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LOS PROSCRIPTOS La Epopeya de los Freikorps – ERNST VON SALOMON

404 páginas
21 x 14,5 cm.
Ediciones Sieghels, 2009

Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 175 pesos
Precio internacional: 21 euros

Terminada la primera guerra mundial, con el ejército alemán no derrotado en el campo de batalla sino por una puñalada en la espalda, sus más heroicos componentes jamás aceptaron la derrota y continuaron pie de guerra. Ellos “eran soldados, eran hombres que obedecían a una llamada interior, una llamada secreta de la sangre y del espíritu. De un modo o de otro, eran voluntarios, hombres que habían elegido la ruda fraternidad de las armas, que habían encontrado en la guerra una patria. Patria, pueblo, nación. Son grandes palabras, pero cuando las pronunciábamos sonaban falsas. Porque la patria estaba en ellos, y en ellos habitaba la patria” Solamente subsistía la mística de la guerra, del heroísmo y de la muerte. Y esta idea únicamente se encarnaba en los “réprobos”: los proscritos de los cuerpos francos (Freikorps), de los que la Alemania vencida tenía necesidad para mantener viva una cierta idea de la Patria.
A la repugnancia por el sistema burgués, muchos añadían el gusto por la guerra y la nostalgia de la acción. No aceptaban vivir en un mundo sin valores y estaban dispuestos a combatir por ellos en un medio que les era extraño. “Es esta una tiranía a la cual nosotros no podremos jamás someternos en alma, la tiranía de las leyes económicas; y ello es así porque es completamente extraña a nuestra naturaleza, y nos es completamente imposible sentirnos normales en ella”
En “Los Proscritos” los militantes políticos de todas las orillas descubren en la obra el eterno romanticismo de la acción. La obra de von Salomon es la historia de su vida y, al mismo tiempo, la historia de Alemania. La una se confunde con la otra; no pueden evocarse separadamente.

ÍNDICE

PRIMERA PARTE: LOS PROSCRITOS
confusion
esperanza
regreso
berlin
weimar
adelante!
cambio de rumbo
motin
la lucha final!
amenaza
golpe de estado

SEGUNDA PARTE: LOS CONSPIRADORES
preludio
reclutamiento
el asalto
en silesia
o.co.
o. c.
(por organizacion consul, supongo)
accion
la santa vehme
conversacion
el plan
asesinato
muerte

TERCERA PARTE: LOS CRIMINALES
condenado
en la celda
1923
la carta
1924
gritos
1925
escaramuza
1926
1927
libre

