272 páginas
Editorial Cruz y Fierro
1977
Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 30 pesos
Precio internacional: 9 euros
“Estamos en plena lucha y no acabamos de persuadirnos que se trata de LUCHA A MUERTE organizada y dirigida con inteligencia y sin frenos morales de ninguna clase; llevada con decisión y sin rehuir medios de conquista”.
“Lo trágico de esta hora y de esta lucha es que siendo ella ideológica no se dé a las IDEAS la importancia esencial que les corresponde para la defensa y para la victoria”.
“Los hechos están reclamando, en esta hora, los derechos de la verdad y los derechos de Dios, relegados y pospuestos en la formación del hombre y en la solución de los problemas humanos, sociales, nacionales e internacionales. LA VERDAD, sobre la cual no se quiere hablar y a la cual no se da importancia, ES EL PRIMERO Y MAS GRANDE VALOR DE LA VIDA”.
“No bastaría presentar la verdad si no se lo hace con claridad, con método y con esa vivacidad que fluye espontáneamente de una mente capacitada y bien informada que ama la verdad y conoce la psicología de la verdad y del hombre; de la verdad, que es el pan más apetecido del hombre, y de éste, que debe vivir para la verdad, y que, en su búsqueda, debe superar grandes dificultades. ‘El Marxismo-Leninismo* de Jean OUSSET (…) llena bien tales condiciones”.
“Ha sido un acierto elegirlo para su traducción e imprimirlo para los lectores de habla hispana”.
“En manos de educadores EN LOS ESTUDIOS SECUNDARIOS Y DE FORJADORES DE JUVENTUDES, este libro responde a una necesidad si queremos contar con dirigentes que puedan salvar nuestros países del peligro comunista”.
“En esta lucha del espíritu contra el más perverso de todos los errores y el más siniestro de todos los males hay que preparar el combate DECISIVO en el orden IDEOLÓGICO, ilustrando las inteligencias SÓLIDAMENTE CON LA VERDAD”.
Cardenal Antonio CAGGIANO
(Del prólogo a la primera edición argentina de “El Marxismo-Leninismo”, 16-2-61)
“Sólo quedan frente a frente (…) el cristianismo (el CATOLICISMO no ‘contaminado’ por el libre examen individualista protestante) y el MARXISMO”.
Henri LEFEBVRE
(“Le marxisme”, P.U.F.. París. 1950, p. 14)
ÍNDICE
Miguel Creuzet: A modo de prólogo: Reflexiones desde Europa tras los acontecimientos de Chile 21
INTRODUCCIÓN 45
Primera parte: MARXISMO Y CIVILIZACIÓN MODERNA 51
Capítulo 1: Un mundo que ha perdido el gusto de la verdad 53
— Primacía de la acción y fatalismo de la historia 56
Capítulo 2: Una filosofía de la contradicción .. 61
— Síntesis de la subversión 65
… y coronamiento del pensamiento revolucionario 67
Dos consecuencias lógicas del “espíritu moderno” . . 68
— la anarquía 68
— o el marxismo 70
-CONCLUSIÓN 71
— no hay verdades, sino fuerzas: la Verdad de nada; la Fuerza de todo 72
— el marxismo, inversión intelectual 73
Capítulo 3: Dialéctica 75
— “La dialéctica, estudio de la contradicción en la esen-
cia misma de las cosas” 78
— Error marxista sobre la metafísica del movimiento 81
— El marxismo mutila lo real 85
— Suscitar y cultivar las contradicciones 91
La “praxis” marxista
No hay “doctrina” propiamente dicha
.. .sino “una guía para la acción”
El marxismo, totalitarismo de la acción material y revolucionaria
Capítulo 4: Alienaciones
— Desalienar, desarraigar, proletarizar
Secunda parte: ENFOQUES
Capítulo 1: El materialismo de carácter dialéctico, el “humanismo del trabajo” y la “revolución permanente”
— El carácter dialéctico del materialismo marxista . .
— una ideología que pretende ser universal
El “humanismo del trabajo”
cambiar las leyes de la historia
engendrar sin cesar una nueva humanidad ….
