750 págs.
Editorial Nuevo Orden
encuadernación rústica
Precio para Argentina.: 60 pesos
Precio internacional: 20 euros
Las cinco primeras ediciones de Derrota Mundial fueron rodeadas de un “boicot” de silencio, pese a los hechos gravísimos que rebelaban y a que se agotaron en un tiempo record, nada usual en libros de autores mejicanos.
La 6a edición – publicada en 1959 – inquietó a los que temen a la verdad y entonces recurrieron a la amenaza, contra el autor y contra los editores. Hubo, además, críticas capciosas y se tachó a este libro de antisemitismo, cosa falsa. La raza judía y la religión judía son respetados aquí como cualesqueira otras, y lo que en Derrota Mundial se exhibe es el avance de la conspiración marxista. Si los inventores de esta doctrina y sus principales propagadores son judíos y forman un grupo político internacional, decirlo no es “antisemitismo”, sino constar un hecho histórico.
Este libro habla con datos precisos y con testimonios. Quienes pretenden acallarlo con amenazas revelan que no pueden hacerlo con argumentos.
En Derrota Mundial se plantean y se resuelven graves interrogantes que afectan a la presente generación y a las que habrán de venir: ¿es el comunismo una doctrina irresistible? ¿es el supercapitalismo realmente un rival del comunismo? Si Occidente es tan poderoso, ¿por qué el comunismo sigue avanzando?
No existe ningún otro libro con tan variada documentación. Su lectura es esencial para todos los sectores de la sociedad. Por eso José Vasconcelos escribió en el prólogo que se trata de uno de los libros “mas importantes que se hayan publicado en América” y que su difusión “es del más alto interés patriótico en todos los pueblos”.
Prólogo a la Segunda Edición
La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición, es una de las más importantes que se hayan publicado en América. Causa satisfacción que un mexicano de la nueva generación, haya sido capaz de juzgar con tanto acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la Segunda Guerra Mundial.
Colocados nosotros del lado de los enemigos del poderío alemán, es natural que todas nuestras ideas se encuentren teñidas con el color de la propaganda aliada. Las guerras modernas se desarrollan tanto en el frente de combate como en las páginas de la imprenta. La propaganda es una arma poderosa, a veces decisiva para engañar la opinión mundial. Ya desde la primera Guerra Europea, se vio la audacia para mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que disfrutaban de reputación aparentemente intachable. La mentira, sin embargo, logró su objeto. Poblaciones enteras de naciones que debieron ser neutrales, se vieron arrastradas a participar en el conflicto, movidas por sentimientos fundados en informaciones que, después se supo, habían sido deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las comunicaciones mundiales.
Y menos mal que necesidades geográficas o políticas nos hayan llevado a participar en conflictos que son ajenos a nuestro destino histórico; lo peor es que nos dejemos convencer por él engaño. Enhorabuena que hayamos tenido que afiliarnos con el bando que estaba más cerca de nosotros; lo malo es que haya sido tan numerosa, entre nosotros, la casta de los entusiastas de la mentira. Desventurado es el espectáculo que todavía siguen dando algunos “intelectuales” nuestros, cuando hablan de la defensa de la democracia, al mismo tiempo que no pueden borrar de sus frentes la marca infamante de haber servido dictaduras vernáculas que hacen gala de burlar sistemáticamente el sufragio. Olvidemos a estos seudo-revolucionarios, que no son otra cosa que logreros de una revolución que han contribuido a deshonrar, y procuremos despejar el ánimo de aquellos que de buena fe se mantienen engañados.
“Durante seis años, dice Borrego, el mundo creyó luchar por la bandera de libertad y democracia que los países aliados enarbolaron en nombre de Polonia. Pero al consumarse la victoria, países enteros, incluyendo Polonia misma, perdieron su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo desastre muy pocos alcanzaron a prever”.
La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos años escasos y en tan corto tiempo, el curso de los sucesos ha confirmado sus predicciones, ha multiplicado los males que tan valientemente descubriera.
Ya no es sólo Polonia; media docena de naciones europeas, que fueron otros tantos florones de la cultura cristiana occidental, se encuentran aplastadas por la bota soviética, se hallan en estado de “desintegración definitiva”.
Y el monstruo anti-cristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa de Mendes-France, siempre victorioso, dicen sus secuaces; detrás de esa enigmática sonrisa, seis millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas.
El caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas de Solimán, que degollaba cristianos dentro de los templos mismos que habían levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo para subsistir.
En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.
La difusión del libro de Borrego es del más alto interés patriótico en todos los pueblos de habla española. Herederos, nosotros, de la epopeya de la Reconquista que salvó el cristianismo de la invasión de los moros, y de la Contra-Reforma encabezada por Felipe II, que salvó el catolicismo de la peligrosa conjuración de luteranos y calvinistas, nadie está más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y a contener el avance de los perversos. La lucha ha de costamos penalidades sin cuento.
Ningún pueblo puede escapar en el día, a las exigencias de la historia, que son de acción y de sacrificio.
La comodidad es anhelo de siempre, jamás realizado. La lucha entre los hombres ha de seguir indefinida y periódicamente implacable, hasta en tanto se acerque el fin de los tiempos, según advierte la profecía.
José Vasconcelos Febrero de 1955
Introducción
Es una neutra remembranza volver la mirada a los días extraordinarios de la segunda guerra mundial únicamente con el prolijo escrúpulo de citar fechas y relatar sucesos. Es un lujo de ociosidad volver la mirada al pasado sin el empeño de obtener luces para el presente. Pero conociendo mejor el origen de lo que ocurrió y de lo que ahora ocurre, más podrá preverse lo que está por ocurrir. Sin esta función específica toda aportación a la historia —y aun la Historia misma— se reducirían a simple curiosidad o pasatiempo.
Es un hecho que aún no silenciado del todo el fuego que durante seis años mantuvo vivo ese siniestro organismo de muerte que fue la Segunda Guerra Mundial, el mundo se halló súbitamente en el umbral de otra guerra más destructora e incierta. Durante seis años la humanidad se creyó luchando por la paz definitiva, mas los acordes de su victoria fueron ensombrecidos por la amenaza de un cataclismo todavía mayor.
Durante seis años el mundo creyó luchar por la bandera de libertad y democracia que los países aliados enarbolaron en nombre de Polonia. Pero al consumarse la “victoria”, países enteros —incluyendo Polonia misma— perdieron su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo desastre muy pocos alcanzaron a prever.
Un asombroso y súbito resultado, después de seis años de aparente lucha por la libertad y la democracia y la paz definitiva, sorprendió al mundo: ya no era la libertad de los polacos —libertad perdida totalmente, pese a la “victoria”— la que se halla en riesgo, sino la libertad del mundo entero; ya no era simplemente la conquista de mercados entre las grandes potencias la que se balanceaba en juego, sino el destino del pueblo norteamericano, y en cierta forma el de América; el destino de Alemania y la Gran Bretaña, y así el de Europa entera también.
En los orígenes del conflicto armado que empezó la madrugada del primero de septiembre de 1939 palpitaron ya los gérmenes de lo que ahora ocurre y de lo que está por venir. En lo acontecido entonces se filtran ya las sombras de lo que el futuro nos reserva. En el reverbero de la segunda guerra mundial hay relámpagos que alumbran los decenios y quizá los siglos por llegar.
Mucho se ha hablado de la guerra. Un mar de datos casi inagotables abruman y abrumarán por mucho tiempo a los historiadores. La mayor parte de estos datos son jeroglíficos; incluso los hechos y las cifras, pese a lo concluyente de su calidad concreta, son frecuentemente apenas símbolos o frontispicio de realidades más profundas.
Querer entender esta guerra y el monstruoso engaño que el mundo sufrió con ella, viendo simplemente ese mar de datos, es lo mismo que contemplar, clasificar o relatar apariencias de inscripciones cuneiformes y suponer que ya con éstas se conoció la civilización sumeria. Entre los símbolos y su significación media un abismo.
Y en el caso concreto de la guerra pasada este abismo se ha hecho más oscuro porque los adelantos que la técnica ha puesto al servicio de la difusión del pensamiento —radiogramas, cablegramas, libros, películas, folletos, etc.— tienen su anverso positivo de orientación y su reverso negativo de confusión, según el sentido en que se les utilice. En la guerra y después de ella se les ha utilizado para confundir.
Un diluvio de crónicas con dosificada intención, de libros aparentemente históricos, de radiodifusiones y de películas bajo la influencia intangible de los mismos ocultos inspiradores, oscurecen situaciones, infiltran deformaciones. Nada tiene así de extraño que aun los espíritus más serenos, objetivos e imparciales —para no hablar de masas carentes de opinión propia— lleguen a conclusiones erróneas.
