEIS MILLONES (1979), LOS CRÍMENES DE LOS “BUENOS”, EL ROBO DE LOS SIGLOS Y EL SIGLO DE LOS ROBOS, DEMOCRACIA SHOW, El GRAN MUFTI DE JERUSALEN AMIN-AL-HUSSEINI, EL PROBLEMA JUDÍO (1980), LA CRISIS, ¿QUIÉN LA PROVOCA Y A QUIEN BENEFICIA? (1980), LA CULTURA DE LA OTRA EUROPA, HITLER Y SUS FILOSOFOS, ESTÁ USTED A LA IZQUIERDA O A LA DERECHA, LOS PROTOCOLOS DE SION COMENTADOS (ATRIBUÍDOS) (Bogotá, 1991),RAIMON CASELLAS (1981), BIOGRAFIES CATALANES, CATALUNYA, ESPANYA I EUROPA (1979), LOS GÉNEROS LITERARIOS MALDITOS, SINOPSIS DEL FUTBOL CLUB BARCELONA (1999),

J. Bochaca ha tomado parte en debates radiofónicos e impartido igualmente cientos de conferencias y cursillos sobre los temas más diversos.

CITAS

A menudo, no es preciso recurrir a la maldad para explicar los desastres humanos. Con la estupidez basta. 
Goethe

La historia de la Humanidad es un inmenso mar de errores con unos minúsculos islotes de verdad que emergen aquí y allá. 
Beccaria

Nuestro destino en la vida no es lograr el éxito, sino continuar equivocándonos  con buen humor. 
Stevenson

El error es humano. Los animales no se equivocan nunca. 
Lichetenberg

Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
Nietszche

Cuando Nietzsche escribía que la bondad de los monos le hacia dudar de que el hombre pudiera descender de ellos, se ilusionaba sobre las cualidades de esos cuadrumanos ávidos, crueles y lúbricos. No caben dudas: son nuestros tatarabuelos.
Jean Rostand

Todo lo que sea susceptible de salir mal, saldrá mal. Y cuando la excepción confirma la regla y no sale mal, sale fatal.
J.B.

INTRODUCCIÓN

Hay una Historia oficial, que se escribe para los muchachos de las escuelas y, eventualmente, para el consumo del gran público, y hay, por supuesto, una Historia real, que no se escribe en libros de gran tirada, que incluso, a veces, no se escribe y que, en todo caso, hay que leer entre líneas o deducir del encadenamiento de los hechos, tal como se van produciendo, e independientemente de la música que los mass media ponen a tales hechos.

No deja de llamar la atención que mientras cualquier ciudadano de criterio, formación y talento medianos, admite sin ningún género de dudas que la publicidad puede no decir siempre la pura verdad, que los balances de una empresa comercial pueden estar arreglados; que las declaraciones de impuestos pueden contener alguna falacia por omisión; que una información comercial periodística puede ser, en realidad, un anuncio de pago camuflado; que en toda negociación o trato comercial no se dice necesariamente la pura verdad y que cualquier comerciante, cualquier profesional, incluso cualquier artista enmascara, cuando no desfigura deliberadamente la verdad en pro de sus intereses, ese mismo ciudadano, en cambio, acepta las verdades oficiales de la Historia de los libros de texto con sorprendente candor. Es sorprendente, pero es así.

La explicación fundamental de este insólito fenómeno de credulidad puede, tal vez, hallarse en la influencia de los aludidos mass media y en el lavado de cerebro a que someten al individuo disuelto en la masa Pero esta explicación, aunque básica, no es suficiente.  Debe ser complementada con otra. Debe ser complementada, sencillamente, con la pereza mental, consubstancial con la mayoría de los seres humanos.  Los hombres, en su gran mayoría, sólo se interesan realmente, prácticamente, en lo que les atañe directamente y de forma inmediata.  No creen, o no quieren creer, que es peor, en nada trascendente.  Se inclinan, por naturaleza, hacia la facilidad y ya Platón nos advertía que lo fácil suele ser enemigo de lo bueno.  El llamado hombre de la calle profundiza, medianamente, en míseros negociejos de tres al cuarto, en cosas pedestres, de cada día, a las que él, con sonrisa de suficiencia, denomina lo positivo  ‘ Pero, con arrolladora inconsciencia, pasa por alto sucesos, hechos y circunstancias que van a determinar, no que gaste tanto o cuanto más, si no, te, que siga existiendo como ser libre o incluso, como ser vivo.

