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¿Cómo se puede ser Pagano? – Alain de Benoist

334 páginas
21 x 15 cm.
Ediciones Nueva República
Barcelona, 2004

Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo
Precio para Argentina: 144 pesos
Precio internacional: 24 euros

El “paganismo” aún era hasta no hace mucho una palabra peyorativa. En lo sucesivo tiene que formar parte del lenguaje corriente. ¿Qué quiere decir pues este término? ¿Qué le puede querer decir a los hombres de nuestro tiempo? ¿Qué idea se pueden hacer de él? Correlativamente, ¿sobre qué articula el paganismo su crítica y su repulsa al pensamiento bíblico del cual procede el cristianismo? Y finalmente, ¿que significan para los herederos de nuestra cultura esos dos fenómenos simultáneos que son el hundimiento de las grandes religiones reveladas y el inevitable regreso a lo sagrado?
Estas cuestiones no pueden ser tomadas con indiferencia. Son cuestiones históricas y de destino. Se trata, en efecto, de destino: saber a qué nos destinamos y, para empezar, saber si todavía queremos destinarnos a algo. Preguntas, finalmente, que yo mismo me hago en este ensayo que representa ante todo una reflexión personal, una reflexión sobre un tema que me apasiona, a propósito del cual mi sentimiento ha evolucionado y sobre el cual, espero, aún seguirá evolucionando.
Es una cuestión de sensibilidad. No hay nada en absoluto en cuanto a materia de crítica, no hay un punto de vista sobre los puntos de vista. En todo caso no he buscado tomar semejantes perspectivas. Tan sólo he querido mostrar, lo más claramente posible, dos grandes visiones espirituales, dos grandes formas espirituales de entender el mundo….

ÍNDICE

— «Entrevista a Alain de Benoist: ¿Cómo se puede ser pagano?» [Charles Champetier]
— «¿Cómo se puede ser pagano?» [Alain de Benoist]
— Bibliografía actualizada del autor