— La “Revolución permanente”
Fe absoluta en la historia infalible
Un cuestionamiento perpetuo de todo
“No hay objetivo preciso”
El marxismo es un “socialismo dialéctico”
Capítulo 2: El marxismo-leninismo frente a la ciencia, la moral y la acción táctica
— La ciencia proletaria
— La ciencia proletaria, “fuerza motriz de la historia”
— La moral comunista
Una moral adaptada a las condiciones cambiantes de la Revolución
Rigor de la moral revolucionaria y preocupación por la autocrítica
— La acción táctica los errores tácticos
Primer objetivo táctico: corromper y engañar al adversario
Segundo objetivo: utilizar las fuerzas del vencido al servicio de la Revolución
Capítulo 3: EL marxismo-leninismo frente al problema de dios y de la religión
No hay ateísmo dogmático
Ateísmo “práctico”
Atraer a los cristianos a la acción común
Suprimir las raíces sociales de la religión
El progresismo
Conclusión: “Las dos banderas”
REFLEXIONES FINALES 179
ANEXO I: El marxismo, heredero del “pensamiento moderno” 193
— El espíritu moderno desde Lutero y Descartes hasta Hegel y Marx 193
— Hegel: identidad del ser y de la nada 203
— El Estado: “momento” último del sistema hegeliano 205
ANEXO II: El comunismo 209
— Los comunismos antes y después de Marx 210
De Platón a los Cuáqueros 212
Influencia de la Revolución “francesa” sobre la corriente comunista 215
— Los “utopistas” 216
-Fourier 216
— Saint-Simon 217
-Owen 218
La “desalienación” está en germen en los sistemas “utópicos” 218
Establecer un comunismo combatiente 220
El comunismo marxista 221
1 – Crítica a la sociedad liberal 221
2 – Las tesis comunistas marxistas propiamente dichas 225
— La sociedad sin clases 230
ANEXO III: Breve refutación de algunas tesis comunistas 235
1 – La sociedad comunista limita el destino del hombre a la vida terrestre 236
2 – La propiedad personal considerada ilegítima 240
3 – La desaparición de la familia 241
4 – Desaparición de los grupos naturales 243
5 – Desaparición del Estado 244
Fragilidad de las tesis comunistas de Marx …. 245
Concentración del capital 245
La “plusvalía” 246
Lucha de clases 246
Dictadura del proletariado 247
CONCLUSIÓN 249
ÍNDICE DE NOMBRES 255
ÍNDICE GENERAL 269
LA OBRA
“MARXISMO Y REVOLUCIÓN” (1970) es una nueva edición del “Marxismo-Leninismo”, totalmente refundida, actualizada y puesta al día respecto a los fenómenos y procesos revolucionarios de nuestra época. Su lectura —o mejor dicho, su estudio— se hace imprescindible: el conocimiento pormenorizado del espíritu revolucionario es la condición esencial para una eficaz lucha contrarrevolucionaria.
Hace ya diecisiete años, en marzo de 1960, Jean Ma-diran afirmaba que miles de personas habían aprendido gracias al “trabajo doctrinal” de Jean Ousset —”obra de luz, obra de caridad, obra de misericordia intelectual”— “a cultivar las ¡deas no por sí mismas, sino por amor de la Verdad, —de la Verdad que es una Persona: Yo soy, dijo el Señor, el Camino, la Verdad, la Vida”.
Que su obra y su ejemplo sirvan para que muchos más encuentren a esa Verdad que salva a los hombres y a las sociedades: Jesucristo, único Rey del Universo.
Y que este libro ayude a acelerar el momento en que la Verdad penetre definitivamente en los corazones de los hombres y en el mundo entero. — Para que Él reine.
EL AUTOR
JEAN OUSSET nació en 1914 en Portugal, de padres franceses. Estudió en Francia, en el colegio San Telmo de los PP. dominicos, en Arcachon, cerca de Burdeos.
Cuando tenia casi veinte años, durante las jornadas de febrero de 1934 pudo advertir —según relata él mismo— el “fracaso de la política a corto plazo de ‘ligas’ y movimientos aparentemente victoriosos contra la Revolución”, pero que fueron “suprimidos de un plumazo dos años más tarde por León Blum. Nuestra resolución de contribuir a una política concreta según otros métodos data de aquellos días”.
Durante la segunda guerra mundial, sus años de cautividad como prisionero en Alemania le permitieron adquirir una sólida formación filosófica, especialmente relacionada con la doctrina social de la Iglesia.
