200 páginas
Edición original: Ediciones Verdad, 1951, Buenos Aires
facsimil, 2008
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 70 pesos
Precio internacional: 15 euros
Las teorías comunistas y la práctica bolchevique en la Rusia Soviética y en la propaganda mundial.
Escritos del Poglavnik , fundador de la Ustacha y Jefe de Estado Independiente de Croacia durante la Segunda Guerra Mundial
La obra que aquí presentamos no es una de tantas sobre comunismo, es el estudio más completo —y el más interesante— publicado hasta la fecha, donde el autor desmenuza analíticamente las premisas, las bases y las tesis de la ideología comunista; confrontando sus aseveraciones con la razón humana, con las leyes naturales, ab origine, con la filosofía y las normas axiológicas establecidas por eminentes pensadores y eruditos, tamisa el código marxista. Escrita por un profundo conocedor de la materia —que la domina tanto en la teoría como en la práctica—, después de haberla estudiado desde todos los ángulos, bajo todos sus aspectos, en sus enseñanzas explícitas e implícitas.
ÍNDICE
Prefacio,……………………………………………….. 5
Prólogo ………………………………………….. 10
I PARTE
El comunismo en Rusia………………………… 15
El bolchevismo…………………………………….. 19
Dictadura proletaria …………………………….. 23
Doctrina y práctica …………………………….. 26
Bolchevismo y trabajo …………………………… 39
Bolchevismo e industrialismo ………………….. 45
Bolchevismo y la tierra ………………………… 55
Bolchevismo y la conciencia ………………… 70
Bolchevismo y la familia ………………………… 73
Bolchevismo y la vida espiritual …………….. 81
La G. P. U…………………………………………… 88
De Lenín a Stalin…………………………………. 97
II PARTE
El bolchevismo y el exterior…………………… 107
Komintern …………………………………………. 115
La obra del Komintern en el exterior ……….. 133
El bolchevismo en Oriente y Occidente……. 136
El comunismo y las naciones…………………. 154
El bolchevismo en Hungría……………………. 156
Austromarxismo ………………………………. 160
Las grandes democracias y el bolchevismo 164
La realidad bolchevique en Europa ………… 171
Un “misterio” …………………………………….. 194
PREFACIO
Errores y Horrores del comunismo. ¡Uno más! —dirá el lector—. ¡Son ya tantos los tratados, libros, estudios y panfletos sobre el mismo tema que podrían llenar bibliotecas enteras!
No, benévolo lector; la obra que presentamos no es una de tantas, es el estudio más completo —y el más interesante— publicado hasta la fecha, donde el autor desmenuza analíticamente las premisas, las bases y las tesis de la ideología comunista; confrontando sus aseveraciones con la razón humana, con las leyes naturales, ab origine, con la filosofía y las normas axiológicas establecidas por eminentes pensadores y eruditos, tamisa el código marxista. Escrita por un profundo conocedor de la materia —que la domina tanto en la teoría como en la práctica—, después de haberla estudiado desde todos los ángulos, bajo todos sus aspectos, en sus enseñanzas explícitas e implícitas.
Verdadera joya literaria, el libro que ofrecemos al público de habla castellana cautiva desde el principio al lector por el modo admirable, sereno y recto —sin subterfugios ni paráfrasis— como el autor aborda y rebate las erróneas enseñanzas del comunismo que, bajo la aguda piqueta de sus razonamientos lógicos, caen por tierra, como ladrillos derribados de un edificio en demolición.
Todo en esta obra respira firmeza de juicio y justeza de expresión, accesible por su llaneza a todos y recomendable a todos, especialmente a ¡a juventud de ambos sexos, sobre quienes descansa el porvenir de la familia, de la patria, de la humanidad y la salvación de nuestra cultura occidental.
¿En qué país no será acogida esta obra con benevolencia, si ya todos los países del mundo, cual más, cual menos, padecen del virus comunista, infiltrado e inoculado por una engañosa propaganda de nefastas consecuencias? Son funestas para el trabajador, para la familia y la sociedad, para las instituciones civiles y religiosas, culturales y espirituales y, en general, para todo ciudadano.
Para la mejor comprensión de esta interesante obra, es necesario que el lector ahonde la intención del autor, su método de razonar y exponer, la lógica de sus argumentos, la manera de prever el peligro de caer en las redes falaces del comunismo, porque lo hace a guisa de un padre amoroso, que conversa con sus hijos.
Es verdad, como dijimos más arriba, que existen infinidad de libros escritos sobre este tema, pero ninguno comparable con la presente obra, porque la mayor parte de sus autores, comunistas hasta ayer y desilusionados o despechados hoy, reflejan sus críticas sobre observaciones adquiridas en las actividades del régimen comunista implantado en la URSS, sus claudicaciones y desvíos. Otros, en cambio, se entretienen en demostrar la diferencia entre las aspiraciones y aplicaciones de la ideología y los preceptos comunistas, de acuerdo a l.enín o Trotsky, a Stalin o Tito, llegando cada uno de ellos a diferentes conclusiones, de acuerdo a su modo de pensar o la simpatía que le inspira o merece uno u otro de los “capos” comunistas.