El hombre de la calle, para usar la jerga en boga, pasa de la Política.  Lo cual está muy bien; es su derecho, como diríamos en si idiótico caló  de esta triste época.  Lo malo para él -y lo peor para los que con él compartimos pasaje en el mismo barco de la Civilización Occidental- es que la Política sí se ocupa de él. Y le aburren con cincuenta mil leyes, decretos, prescripciones, prohibiciones y disposiciones; y a sus hijas menores les enseñan a fornicar sin consecuencias en las escuelas estatales, laicas y obligatorias y, para mayor inri, de pago; y, cuando llega el momento, les movilizan, les ponen un fusil en las manos y les mandan a las antípodas, o a donde fuere, a defender la Democracia, el Derecho, los Derechos Humanos, el arancel de las margarinas, o lo que se les ocurra decir a los detentores del Poder.  Para él, tan práctico, tan positivista, cuenta más un negociejo que su vida, y un aperitivo que su libertad.  El cree en lo que le gusta creer y precisamente en eso; en eso tan sencillo estriba su desgracia.

Le gusta creer en las verdades oficiales; en las versiones estereotipadas, en la Historia de los textos.  Es más cómodo.  Así se va llevando a cabo la auténtica Historia, la Historia real, que, por una simple cuestión de lógica elemental, no puede ser, ni siquiera parecerse remotamente, a la Historia oficial.  Si se admite, -y así es en la vida práctica de cada día- que en asuntos privados de ámbito e importancia forzosamente limitados las cosas reales no son ni lo que parecen ni lo que se dice, a efectos oficiales, a lo que se proclama pro-forma, es de una lógica abrumadora que en asuntos de ámbito infinitamente mayor, y de intensidad agónica cual son los que abarca la gran Política, que es, por su misma esencia, total, la disparidad, la dicotomía entre realidad y oficialidad debe ser comparativamente, mucho mayor.  Forzosamente debe ser así. Si todos están de acuerdo en que los hombres trapisondean en sus asuntillos privados, triviales en su fondo y en su forma, a fortiori deben estarlo en que en asuntos de gravedad infinitamente mayor y ámbito total trapisondearán -para expresarnos en esa forma llana y banal- infinitamente más.  Pero, ya lo hemos dicho, pensar en eso le da pereza al hombre-masa. Y prefiere aceptar, sin ulterior análisis, la versión oficial, homologado, de los hechos.

Los amigos lectores que me han hecho el honor de leer todos o alguno de mis libros precedentes, saben que propugno la tesis de que hay poderes fácticos por encima de los oficiales; que existe una verdadera conspiración histórica, secular y universal y que, como decimos más  arriba, existe una realidad histórica que se contrapone a la verdad oficial

Esto es así, y siempre ha sido así  y siempre será así, y nos tememos que no puede ser de otra manera. Hay trasfondos históricos que solo se saben décadas después de haberse producido los hechos, y los hay que solo se intuye como debieron ocurrir.  Para los demás, ni siquiera esto. No obstante con documentación, voluntad y sentido común, y, sobre todo, con independencia de criterio, con esa famosa libertad de pensamiento de que tanto blasonan los apodados liberales y que tan poco ponen en práctica, se puede -se debe- discernir la Intra-Historia.  Incluso, y especialmente, la contemporánea.

Ahora bien, esa Intra-Historia, o el hilo rojo de esa conspiración, como la llamaba Henry Ford, tiene un trazado perfecto el cual, no obstante, muy a menudo se encalla, por las imperfecciones de los hombres encargados de ponerlo en práctica.  Es el inconveniente mayor que tienen los testaferros, los hombres de pala, por muy pomposos que sean sus títulos oficiales y su posición. Son listos, son ambiciosos, no tienen escrúpulos, pero, por regla general, les falta inteligencia.  Además, muy a menudo, no son siquiera listos.  Son medianías, mediocridades intelectuales extraídas con fórceps del anonimato, para llevar a cabo una determinada misión.  Si a ello añadimos la innata tendencia humana al error, a la torpeza, comprenderemos los achaques, interrupciones y desvíos padecidos por el Plan, que es magistral y que, al no oponérsele prácticamente fuerza alguna, por ser desconocido por los más e interesadamente solapado por los influyentes colocados en las fachadas del mando oficial, debiera ser irresistible.

Este no es un libro contra nadie.  Hemos querido compilar, seleccionándolos dentro de lo posible, una antología de los dislates, estupideces, torpezas, errores, tonterías y meteduras de pata de hombres prominentes en el curso de la Historia de este torturado Planeta.  Naturalmente, y por razones de proximidad en el tiempo, nos hemos detenido con mayor asiduidad en las curiosidades y simplezas, los contrasentidos y aberraciones modernas, y aún contemporáneas.  A ello nos ha movido, no sólo la aludida razón de proximidad, si no también la de ejemplaridad.  Y, en menor grado, la de facilidad, pues, conforme avanzan -o progresan, como gustan presumir- los hombres por el siglo de las luces, más cegados parecen y más trompicones se dan.