PRÓLOGO

Libro este, en que Ernst von Salomón nos ofrece, a través de una especie de autobiografía, una estampa fiel y sumamente expresiva del panorama político de Alemania en la trasguerra de 1918, de aquella época extraña y confusa que sucede a los días de la revolución.
Acababa Von Salomón su formación en una Escuela Militar cuando termina la guerra, sin darle tiempo, como él mismo nos dice, a intervenir en la gran aventura ni a participar en sus peligros ni espigar en su gloria. En el curso de breves semanas transcurren sangrientos sucesos que bruscamente dan en tierra con toda la antigua estructura política del Reich. Von Salomón se halla frente a nuevos tiempos y se reconoce totalmente descentrado y completamente incapaz de adaptarse a las nuevas exigencias, tanto por su formación intelectual, como por razones de índole psicológica. Es, en efecto, joven y lleno de ímpetu, y no puede transigir con un Gobierno en cuya divisa no figura más palabra que «resignación». No obstante, no le declara aún su hostilidad de modo abierto, antes al contrario, seducido por el espejismo de la vida militar, sienta plaza como soldado, pues no ve otra manera de reconstruir su vida y conseguir sus propósitos. Y en franca contraposición con sus ideas, como él mismo nos dirá más adelante, ayuda al Gobierno socialdemócrata a conjurar el peligro comunista, que por entonces amenazaba la vida de Alemania. Acabada la guerra civil, parte, con otros muchos, en dirección a los países bálticos. Allí, abandonados por su propio país, que acató las órdenes de la Entente, los cuerpos de voluntarios lograron frenar, en el curso de luchas frecuentemente heroicas, el maretón rojo, que tras el derrumbamiento del antiguo frente alemán se disponía a inundar Lituania, Estonia, Letonia y la propia Alemania. Sucédense después duras luchas contra polacos y letones, sin que muchas veces, si hemos de juzgar por sus palabras, sepa él mismo las verdaderas razones de tan recio bregar. Impónese al fin el criterio del Gobierno y los cuerpos de voluntarios son devueltos a la patria.
Participa, de allí a poco, en el golpe de Estado de Kapp, interviniendo en terribles combates callejeros, cuya vivida descripción nos ha dejado en unas páginas muy movidas. Abortada la intentona, vuelve Von Salomón a la vida civil y. para ganarse la vida, es agente de seguros primero y después empleado de banca. Pero al propio tiempo frecuenta reuniones de gente joven y de antiguos oficiales que no tienen más aspiración que derribar por las armas el gobierno democrático y liberal —a quien hacen responsable en gran parte de las desdichas de su patria y de las suyas propias—, en librante de las cadenas impuestas por el vencedor y en reinstaurar la dinastía de los Hohenzollern, restableciendo el antiguo Imperio Alemán en todo su esplendor.
Estalla luego la sublevación de los Sokols polacos, cuando el famoso plebiscito de Silesia. Los cuerpos de voluntarios, disueltos tras la campaña del Báltico, se reorganizan en un abrir y cerrar de ojos. Von Salomón vuelve al combate y vive, desde el principio al fin, aquella cruel guerra de guerrillas que enfrentó a alemanes y polacos en luchas tanto más violentas cuanto que ambos adversarios creían estar defendiendo derechos sagrados.
La campaña termina en un armisticio y Von Salomón vuelve a sus ocupaciones oficinescas. Pero al propio tiempo reanuda con renovado ardor sus actividades en el seno de determinadas organizaciones reaccionarias, que por aquel entonces ya formaban un verdadero pequeño Estado dentro del Estado alemán, organizado militarmente y sujeto a leyes inexorables, dictadas para su propio uso y frecuentemente en contradicción con las generales del Reich. Convertido pronto en uno de los agitadores más activos y en una figura de las más representativas dentro del naciente movimiento nacionalista, su nombre aparece envuelto en la mayoría de atentados políticos dirigidos a la vez contra el Gobierno republicano y contra la ocupación francesa, atentados que tanta preocupación ocasionaron a las autoridades alemanas y a la policía, y que dieron materia suficiente para llenar durante mucho tiempo las columnas de la prensa internacional. Son los tiempos de auge de la «Santa Vehmé», de la que todo el mundo hablaba con temor, y cuyas actividades desembocaron finalmente en el lamentable asesinato de una de las figuras más simpáticas del panorama político alemán de aquellos tiempos, Walther Rathenau. Von Salomón fue, si no uno de los autores materiales del atentado, si por lo menos, uno de los pocos iniciados que lo prepararon. A raíz de aquella muerte la policía desplegó una actividad extraordinaria y a poco era detenido Von Salomón. Juzgado por el Tribunal Supremo de Leipzig, bajo la acusación de complicidad en el delito, fue sentenciado a cinco años de reclusión. Cumplida la condena, decidió abandonar la política activa para abrazar la carrera de escritor. «Los Proscritos» es el fruto primerizo de sus nuevas actividades, fruto madurado, casi exclusivamente, en la soledad de la cárcel.
«Podemos considerar el libro del señor Von Salomón como la fuente más importante de información para todos los que quieran comprender los disturbios de la trasguerra en Alemania.» Con estas palabras enjuicia este libro la Schóne Literatur, de Leipzig. Análogos o parecidos términos emplean casi todos los críticos del otro lado del Rin, cuando quieren hablar del valor de «Los Proscritos» como documento histórico ideal para arrojar luz sobre esa época confusa y extraña que sucede a la conflagración de 1914. Pero esta extraordinaria unanimidad de criterio tiene su contraposición en la exaltada disparidad de juicios que provoca la discusión de este mismo libro en cuanto a sus cualidades puramente literarias. Así, el Dresdner Nachrichten resume su opinión en unas frases llenas de entusiasmo: «¡Qué maravillosa soltura en el uso del lenguaje; qué estilo, escueto y rico, sobrio y ardoroso! ¡Qué ritmo tan noble y a la vez tan desenvuelto!» Por el contrario el novelista Joseph Roth exclama, tras la lectura del mismo libro: «Tan escritor es este maldito narrador de tonterías como yo asesino de la Santa Vehmé».
No nos asombrará la violencia de tales juicios si recordamos las furiosas polémicas que suscitó la aparición de «Los Proscritos». Dejando esto a un lado, creemos lógico admitir ambos puntos de vista. Y es que si, en efecto, Von Salomón, cada vez que nos habla de cosas que ha visto, de episodios que ha vivido, demuestra un excepcional y vigoroso talento narrativo —al que sólo podría reprochársele, si acaso, su excesivo virtuosismo—, no deja de ser cierto, por otra parte, que se pierde en lucubraciones sibilinas e Incurre en confusionismos y vaguedades cada vez que quiere explicarnos las razones psicológicas de sus actos y mostrarnos el clima moral e intelectual en que se movía con sus camaradas. Mas es preciso añadir que hasta en este defecto sigue el autor fiel a su papel esencial de historiador, pues la misma incertidumbre, idéntica falta de claridad y de precisión caracterizan el pensamiento del movimiento nacionalista alemán, también llamado movimiento hitleriano, durante los primeros años de su existencia. Hijo únicamente de un invencible aborrecimiento hacia una república derrotista, que no debe su vida a ninguna ansia revolucionaria, que sólo es fruto de la resignación, melancólico refugio que un pueblo vencido por el hambre y no por las armas erigió sobre las ruinas de su antigua y lujosa morada, el neonacionalismo alemán se dejó llevar durante mucho tiempo simplemente por su «impulso vital», por esas virtudes afectivas que son el amor a la patria, el desprecio de la muerte y el entusiasmo en la acción, sin llegar a formular doctrinas propias referentes a los más urgentes problemas de la política, de la economía y de las organizaciones industrial y financiera. Preocupados únicamente por el minuto presente, no tuvieron jamás tiempo que dedicar a la meditación, lo cual tampoco es de extrañar demasiado, tratándose de un movimiento cuyos componentes eran, en general, gente que no había llegado a la treintena.

Hoy día, los hechos narrados en este libro se nos ofrecen en perspectiva lejana y casi histórica: el movimiento cuyo origen describe cumplió por completo su periplo y tras los brillantes esplendores de su cénit se sumió ya en las lobregueces del crepúsculo. Mas no por eso dejan de ser interesantes estas páginas, que al hecho de constituir una plausible explicación de muchos de los acontecimientos que posteriormente sucedieron, reúne, aun dejando aparte sus grandes cualidades narrativas, el incomparable atractivo de hacernos asistir de muy cerca a la formación de una mentalidad colectiva, desde los primeros balbuceos hasta el momento en que va a comenzar la edad de la razón.