INTRODUCCIÓN

¿A qué recuerdan los personajes de Boticelli y de Caspar David Friedrich?, ¿Hacia qué pasado—presente han decidido volver su mirada?, ¿De qué posibles dioses presienten la llegada a través del mundo que les rodea y los hace conscientes de su propia incomplitud?
Estas preguntas están, para mí, directamente ligadas a aquella que constituye el titulo de este libro y a la cual me esfuerzo en responder aquí. El ‘paganismo’ era hasta hace poco todavía una palabra peyorativa. Debe desde ahora en adelante formar parte del lenguaje corriente. ¿Qué quiere decir pues este término?, ¿Que puede querer decir a los hombres de nuestro tiempo?, ¿Qué ideas se pueden hacer de él? Correlativamente ¿sobre qué articula el paganismo su critica y su repulsa del pensamiento bíblico del cual procede el Cristianismo? y ¿Qué significa para los herederos de nuestra cultura estos dos fenómenos simultáneos que son el derrumbamiento de las grandes religiones reveladas y el inevitable retorno de lo sagrado?.
Estas cuestiones no pueden ser tomadas con indiferencia. Son cuestiones históricas y de destino. Se trata, en efecto, de destino : saber a qué nos destinamos y, para empezar, saber si queremos aún destinarnos a algo. Preguntas, en fin, que yo mismo me hago en este ensayo que representa ante todo una reflexión personal —una reflexión sobre un tema que me apasiona, a propósito del cual mi sentimiento ha evolucionado y sobre el cual, espero, evolucionará todavía— Problema de sensibilidad. No hay absolutamente nada en materia de crítica, no se trata de puntos de vista. En todo caso no he buscado tomar semejante perspectiva, tan solo he querido demostrar lo más claramente posible, dos grandes visiones espirituales, dos grandes formás espirituales de entender el mundo, distintas una de otra y que, en gran medida se enfrentan a veces en el corazón de los hombres. He querido decir por qué me reconozco espontáneamente en una y por qué la otra contradice mi ser interior. Y como, en fin podría ser posible hoy recuperar muchos valores eternos. Por consiguien­te no he buscado tanto el convencer como el representar un antagonismo espiritual, mostrar el cuadro de un conflicto de sensibilidades. Se puede o no sentirse “pagano”, reconocerse en una sensibilidad “pagana” Aún falta averiguar en que consiste esto. Cada cual es dueño después de reconocer y fortificarse en aquello que mejor le parezca. Cuesta decir que un tal libro lejos de tener por objeto el perturbar a los creyentes en su fe puede al contrario, fortificarla. La ilusión misma puede ser positiva, puede contener y suscitar una fuerza proyecto­ra creativa. No ambiciono el disminuir o suprimir la fe, sino más bien el volver a darla en otros posibles planos. Ciertamente no todas las creencias valen, pero no hay nada peor que una creencia vil: la total ausencia de fe. En un ensayo precedente, dije que el modo como se hacen las cosas vale tanto como las cosas mismas. Se verá que la fe a mis ojos cuenta tanto o más que su objeto, Y que también en esto me separo de la mayor parte de mis contemporáneos.
Por otra parte, aplicada a sus fundamentos ¿Es posible la demostración?. Hace más de cuarenta años Raymond Aaron decía ya que la crítica de la razón histórica determina los limites y no los fundamentos de la objetividad histórica lo que viene a decir que la crítica no permite jamás hacer economía de la decisión filosófica. “Es el destino que gobierna los dioses y no una ciencia sea cual fuere lo que determina la historia” escribía Max Weber. No se sabría refutar un sentimiento pues son los sentimientos los que determinan los sistemás tanto como las propias justificaciones. Max Weber daba el ejemplo de la máxima cristiana: “No pongas resistencia al mal”. Esta claro, añade él, que “desde el punto de vista estrictamente humano estos principios evangélicos hacen apología de una ética que va contra la dignidad. Cada cual ha de escoger entre la dignidad de la religión que nos propone esta ética y la dignidad de un ser viril que predica todo lo contrario, a saber: “Resiste al mal, si no, tú eres responsable de su victoria”. Según las convicciones profundas de cada ser una de estas éticas tomará el rostro del diablo, la otra el de Dios y cada individuo habrá de decidir, desde su propio punto de vista cual es Dios y cual es el diablo. Así sucede en todos los ordenes de la vida”. Si uno se afirma en tal valor, si decide asumir tal herencia, entonces en toda lógica debe sostener tal opinión. Pero la decisión inicial queda como asunto de elección, una elección que no puede jamás demostrar totalmente la necesidad de sus propios postulados. Nada exceptúa esta elección, donde nuestros proyectos y nuestras ideas juegan un papel, pero donde intervienen también nuestras identidades divididas nuestras pertenencias, nuestra herencia. Todos nos hemos puesto a elegir ‘qué es Dios y qué es diablo’. Es en la plena conciencia de esta vocación donde reside el estatus humano. La subjetividad por consiguiente no se ha disimulado como tal, tanto más como que es en ella misma donde encuentra su fuerza.
Propongo pues en este libro una lectura paralela del paganismo, en tanto que religión original de Europa, en tanto que constituye le parte central de su actualidad, y del pensamiento bíblico y cristiano. Se puede aceptar o rehusar   esta lectura: es materia de debate. Pero, además, si se acepta, se puede hacer a la inversa: adherirse al cristianismo y rechazar el paganismo exactamente por las mismás razones que me impelen hacia el segundo y me alejan del primero. La discusión se plantea así, de golpe, no bajo la forma de un dilema sino bajo una forma triangular.
Es una cuestión, al fin y al cabo que se fundamenta sobre la tolerancia. Una tolerancia que evidentemente no excluye ni el juicio ni la crítica y que no hace del adversario más que la figura de una problemática del momento. Aquel que niega los otros mundos, aquel que niega la distinción del ser y del mundo, que niega una concepción de la divinidad basada en la noción de verdad única y la devaluación de lo otro, sin embargo esta presto, ayer como hoy a admitir a todos los dioses, a los que le son más extraños así como aquellos a los que no podrá jamás rendir culto y a los que están tentados de robarle su alma. Está pronto a defender el derecho de los hombres a reconocerse en los dioses de su elección, con la condición de que este derecho le sea igualmente reconocido. He escrito, como de costumbre, este libro para todos y para nadie. Para aquellos sobre todo, que no conoceré jamás una nostalgia se expresa: es una nostalgia de futuro. El tiempo de la interpretación del mito ¡ay! es también el del oscurecimiento de los dioses. En una época neoprimitiva por el hecho mismo de su actualidad, en una época profundamente vacía por la amplitud de sí misma, en una época en que todo es simulacro y experiencia vacua, donde todo es espectáculo, pero donde tampoco hay ojos para verlo, en una sociedad donde se colocan en su puesto las formás nuevas de totalitarismo y de exclusión, sociedad susurrante de odios recocidos, susurrante de falsedad y vulgaridad, en una sociedad donde la belleza se muere, sociedad de fin de la historia, sociedad del último hombre donde todo se derrumba en un ocaso —al Oeste absoluto, transatlántico de una historia que fue grande— este libro quiere recobrar la posibilidad de un paisaje, la posibilidad de una recreación espiritual que consonara con la hermosura de un cuadro, de un rostro de una armonía, con la fe de un pueblo levantado por la esperanza y la voluntad de vivir otro comienzo.
A. B.

¿Porqué considero con Nietzsche que la Cristianización de Europa, la integración más o menos acabada, más o menos conseguida del espíritu europeo en el sistema mental cristiano, fue uno de los acontecimientos más desastrosos de toda la historia hasta nuestros días? ¿Que puede significar hoy el término paganismo?. Esta cuestión parece tanto más fundamental cuanto que no cesa de estar a la orden del día así como de manifestarse con recientes polémicas que es preciso colocar de nuevo en un debate más vasto y más antiguo, en un momento en el que, aunque algunos puedan pretender lo contrario, no es el “politeísmo” sino el monoteísmo judeocristiano el que es cuestionado, el que se tambalea por todas partes, mientras que bajo formás frecuentemente torpes, a veces aberrantes y generalmente inconscientes, el paganismo manifiesta de nuevo su atracción.