Por eso muchas conciencias firmes han hecho insensiblemente suya la forma ajena y capciosa de plantear el problema internacional de la segunda guerra. Una vez dado ese primer paso en falso, los siguientes son erróneos también, y por eso es tan frecuente que hombres de profunda comprensión y sólido criterio confiesen ahora su desconcierto ante los sucesos internacionales.
Un nuevo examen de lo que ocurrió, y por qué ocurrió, puede aclarar los sucesos presentes y ayudar a prever los futuros.
El monstruoso engaño que el mundo padeció al inmolar millones de vidas y al consumir en fuego esfuerzos inconmensurables, para luego quedar en situación incomparablemente peor que la anterior, no es obra del azar. Si el resultado sólo fuera desorden quizá nada habría de sospechoso. Pero en la bancarrota que el mundo occidental afronta ahora se oculta un admirable tejido de acontecimientos. Dentro del aparente desorden hay un eslabonamiento admirable de hechos que obedecen a un mismo impulso y que marchan hacia una misma meta.
Detrás de todo esto hay una inteligencia y una fuerza. La situación actual no es el resultado fortuito del desorden, sino la notable culminación de una serie de actos que se enlazan siguiendo una secuencia y un camino. Occidente se halla de pronto en el momento más comprometido de su historia, pero su desgracia no ha descendido de accidentales sucesos. Ha sido labrada minuciosa y escrupulosamente.
Examinando los orígenes y el desarrollo de la segunda guerra surgen luces que explican el presente. Tal es el objeto de este libro.
Muchos de los que vieron desaparecer las falanges macedónicas; de los que presenciaron la caída de Alejandro, el asesinato de César, la capitulación de Napoleón, creían asistir a acontecimientos comunes y corrientes, pero estaban presenciando los fulgores que enciende cada zig-zag de la historia.
Lo que ahora tenemos a la vista es algo más que el fulgor de un simple cambio; es el incendio inconmensurable de una cultura que casi sin saber por qué presiente las pisadas de un peligro mortal.
ÍNDICE
Prólogo a la segunda edición,11
Introducción, 15
Capítulo I
Aurora roja (1848-1919), 19
69 años de lucha incansable, 19. Los dos elementos que formaron el bolchevismo, 32. Alemania, meta inmediata del marxismo, 39. Paréntesis de guerra, 44. Factor secreto en la derrota alemana, 47.
Capitulo II.
Hitler hacia el Oriente. (1919-1936), 52
Cambio de rumbo para Alemania, 52. El primer partido anticomunista, 54. Bautizo de fuego del nacionalsocialismo, 63. Djugashvili, el hombre de acero, 65. Hitler y Stalin cara a cara, 70. El comunismo es derrotado en España, 74.
Capítulo III.
Occidente se interpone. (1933-1939), 79
Lo que podía esperarse de Berlín y de Moscú, 79. Pueblos lanzados a los brazos de sus enemigos^ 80. Inglaterra, valladar contra la marcha hacia Moscú, 91. El Trono del Oro empuja a Occidente, 96. Profundas raíces en el alma colectiva, 104. Zanjando las viejas rencillas con Francia, 109. El Talón de Aquiles del nacionalsocialismo, 115. Despeje del flanco derecho, 120. A cuatro horas del derrumbe interior, 126. Cerrojo en el camino a Moscú, 128. Engañar es más eficaz que dinamitar, 133.
Capítulo IV
La guerra que Hitler no quería. (1939-1940), 139.
Si la guerra no empezaba en Occidente, Rusia lucharía sola, 139. Hablando el mismo lenguaje de las armas, 146. Ni con su silencio pudo ayudar Italia, 149 En las orillas del abismo, 149, Otra vez Hitler tiende la mano, 155. La mampara del idealismo, 162, La debilidad de la franqueza, 167. La terrible grandeza de la guerra, 170. La desigual guerra en el mar, 174. Noruega, primera línea de la lucha terrestre, 183. Francia, empujada a sangriento abismo, 190 Los Panzer dejan escapar a los ingleses, 202. El derrumbe de Francia, 207.
Capítulo V
De nuevo hacia el Oriente. (1940-1941), 217.