El autor de Errores y Horrores, prescindiendo de los personajes que se presentan a la escena, sean ellos Lenín o Stalin, Trotsky o Tito, sin considerar mayor o menor la crudeza del régimen comunista, en cualquier país, sea en cuanto Rusia o Rumania. Checoslovaquia, Hungría o Yugoslavia, aborda el tema de fondo, sin considerar sus raíces, el comunismo en cuanto tal. Y desvenda la llaga, extrae el pus venenoso, que emana de las enseñanzas falaces de su doctrina perniciosa, lo muestra al lector y luego de haber rebatido, con rigurosa lógica todas las palabras marxistas, lo instruye en el modo de precaverse de esa podredumbre.
Señala con el índice los mismos textos marxistas, demostrando que donde falsamente promete un paraíso terrenal a sus secuaces: el bienestar de los obreros, la abundancia y la vida fácil para todos, allí mismo esgrime persecuciones, torturas, prisiones, esclavitud, dolores y miseria. Para muestra basta un botón, decimos los criollos, y he ahí a Rusia soviética, ejemplo evidente de la experiencia de más de treinta años.
El autor de Errores y Horrores es el conocido político y estadista croata doctor Ante Pavelic, quien publicó esta obra el año 1939, en italiano, con su traducción en croata, ambas ediciones que obtuvieron mucho éxito y fueron acogidas con benevolencia por la crítica, por el público de la Península Itálica y de Croacia, como también por las masas obreras, cristianas y anticomunistas de Europa. La actual edición en castellano está completada y puesta al día, con los nuevos acontecimientos sucedidos desde entonces, incluyendo un capítulo sobre el comunismo yugoslavo y sobre el “titoísmo”, ambos interrogantes de palpitante actualidad, acerca de los cuales se escribe mucho y se conoce, en realidad, tan poco, en el público sudamericano y tal vez, norteamericano, a pesar de su actual connubio. El doctor Ante Pavelic es hijo de una familia obrera, oriunda de la provincia croata de Lika; nacido en la provincia de Hercegovina. Su juventud y sus estudios secundarios transcurrieron en el gimnasio jesuíta de Travnik, Bosnia, donde tuvo que costearse sus estudios con su propio trabajo, terminando con la “laurea” doctoral en la Universidad de la capital croata Zagreb, donde se recibió de abogado. Parece que esas tres provincias, típicamente croatas, influyeron notablemente en el carácter del joven Pavelic, imprimiendo en su alma y en su corazón las virtudes austeras que le caracterizan: perspicacia, vigor, tenacidad, desinterés y un acendrado amor a la patria. Ya desde el primer tiempo del ejercicio de la abogacía, el doctor Pavelic se dedicó a la política, en la cual tomó parte activa, especialmente a la terminación de la primera guerra mundial, pronunciándose contra el tratado de paz de Versailles, que acarreó muchos males a la Europa Central y particularmente a su patria —Croacia—, que con todas sus provincias históricas, fué unida, contra su voluntad y sin haber sido consultada, al muy poco glorioso reino de los Karageorgievic de Serbia, para formar parte de Yugoslavia.
El doctor Pavelic organizaba las reuniones políticas, las asambleas de protesta, las conferencias del pueblo amargado, debido a esa malhadada unión, destacándose como orador insigne, exaltando con sus discursos, llenos de fervor patriótico, a las masas croatas e inflamando a su auditorio. Le acompañaba la juventud, los estudiantes y trabajadores, y toda la inteligencia sin excepción, le rodeaba y le apoyaba, bajo la divisa: “Separación de Serbia; por el Estado Croata Libre e Independiente”.
La gran mayoría de los electores de la capital croata —Zagreb—, lo eligieron diputado y representante en el Parlamento de Belgrado, donde, como en las calles y plazas de Zagreb, fustigó las decisiones del ominoso tratado de Versailles y clamó por la separación de Croacia del conglomerado heterogéneo que representaba Yugoslavia. Desde los círculos políticos de la corte real y de los intransigentes serbios se amenazaba de muerte al joven abogado, defensor desinteresado de obreros y estudiantes, acusados de actividades antidinásticas. Cuando fué incoada la acusación, en los tribunales de Skoplje, contra los estudiantes macedonios —mientras 70 abogados del país, atemorizados por las amenazas de los círculos del rey dictador y su camarilla se rehusaron asumir la defensa— ahí estuvo el Dr. Pavelic desafiante, sereno e impertérrito, dejando afligidos a sus amigos, que temían por su vida. Hizo la defensa viril y conscientemente y en el auto de la misma, hizo saber a los representantes de la dictadura real, que, como su gobierno se había iniciado con la sangre de croatas, montenegrinos y macedonios, ellos, tarde o temprano, se ahogarían en la suya propia.