De regreso a Francia, preocupado por la impiedad triunfante de un mundo materialista y ateo, y deseoso de difundir la verdad social y política, natural y sobrenatural, propone desde 1946, para luchar contra el Naturalismo y la Revolución a fin de recristianizar la sociedad, la “reforma intelectual, porque, según la frase de Pascal, ‘trabajar en pensar bien es la regla misma de la moral’ … pero reforma intelectual que debe ser el prefacio de una conversión rigurosa y total: natural y sobrenatural..
Con su amigo Jean Masson vieron con claridad que “el combate que carcome al mundo es un combate doctrinal en el que está en juego el mismo orden natural”. Buscando una doctrina capaz de oponerse a los principios revolucionarios, hacen un retiro en Chabeull, con el P. Vallet. fundador de los “Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey”, durante el cual toman la resolución de oponer a la “Revolución, ese Naturalismo en acción”, el principio sobrenatural del fin del hombre: “El hombre ha sido creado para alabar, honrar y servir a Dios Nuestro Señor y. por ese medio, salvar su alma”.
Firmemente decididos a suscitar, por la difusión de la doctrina social de la Iglesia, una élite contrarrevolucionaria de dirigentes al servicio del Reinado Social de Cristo, los dos amigos crean el 29 de Julio de 1946 el “Centro de Estudios Críticos y de Síntesis”, consagrando sus trabajos a Cristo Rey en la basílica del Sacré-Coeur de Montmartre y a la Virgen. Reina del mundo, en la capilla de la Medalla Milagrosa, rue du Bac.
En 1949, el “Centro” se convierte en “La Cité Catholi-que”. que tiene sus Congresos anuales, hasta su décimo y último en París en 1960. En esta época, para dar mayor fluidez y menor monolitismo a su tarea de sincronizar y difundir la doctrina social católica. “La Cité Catholique” se transforma en el “Oficio Internacional de las obras de formación cívica y de acción doctrinal (desde 1968: “acción cultural”), según el derecho natural y cristiano’, que celebra su primer Congreso en Sion —Suiza— en 1964, y todos los posteriores en Lausanne.
El Congreso anual del “Oficio Internacional” —popularmente conocido como “el Congreso de Lausanne”— es, sin duda ninguna, la más importante reunión de trabajo organizada con medios privados en toda Europa: el duodécimo Congreso de Lausanne (9-11-abril 1977), sobre el tema de “La tentación socialista”, congregó a cerca de 3.000 participantes de quince paises…
Jean Ousset ha publicado numerosos artículos, folletos y libros, estos últimos traducidos casi todos al español. Su obra fundamental, “Para que Él reine”, verdadera Suma del Contrarrevolucionario, ha tenido nueve ediciones sólo en francés entre 1959 y 1976.
Sus demás obras transparentan igualmente su vocación cívico-social de luchador por la restauración cristiana de la sociedad: “Patria, Nación, Estado”; “Por una doctrina católica de la acción política y social”; “La Familia” —luego “El amor humano”—; “La Acción”; “Libertad-Autoridad”; “La Belleza”; “El trabajo” (con Michel Creuzet); “Introducción a la política” (traducción argentina en 1963, con prólogo de Mons. Tortolo) y “El Marxismo-Leninismo”, traducido en nuestro país en 1961. de cuyo prólogo del cardenal Caggiano presentamos unos extractos en la contratapa.
INTRODUCCIÓN
La verdadera Revolución no es la Revolución en la calle, sino la manera revolucionaria de pensar.
Ch. Maurras.
Desde hace cincuenta años, por lo menos en nuestro país, el más temible peligro revolucionario sigue siendo el comunismo.
Como él ha adquirido un extraordinario poderío que provino de Rusia, como es marxista-leninista y está organizado según fórmulas soviéticas1, muchos tomaron y conservan el hábito de denunciar a la “Tercera Internacional” detrás de cualquier agi-tación atribuida al comunismo.
Las crisis internas del Partido Comunista con sus Implacables “purgas”, la escisión trotskista y hasta… el separatismo espectacular de un Tito, no alcanzan a conmover la creencia —confusa pero tenaz— de que no hay ni puede haber comunismo sin Moscú y, a fortiori, contra Moscú.
Pocos son los que recuerdan aquellas formas (no marxistas) del comunismo “utópico”. Comunismo a lo Platón, a lo Tomás Moro, a lo Campanella. Comunismo a lo Babeuf, a lo Fourier, a lo Saint-Simon. Fórmulas éstas que, para la mayoría, son sólo argucias de los historiadores.