Otros dos ofrecimientos de paz a Inglaterra, 217. Terrorismo en vez de sólo lucha entre soldados, 225. Francia también rehusa la reconciliación, 230. Complicidad de Occidente con la expansión del marxismo, 234. Carne de cañón para frenar el golpe contra la URSS, 237. Alarma de la Reina de los Mares, 247. 4.000 sepulturas en Maleme, 259. Un esfuerzo más para hacer la paz con Inglaterra, 264.
Capítulo VI
La guerra que Hitler sí quería, 269.
El plan estratégico de Hitler contra Rusia, 269. La más grande lucha en la historia de las armas, 273. El primer “Cannas” de Rusia en 1941, 277. Segunda embestida de von Bock, 284 Hitler ordena virar hacia el sur, 289. Orgía de sangre en Leningrado (frente norte), 298. La dureza del soldado ruso, 307. La que parecía ser la último batalla, 311. Moscú trepida bajo el cañoneo, 318. De los albores de la victoria a las orillas del desastre, 324.
Capítulo VII
Salvando al bolchevismo. (1941-1942), 337.
Brazos israelitas en auxilio de la URSS, 337. La coalición más grande de la historia, 342. No existió el eje Roma-Berlín-Tokio, 347. Guerra a muerte entre nazis y judíos, 353. Diluvio de fuego sobre Alemania, 360. Los 6 frentes contra Alemania en 1942, 364. La batalla del Atlántico; 7 millones de toneladas de barcos a pique en 1942, 366. Un lastre y no un aliado, 374. Occidente al servicio de la URSS, 388. De Kertsch a Sebastopol y de Sebastopol a Leningrado, 392. De Crimea a las montañas del Cáucaso, 398. 700 kilómetros de avance hasta Kalatsch, 404. El 6º Ejército Alemán se abre paso hacia su tumba, 416.
Capítulo VIII
Oscilación de la victoria. (1943), 437.
La herencia del 6º Ejército, 437. Pequeño margen de la derrota al triunfo, 440. Sangre a raudales en el frente Occidental, 444. 18 millones de bajas en la URSS hasta 1943, 450. Matanza de prisioneros, 459. El frente aéreo contra Alemania, 1942-1943, 462. Desastre alemán en la Batalla del Atlántico, 468. Armas secretas contra superioridad numérica, 475. Sabotaje, guerrillas y golpes de Estado, 481. Los amigos de Roosevelt, 486. Italia cae al primer soplo de la guerra, 489. Caída y rescate de Mussolini, 501. Cinco meses ante Cassino, 511.
Capitulo IX
Las más altas cumbres del esfuerzo humano, (1944), 515.
La cualidad más preciosa del hombre, 515. Forjando las armas de venganza, 521. Abren las puertas del mundo al bolchevismo, 526. La invasión aliada de Europa Occidental, 530. Los recursos de Hitler contra la invasión, 535. Transformación de la flota submarina, 551. Supremo esfuerzo de soviéticos y alemanes, 554. Más fuerte que nunca, la Luftwaffe agoniza, 566. Los dos últimos golpes en el Oeste, 575. El bolchevismo irrumpe en Alemania, 590. Un ejército no vencido por ningún otro, 593
Capítulo X
El fin de Hitler, 597.
Dos peligros que conocía de nombre, 597. Hasta la última gota de sangre, 614. Hitler en su última batalla, 616. Incondicionalmente hasta la muerte, 643. Occidente dinamita el vallador antibolchevique. 645. Desmantelamiento de Alemania, 653. Trato “humanitario” a los prisioneros, 661. ¿Resurrección en masa de judíos?, 678.
Capítulo XI
Derrota mundial. (1945-1970), 687.
Se consuma la victoria, pero ¿victoria de quién?, 687. Remachando la derrota del mundo Occidental, 691. Asia fue traicionada y entregada al bolchevismo, 693. 697 millones más de vasallos para el marxismo israelita, 696. La “Libertad” que Roosevelt propició, 699. Bomba atómica para la URSS, 701. Stalin muere súbitmente, 705. Judíos en las dos barajas en juego, 709. Fin del coloniaje occidental, pero en beneficio de la URSS, 712. Los desórdenes en Iberoamérica, 718. Tres desventajas que el comunismo no ha superado, 726. Falsa derecha e infiltración, 729. Ante el abismo, 733.
Bibliografía, 737.