Por eso, debido a serias amenazas de muerte de parte de los representantes de la dictadura real, cuya ira llegó al colmo, se expatrió voluntariamente. Y es así como, en los años 1929-l934, encontramos el nombre del doctor Pavelic en toda la prensa europea. A diario, la juventud patriota croata abandonaba su patria, se unía a él; y esos inmigrantes encontraron hospitalidad en Italia. Austria, Bélgica, Hungría, Bulgaria y Alemania. En la frontera de Croacia, se organizó un relevante movimiento libertador, apoyado moral y materialmente por más de un millón de emigrados croatas diseminados a lo largo y a lo ancho del continente americano. En la guerra declarada entre el doctor Pavelic y el pueblo croata por un lado, y el rey tirano Alejandro Karageorgievich por el otro, sucumbió éste en Marsella, en 1934.
Con la desaparición del rey Alejandro, el pueblo croata se apuntó el primer triunfo a su favor.
Pero la lucha continuó sin compromisos. Miles de croatas fueron presos y ahorcados por el régimen de Belgrado En esa lucha los patriotas croatas se hallaron a veces, en línea paralela con los comunistas, si bien éstos no luchaban contra Yugoslavia —pues querían una Yugoslavia comunista— sino contra la dinastía.
Observando el doctor Pavelic esa lucha paralela, con su innata intuición, dijo: “Los conocíamos en lucha aproximada, ahora los conocemos en la paralela. Será bueno que conozcamos también sus ideas, su modo de actuar. Lo necesitamos saber, porque los comunistas serán nuestros futuros y principales enemigos.”
Y llegó el año 1941. Yugoslavia entra en la guerra. Pero antes de que los alemanes hubieran cruzado las fronteras yugoslavas, los patriotas croatas desarmaron el ejército del rey Pedro que se hallaba sobre el territorio croata. Y con el general regocijo del pueblo se proclamó el Estado Croata Independiente —contra la voluntad de Hitler y de Mussolini—, pues Croacia, en ese momento, no figuraba en sus planes. Pavelic llega del extranjero, aclamado por todo el pueblo, que pone en sus manos las riendas del nuevo Estado.
Los acontecimientos dieron razón a Pavelic; sus palabras fueron proféticas. De inmediato a la proclamación del Estado Croata Independiente, toda la escoria balcánica, capitaneada por los comunistas, se abalanzó con todas sus fuerzas sobre Croacia. Por el odio de nacionalidad y de religión, colaboraron con ellos los adherentes de la dinastía serbia. Pero Pavelic, conociendo bien al enemigo y su táctica, lo batía en mil encuentros, y los hubiera aniquilado si no hubiera sido por algunos generales italianos que colaboraron con los “cetniks” y con los comunistas, y contra Croacia. Y el gobierno de Pavelic se mantuvo en el poder, “malgré” todas las dificultades, hasta el último momento, aun después de la capitulación de Alemania, cuando las tropas soviéticas, a través de Austria y Hungría, atacaron a los croatas por la espalda. Entonces el ejército croata se retiró, y bajo la presión de la Rusia Soviética se obligó a Croacia formar parte de la Yugoslavia comunista de Tito.
La prensa aliada de esa época, que no perdonó a nadie que no estuviera contra Italia y contra Alemania —importándole poco si es porque no podía o porque no quería hacerlo— tildaba al régimen del doctor Pavelic lo mismo que al de los pacíficos demócratas finlandeses— de fascistas y nazistas, a pesar de no ser ni lo uno ni lo otro, sino patriota croata, que luchaba por los ideales de su pueblo, por una Croacia Independiente.
Esta es a grandes rasgos la vida política del doctor Pavelic, eminente conocedor del comunismo, por haberlo estudiado en detalle, en sus actividades y en su táctica, en la teoría y en la práctica, y el fruto de esos estudios y de la profunda observación del autor, es la presente obra Errores y Horrores, compuesta en estilo fácil y llano, accesible tanto a intelectuales como a obreros, por lo que insistimos en recomendarla cálidamente.
La traducción castellana, realizada con toda pulcritud por el profesor Asti Ferrari, además de ceñirse rigurosamente a los conceptos originales del Autor, ha conservado el hondo lirismo que subyace en esta bella obra.
Abril de 1951.
La Editorial.
PRÓLOGO
No es posible hablar hoy de comunismo sin referirse a la manera particular de gobernar, a esa especial estructura social, política y estatal, originada por la llamada Revolución de Octubre e introducida, en Rusia, por los protagonistas de esta revolución, con Lenín a la cabeza, después de la caída del zarismo y la fugaz existencia de la república burguesa.