El único comunismo vivo y amenazante, forma suprema de la Revolución, sigue siendo el comunismo marxista-leninista con su capital internacional: Moscú.
—————————————–
Hasta el día en que…
Digamos: hasta los sucesos de mayo-junio de 1968.
El curso de esos acontecimientos demostró que existe una auténtica renovación de la Revolución. De factura comunista y con pretensión marxista pero, sin embargo, no moscovita.
Agitación que —rasgo significativo— no tuvo lugar sólo en Francia, sino de una y otra parte de la cortina de hierro.
Agitación que, en las democracias populares de Europa Oriental pareció anticomunista, en razón de que amenazaba (y amenaza) la autoridad de Moscú.
Agitación que, en los países aún no comunizados, pasa por comunista, aunque ha demostrado a través de los “sucesos de mayo-junio del 68”, el desprecio de que es objeto Moscú por la nueva ola de “rabiosos”.
Por eso es vana la explicación atenuante según la cual se habría asistido, simplemente, a una crisis espontánea de la juventud. Juventud que, entre nosotros, sería comunista por reacción contra nuestras estructuras “burguesas” pero que, por reacción siempre espontánea, sería anticomunista detrás de la cortina de hierro.
Para el que sabe ver, por el contrario, es evidente que más allá o más acá de la “cortina”, la rebelión de esa juventud fue singularmente una por su concepción del marxismo. Concepción que se burla de buen número de disciplinas admitidas desde su fundación por la Tercera Internacional.
Así la noción de “alienación”2 aplicada hasta hoy por los moscovitas solamente a los tabúes tradicionales “burgueses”, la invoca la “nueva ola” contra las opciones, consignas, precauciones o criterios impuestos por el Kremlin, en razón de la mayor y más segura eficacia revolucionaria. Incluso… ¿no es significativo que los criterios de mayor rendimiento económico —por tanto tiempo privilegiados en el mundo comunista— sean “cuestionados” hoy por los “rabiosos”?
Continuar con la idea que se tenía hace diez o veinte años puede convertirse en un error fatal en la lucha contra el comunismo. En ese período, Moscú era, prácticamente, la única etiqueta… Ese comunismo no ha desaparecido pero evolucionó, se transformó, se diversificó considerablemente.
No ha cambiado en lo esencial pero nuevos elementos y nuevas referencias han tomado la delantera.
Si en el combate se quiere evitar ser engañado hay, pues, que saber descubrir ese elemento permanente, en ese elemento esencial.
El desmoronamiento o el relajamiento del monopolio internacional de Moscú no podía dejar de provocar variantes, hasta ahora desconocidas, en las formulaciones comunistas. La fórmula de ese comunismo “cristiano” y aun eclesiástico, llamado “progre-sismo” no es la menos sorprendente ni la menos pe-llorosa.
Fórmulas cuya variedad constituye una trampa, la mejor trampa. La más pérfida trampa de la Revolución en su progreso mundial.
En el futuro, sólo aquéllos que hayan comprendido, sólo aquéllos que sepan detectar lo que puede denominarse el espíritu fundamental, los caracteres permanentes de la Revolución, tendrán posibilidad de no ser engañados y de combatirla eficazmente,
El solo rótulo de Moscú no es suficiente. Tales esquemas clásicos del marxismo han sido prácticamente abandonados desde hace bastante tiempo.
Ciertamente, Marx y Lenin continúan siendo invocados placenteramente, pero con retoques profundos. Freud, Marcuse, Mao y Castro son escuchados con fruición.
Entonces ¿cómo puede aún traerse a colación la permanencia del peligro comunista?
De lo contrario, ¿qué es la Revolución?
Entonces ¿cuáles son los caracteres esenciales de su perversión?
Estas preguntas fueron ya contestadas por un prelado en el siglo xrx. Escribía Monseñor Gaume3: “Si, arrancándole la máscara, le preguntas ¿quién eres?, te dirá:
No soy lo que crees. Muchos hablan de mí pero pocos me conocen. No soy el carbonarismo… ni la revuelta… ni el reemplazo de la monarquía por la república, ni la sustitución de una dinastía por otra, ni la alteración momentánea del orden público. Ni los alaridos de los jacobinos, ni las furias de la Montagne, ni el combate en las barricadas, ni el pillaje, ni el incendio, ni la ley agraria, ni la guillotina, ni los anegamientos. No soy Marat, ni Robespierre, ni Babeuf, ni Mazzini, ni Kossuth. Esos hombres son mis hijos, pero no soy yo. Esas cosas son mis obras, pero no soy yo. Ésos hombres y esas cosas son hechos pasajeros y yo soy un estado permanente…
“Soy el odio a todo orden no establecido por el hombre y del que él no sea rey y Dios a la vez..