Del examen de la naturaleza intrínseca de los acontecimientos, podemos deducir que todo aquello que se ligaba al concepto a la doctrina, a los principios comunistas, debe ser, ahora, analizado a través del prisma de la revolución bolchevique; debe ser valorado a raíz de las consecuencias que ésta ha producido en Rusia, en Europa y en el mundo, ya sea en la vida política, económica y social de las Naciones, o bien, y especialmente, en la vida moral del hombre.
El comunismo desde el reino de las teorías, las hipótesis y los estudios científicos y literarios, ha pasado al campo de la realidad, precisamente, a través del desvío bolchevique que, ahora, choca con las preconstituídas formas de la vida y contrasta con la ley de la inercia que rige, en la misma forma, tanto en el regazo de la humanidad como en el de la naturaleza. Aquí el comunismo pone a prueba su propia fuerza creadora, mediante la realización de la íntima universalidad que representa la única y verdadera razón de su existencia, pues, si no tendiera a tal generalización, el comunismo no podría justificarse ni por un instante, ni siquiera en Rusia.
En consecuencia, hoy, ya no se discute acerca del comunismo en cuanto abstracción, sino, más bien, sobre aquella ideología comunista que ha asumido manifestaciones concretas —por iniciativa de los bolcheviques— en un gran pueblo como el ruso, y que se ha extendido a un selecto número de pueblos, de menor importancia, que se hallan en el inmenso territorio estatal de Rusia. Ahora bien, cabe preguntarse si el comunismo podrá sostenerse en el país en que ha encontrado su primer arraigo, y, si saliendo de allá, podrá llegar a universalizarse. Más importante, sería aún saber, si el comunismo ha conducido al pueblo, objeto de su experimento, la prosperidad y alegría prometidas por sus apóstoles, o, si subsistirá la esperanza de conseguir la beatitud terrenal. Admitido que esto suceda, ¿podrá la felicidad extenderse al resto de la humanidad? ¿Y en qué deberá consistir esa felicidad? ¿O más bien, ese experimento, no habrá destruido aquel bienestar del que algunos gozaban en Rusia, sin aportar, por otra parte, ventaja alguna a las masas?
Además, intentando materializar la utopía comunista, ¿no amenaza, quizás, el bolchevismo destruir los bienes morales y materiales que la humanidad ha conseguido hasta el presente? ¿Quiénes son y qué representan esos individuos que pretenden haber beneficiado a sus semejantes, instituyendo un régimen contrario al preexistente? En fin, ¿qué partido toma y cómo reacciona frente al fenómeno bolchevique ruso, el resto del mundo? ¿Qué actitud asumen las otras naciones?
Estas son las preguntas que se presentan en la actualidad y que esperan respuesta, la que, es de notar, no interesa solamente a aquellos que se encuentran en el estrado de la vida política y que deliberan sobre la suerte de los pueblos, sino que atañe, en igual modo, a cada miembro de las distintas comunidades nacionales y, muy de cerca, a todos los elementos de la colectividad humana. La contestación, en otras palabras, tiene trascendencia universal, como también lo es, necesariamente, el carácter del movimiento bolchevique.
El género humano se encontrará pronto, quizás dentro de un decenio, en la encrucijada en la cual deberá elegir el camino a seguir, y tendrá, entonces, que optar o por el repudio de los principios aceptados y observados hasta el presente o bien por su confirmación y evolución. Cada quien experimentará las consecuencias, quizás irrevocables, de esta decisión; por eso, es necesario que cada uno, según le dicte su conciencia, tome posición y se enrole en la parte hacia la cual lo guíe el sentido de la responsabilidad, frente a sí mismo y ante las generaciones futuras.
Todos deben hacer lo posible para saber, a tiempo, qué significa y qué esconde el bolchevismo, y por qué trata de imponerse con tanta presunción y tan halagadoras promesas. Pero, iodos deben, también, meditar sobre el hecho que, en los primeros veinte años de la actuación comunista, el régimen bolchevique ha conseguido, tan sólo, desequilibrar las condiciones de existencia de los pueblos y turbar sus recíprocas relaciones.
Es necesario percibir claramente, en particular, lo que se prepara, cuál será el destino de las instituciones y de los valores, que hasta el presente, hemos considerado como resguardo de nuestro patrimonio, en caso que el bolchevismo llegue a prevalecer. Si venciera el bolchevismo, el destino de los bienes y de las instituciones tradicionales está señalado: serán aniquilados.
Si las páginas que siguen, indujeran al lector a reflexionar sobre los argumentos expuestos, se habrá logrado la finalidad vislumbrada por el autor.
Diciembre de 1938.
El Autor.