Fórmula que, lo sabemos, parecerá hiperbólica, inadecuada, extrapolada.
Fórmula que, no por eso, deja de contener lo esencial.
Porque este “odio a todo orden no establecido por el hombre” no puede ser sino, en primer término, un rechazo de ese orden de las cosas que es la primera expresión de la voluntad divina con respecto al hombre.
Este “odio a todo orden no establecido por el hombre” no puede ser sino un rechazo de toda verdad objetiva, de todo principio estable… Porque verdad y principios no dependen del capricho de nuestras voluntades o de la fantasía de nuestra imaginación.
Este “odio a todo orden no establecido por el hombre” no puede ser sino un rechazo de toda invención humana que tenga tendencia a ser permanente y que aparezca, por ello, más respetable y merecedora de imponerse a la admiración o a la sumisión de todos.
Al término de su evolución normal, este “odio a todo orden no establecido por el hombre” no puede sino entrañar un clima de “controversia permanente”, de perpetuo cuestionamiento de todo.
Ideal revolucionario expuesto por Jaurés en un pasaje célebre: “Lo que ante todo es preciso salvaguardar, es el bien inestimable conquistado por el hombre a través de todos los prejuicios, de todos los sufrimientos y de todos los combates: la idea de que no hay verdad sagrada que una secreta rebelión debe entrar en todas nuestras afirmaciones y pensamientos, que si el mismo ideal de Dios se hiciese visible, si el mismo Dios se mostrara en forma palpable frente a las multitudes, el primer deber del hombre sería rechazar la obediencia y considerarlo como un igual con el que se discute y no como el Señor que se soporta…”
Ideal revolucionario igualmente proclamado por Richard Dupuy, el 20 de julio de 1968, en la Convención Anual de la Gran Logia de Francia: “Nosotros, francmasones, sabemos ciertamente que el cuestionamiento somos nosotros. El método masónico es la perpetua puesta en tela de juicio de lo ya adquirido. La impugnación es la certeza que tenemos en lo más profundo de nosotros mismos, que en razón de nuestra iniciación tradicional somos incapaces de enunciar, de una vez por todas, una verdad eterna, una verdad absoluta. Pero somos capaces de descubrir la verdad con la condición de que tengamos la voluntad de buscarla permanentemente y de cuestionar las certezas en las que nos apoyábamos en la víspera”.
Reflexiones éstas que, por poco que se las medite, corresponden exactamente a la fórmula de Monseñor Gaume: ese “odio a todo orden no establecido por el hombre”.
Ideal revolucionario ¡esencialmente dialéctico! En la teoría como en la práctica.
Ideal revolucionario que, desde sus primeras realizaciones provocó, sostuvo, desarrolló todas las contradicciones. Clases contra clases. Tercer Estado contra Nobleza. “Sans culottes” contra “ci-devant”. Montaña contra Gironda. Pobres contra ricos. Proletarios contra burgueses. Obreros contra patrones. Izquierda contra derecha. Radicales contra liberales. Bolcheviques contra mencheviques. Naciones contra naciones. Colonizados contra colonialistas. Negros contra blancos. Demócratas contra fascistas Laicistas contra clericales.
Y, en el seno mismo de la Iglesia, progresistas contra integristas. Padres del Concilio contra la Curia. Juan XXIII contra Pío XII, etc.
Los resultados son visibles en todas las cosas: en las atinentes al espíritu, a la cultura, a la política, a la religión .. lo esencial de la Revolución consiste en disolver todo lo que pueda ser sustancia de verdad, de orden objetivo. No conserva, no quiere retener sino el aspecto evolutivo, el aspecto perpetuamente cambiante de los seres y de las cosas.
NOTAS
1 Así, el famoso artículo 126 de la Constitución Sovié-tica, que regula la organización del Partido Comunista en en U.R.S.S.
2 Noción de la que el lector encontrará una explicación más detallada en esta misma obra (Primera Parte, cap. IV, pp. 101-106).
3 La Révolution. Recherches historiques. T. 1, p. Lille. Secrétariat Société St. Paul. 1877.